Por Paulina Rotman
Fotos: colaboración Adrián Carrizo para Prensa Ministerio de Turismo, Cultura y Deporte de San Juan
Colaboración Fundación Banco San Juan
Enormes, coloridos, descriptivos de esa parte de la sociedad que está en movimiento, que produce, que pone sus manos al servicio del hacer. Eso es lo que plasmó el artista plástico Luis Seoane en dos murales de grandes dimensiones, bajo el nombre de Escenas campesinas, allá por 1955, un año previo a la inauguración de la flamante sede del entonces Banco Provincia, luego Banco San Juan. Se mantienen casi intactos. Sólo en una oportunidad, en 2018, fueron restaurados por un equipo de conservadores y expertos del Museo de Bellas Artes Franklin Rawson (MPBA) guiados por el Grupo Tareas -de la Universidad de San Martín de Buenos Aires- y dejados como los originales.
Cuentan que cuando se levantaba aquí uno de los edificios más modernos para la década del “50 -en la Avenida Ignacio de la Roza, entre Sarmiento y Entre Ríos- y en plena reconstrucción de la provincia, tras el devastamiento dejado por el terremoto de 1944, este exponente del arte argentino-gallego que está catalogado como referente del Arte Moderno y el Arte Gráfico en Argentina fue convocado por el estudio de los arquitectos José Aslan y Héctor Ezcurra, los mismos que construyeron espacios emblemáticos como las Galerías Pacífico o las Galerías Santa Fe. Por eso Seoane llegó a San Juan, indiscutiblemente una edificación moderno debía estar enmarcada con arte moderno. La provincia es el único lugar, fuera del circuito de la gran ciudad, en Buenos Aires, dónde hay una obra suya. Se han llegado a contabilizar más de una treintena de murales, incluidos los dos de la entidad financiera local. En general pueden apreciarse tanto en lugares públicos como el Hall del Teatro San Martín, varias galerías comerciales porteñas y otros bancos, hasta en propiedades privadas, muchas de ellas en Belgrano.
Según devela Emanuel Díaz Ruiz, director del MPBA, entre otras curiosidades de esta gran obra donde pueden observarse tanto grupos de hombres como de mujeres en labranzas de la tierra, el resultado no fue exactamente como lo había bocetado el pintor. Sino que parece ser que tanto lo impactó el clima de San Juan en invierno -tal cuál puso en palabras en las misivas que le enviaba a un colega amigo en julio de 1955 mientras transcurría su trabajo artístico en la provincia- que adaptó su primogénita idea a cuestiones más autóctonas. Y por eso es que no muestra tantos inmigrantes, como solía pintar en defensa de la causa gallega, sino más bien, lugareños trabajando y flora autóctona, explica Díaz Ruiz. Aunque en la investigación “El arte público en el exilio argentino: la obra mural de Luis Seoane”, realizada por Antonio Garrido Moreno, de la Universidad de Santiago de Compostela, en estas dos bandas verticales dónde se reproducen distintas secuencias yuxtapuestas realizadas con pintura sintética -una de las muchas técnicas que usó el pintor porque incursionó con muchísimos materiales, “son en los que se aprecia más su intencionalidad ideológica orientada a hacer una pintura gallega renovada”.
Tampoco hay registro alguno de que haya tenido equipo de colaboradores, lo que hace pensar en cómo hizo para plasmar semejante obra que se extiende desde el techo a un metro antes del suelo, aproximadamente. Lo que sí, según la misma misiva a la que se hace referencia en el párrafo anterior, la tarea le implicó jornadas de trabajo de 9 horas diarias, inclusive sábados y domingos en esta ciudad que catalogaba “bastante extraña cuyos habitantes son en su mayoría sirio libaneses y en los alrededores italianos y valencianos y andaluces dedicados a la agricultura, al olivo y a la vid”, tal como describía de puño y letra sobre San Juan.
