Tras las últimas apariciones públicas del presidente de EEUU, Joe Biden, mostrándose en conductas erráticas y discursos con grandes lagunas en su memoria, finalmente pasó lo que reclamaban desde el propio seno del partido Demócrata: el mandatario se bajó de la candidatura a la reelección, comicio agendado para noviembre próximo. Esto reacomodó las fichas en el tablero electoral por la sucesión norteamericana, con un Donald Trump fortalecido como candidato republicano luego del atentado contra su vida, y con la actual vice de Biden, Kamala Harris, como la casi segura nueva candidata para enfrentar al magnate en las urnas.

En un comunicado dirigido a la nación, ayer Biden destacó los logros de su administración durante los últimos tres años y medio, incluyendo una economía robusta, reformas históricas en atención médica y medicamentos, así como importantes avances en seguridad y justicia social. “Ha sido el mayor honor de mi vida servir como su Presidente. Y aunque ha sido mi intención postularme para la reelección, creo que es en el mejor interés de mi partido y del país que me retire”, afirmó el mandatario norteamericano.

Fortalecido. Donald Trump arrasa en las encuestas y subió más incluso tras el atentado.

Ahora, con Biden fuera, comienza una nueva selección de candidato para medirse contra los republicanos. El presidente Biden otorgó su apoyo a la vicepresidenta Kamala Harris, que podría inclinar la balanza para que finalmente sea la elegida. El partido Demócrata debe celebrar una reunión de su convención en agosto próximo y en ese marco de definirá al elegido. Por supuesto, todos apuntan a Harris, de 59 años, primera vicepresidente mujer en la historia de EEUU, además de primera mujer negra y sudasiática elegida para un cargo nacional en el partido que puede candidatearla al máximo sitio de poder.