La historia americana y argentina ha vinculado el accionar sanmartiniano durante su campaña peruana (1820-1822) con la figura del gobernador salteño Martín Miguel de Güemes. Sin embargo, ante la imposibilidad de concretar la planificada expedición al Alto Perú, hoy Bolivia, para aliviar el frente de guerra en la costa peruana, principalmente tras la muerte de Güemes a mediados de 1821, el General José de San Martín, de quien hoy se cumple 174 años de fallecimiento, debió ensayar una variante de su estrategia de dos frentes para enfrentar a los realistas del Perú. Para ello recurrió a las nuevas provincias argentinas surgidas en 1820, y así nacieron los Dragones de San Juan, el cuerpo militar creado por el gobernador Urdininea.

San Martín, desde la lejana Lima, sabía sobre el panorama político y militar de Cuyo, pues varios de los hombres que lo acompañaron en la conformación del Ejército de loa Andes y en la campaña a Chile (1817-1819) se encontraban en el poder las provincias de Mendoza, San Juan y San Luis, que habían formado la Gobernación Intendencia de Cuyo, su antigua ‘unidad eficiente’. Fue por ello que, cuando no pudo concretar el envío de una expedición que atacara por el sur a los realistas del Alto Perú, tuvo que pensar en 1822 en una nueva estrategia para lograr su objetivo.

En San Juan se encontraba como Gobernador de la provincia desde enero de 1822 un gran colaborador suyo, el Coronel José María Pérez de Urdininea. Éste era un oficial altoperuano de carrera (había nacido cerca de la actual ciudad boliviana de La Paz) que había integrado en 1812 el cuerpo de Granaderos a Caballo y que peleó junto a San Martín en la Batalla de Chacabuco en 1817. Cuando la provincia de San Juan estuvo en peligro a causa de las montoneras del caudillo chileno José Miguel Carrera en agosto de 1821, el gobierno sanjuanino mandó a llamar con urgencia y contrató a un grupo de oficiales que se encontraban en Córdoba. Estos oficiales estaban encabezados por Urdininea, quien pudo reorganizar con rapidez a las tropas sanjuaninas que defendieron la ciudad del ataque de Carrera y colaboraron en su derrota en la Batalla de Punta del Médano el 31 de agosto de 1821. El prestigio ganado por Urdininea lo convirtió primero en Jefe militar de San Juan y luego en Gobernador de la provincia. De todo ello estaba al tanto San Martín.

Fue así que, cuando decidió enviar a un delegado personal suyo para lograr el envío de una expedición desde las provincias argentina hacia el Alto Perú, pensó que Urdininea podría tener un rol clave en ella. El encargado de esta misión fue el joven oficial peruano Antonio Gutiérrez de la Fuente que partió desde Lima en mayo de 1822 hacia Chile. Este encargado llevaba instrucciones precisas de San Martín entre las que se pueden leer las siguientes: ‘El encargado partirá desde Mendoza a San Juan: conferenciará con el benemérito y patriota coronel Urdininea, a fin de que se haga cargo de la división de Cuyo, aunque no sea más que cien hombres de Mendoza, ídem de San Luis y otros tantos de San Juan, los que reunidos sin pérdida de momentos, si es que estos pueblos se prestan, podrá marchar por la Rioja y Catamarca, reuniendo la fuerza de Cuyo a la que estos pueblos puedan prestar, con la que marchará sobre Salta’.

‘Desde el punto de San Juan se dirigirá a Córdoba en derechura para entregar los pliegos al señor general Bustos, a él que propondrá el mando general de las fuerzas que se reúnan en Salta con las que él lleve; y en caso que el general Bustos no quiera encargarse de este mando, verá si puede verificarlo el coronel Urdininea: pero si el primero no aceptase, Urdininea podrá encargarse del todo’.

Con la frase ‘Urdininea podrá encargarse del todo’ queda claro la confianza que le tenía San Martín. Pese a la gran labor de Gutiérrez de la Fuente, la misión estuvo a punto de fracasar pues, si bien las provincias de Mendoza, San Juan, San Luis y Córdoba, aceptaron colaborar en el armado de la expedición al Alto Perú, todas condicionaron su participación si se conseguían los fondos para financiar la marcha de los soldados. El enviado de San Martín intentó conseguir estos fondos en Buenos Aires, pero su gobierno influido por Bernardino Rivadavia, se negó a participar costeando la expedición. Para evitar arruinar la misión, Gutiérrez de la Fuente mandó a llamar a Urdininea a Córdoba y allí, junto al Gobernador Bustos, acordaron conformar una expedición más pequeña con el apoyo de algunas provincias y el dinero aportado por un empréstito.

Tras este acuerdo, que incluía a Bustos como principal jefe y Urdininea con su segundo al mando, el peruano y el gobernador de San Juan siguieron juntos a San Luis. En esa ciudad a fines de octubre de 1822 se definió el futuro de la misión pues allí se encontraron con el agente inglés Godofredo Poygnard quien ofreció un empréstito de 50.000 pesos para financiar la expedición. Gutiérrez de la Fuente no dudó y designó a Urdininea como Jefe de la expedición. Sin embargo, Córdoba, San Luis y Mendoza por distintos motivos desistieron de sus contribuciones por lo que Urdininea decidió conformar el cuerpo expedicionario con recursos de la provincia a su cargo.

Así, el 20 de noviembre de 1822 se firmó en San Juan un convenio entre el Gobernador Urdininea y el inglés Poygnard que colocaría 50.000 pesos para costear la marcha de 500 a Salta. La condición de cuerpo expedicionario era muy importante porque implicaba que los soldados estaban destinados a movilizarse a otro destino.

Urdininea puso todo su empeño en cumplir el pedido de San Martín y en poco menos de dos meses organizó un nuevo cuerpo militar denominado los Dragones de San Juan. Finalmente, tras renunciar como Gobernador de San Juan el 10 de enero de 1823, inició la marcha a Salta comandando los Dragones de San Juan. Su marcha fue dificultosa y tras un camino por La Rioja, Córdoba, Santiago del Estero y Tucumán llegó a Salta en abril de ese año. Sin embargo, por diferentes circunstancias Urdininea junto a los Dragones de San Juan recién penetraron en territorio altoperuano a comienzos de 1825. Con esta acción se cumplía tardíamente el objetivo de San Martín, siendo este hecho la última expedición que impulsó el Libertador en América para asegurar su libertad e independencia de España.

Por Guillermo Genini 
Historiador e investigador
COLABORACIÓN