Hasta la semana pasada difícilmente algún que otro sanjuanino conocía esta partecita de la historia, pese a que no debe haber persona que no haya entrado al banco que no se pregunte de qué se tratan esas pinturas. Justamente el jueves 25 de abril pasado se hizo un homenaje al autor de las obras en su lugar de origen, el salón principal del banco, el que sirvió de puntapié para cortar las cintas de una mega exposición, también la primera en la provincia, de su enorme producción (ver recuadro). En la primer parte del evento, el propio director del Museo entregó a los dueños del banco, copia de los bocetos originales -que miden 1,74 metros- que son parte del patrimonio de la Fundación Luis Seoane que está en Galicia (España), recortes de los diarios Tribuna con la noticia de la inauguración del edificio que se conservan en el Archivo General de la provincia y hasta el intercambio de cartas donde relata los avatares del trabajo que realizaba aquí. Un tesoro, sin lugar a dudas.
En la oportunidad, Silvia Dolinko, experta en la obra de Seoane, investigadora del Conicet y de la Unsam y también curadora de la exposición en cuestión, les contó a los presentes en el homenaje que “el mural que está aquí es una maravilla y es muy importante en términos artísticos, iconográficos, en la importancia plástica que tiene, pero también en términos históricos en relación a la propia obra del artista consagrado y reconocido por sus pares y por artistas más jóvenes. Es un lujo que tengan estos murales, el único por fuera circuito de Buenos Aires, dónde algunos hasta se han perdido”.
> Mitad argentino, mitad gallego
Porteño de nacimiento, Seoane pronto se fue a La Coruña, donde estudió desde la primaria hasta en la Universidad de Santiago de Compostela y ejerció como abogado laboralista y miembro del partido Galeguista. Allí también murió con 69 años -en 1979- este dibujante, pintor, experto en grabado, realizador de publicidades (como el afiche del vermouth Cinzano, un clásico desde los años 50), libros ilustrados y cartelería gráfica y escritor (de tantos géneros desde poesía, narrativa, obras de teatro, ensayos hasta artículos periodísticos de sus propias revistas, además según el historiador y periodista Carlos Fernández Santander, sería el autor que, bajo el pseudónimo de Hernán Quijano, escribió Galicia Mártir- Episodios del terror blanco en las provincias gallegas, sobre la sublevación militar y la feroz represión en Pontevedra y La Coruña entre agosto y diciembre de 1936).
A Buenos Aires volvió en 1936 como exiliado del franquismo, donde pudo seguir desplegando sus talentos, su obra artística e intelectual. Trabajó como pintor para la Galería Gordons de Buenos Aires y en 1963 empezó con Isaac Díaz Pardo el Laboratorio de Formas, para recuperar la cerámica de Sargadelos, entre otros proyectos.
Recién volvió a España en los “60 para exponer sus trabajos. Desde entonces y ya en las últimas décadas de su vida, fue y vino, entre sus dos patrias.
Recibió muchísimos premios y consideraciones por ejemplo se le dedicó el Día de las Letras Gallegas en 1994 y fue nombrado miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes.
A mediados de los años noventa, a partir de los fondos conservados por la viuda de Seoane, Maruxa, se creó la Fundación Luis Seoane en La Coruña, que desde entonces realiza y promueve muestras sobre su obra.
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El evento en la casa matriz del Banco San Juan fue el puntapié inicial de la exposición “Seoane en San Juan, Arte Moderno, Figuras Populares” que se presenta en la sala 1 del Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson hasta el 30 de Julio (hay 4 muestras en paralelo). Es parte del programa Proyecto Grabado 2024 que tiene el aval y apoyo no solo del banco y su fundación, sino además del Consulado y Embajada de España, Museo Nacional de Bellas Artes, Museo Nacional del Grabado, Museo de la Emigración Gallega, y Centro de Estudios Espigas – Buenos Aries, Fundación Seoane Galicia-España y colecciones privadas, entre otros.
Se muestran más de 70 piezas entre estarcidos, xilografías, matrices, publicaciones y medios gráficos de Seoane, algunas partes del patrimonio del museo, la mayoría no. También se reprodujeron los dos murales del banco, de manera completa y por fragmentos.