Si hay una planta que despierta pasiones entre los amantes de la jardinería es el rosal. Una de las floraciones más hermosas que existen, y que despiertan una duda generalizada: cómo cuidar las rosas para que duren más y poder alargar su presencia. Una manera de contar con la flor que recibe el sobrenombre de la dama del jardín en plenitud un poquito más. Tendemos a creer que necesitamos saber cómo cuidar las rosas para que estén más tiempo con nosotros. Y ahí nos encontramos con el primer error. La rosa no deja de ser la floración de una planta que, para poder llenarse de ellas, necesita de ciertos mimos y cuidados. Un rosal que no se encuentra en plena forma podrá florecer, sí. Pero ni lo hará con la cantidad que podría ni las rosas durarán todo lo que deseamos. Por este motivo, es importante conocer qué cuidados demanda nuestro rosal para poder florecer en plenitud. Para hacerlo con vigor y, lo que es más importante, con salud. La mejor manera de sembrar para recoger su fruto, esa maravillosa flor, en los meses de sol.
Antes de entrar en detalle sobre cómo cuidar las rosas, sepamos un poco más de las necesidades del rosal. Unas que marcan de manera directa no solo su salud sino, también, su capacidad de florecer con mayor o menor intensidad. El género Rosa está compuesto por un conocido grupo de arbustos generalmente espinosos y floridos representantes principales de la familia de las rosáceas. En líneas generales, los rosales son plantas rústicas y resistentes. Capaces de sobrevivir, incluso, a las duras heladas invernales para rebrotar en primavera. Unas plantas que, con pocos cuidados, nos acompañarán durante muchos años. Un buen motivo para prestarle la poca atención que precisan en los momentos clave del año.
La plantación, factor clave
Si hay algo que determina directamente no solo el bienestar de un rosal sino, también, cómo cuidar las rosas es su plantación. Plantar un rosal correctamente es tener la mitad del trabajo hecho en lo que respecta a los cuidados propios de la planta. Elegir una ubicación con al menos seis horas diarias de sol, hacerlo a la profundidad de plantado necesaria, dejar espacio entre rosal y rosal para que puedan oxigenarse, o hacerlo en un emplazamiento a cubierto del viento nos facilitarán enormemente su correcto cultivo. Unas condiciones que no son solo necesarias para aquellos rosales plantados directamente en suelo sino que, además, se hacen extensibles a los rosales en macetas.
Darle el suelo que necesita
Los rosales demandan una tierra neutra o, en su defecto, ligeramente ácida. Además, tiene que ser rica en materia orgánica. Por esta razón, lo ideal es que nos decantemos por utilizar un sustrato específico para rosales ya que contará con la formulación de nutrientes necesaria para este tipo de plantas. Además de esto, no es conveniente plantar un rosal en el lugar en el que ha habido otros plantados previamente. El rosal es una planta con una alta demanda nutricional, por lo que es probable que la tierra esté completamente agotada. De tener que hacerlo en el mismo sitio, lo ideal es que realicemos un pozo de buenas dimensiones que enriqueceremos con el mismo sustrato que acabamos de comentar. Un buen drenaje es fundamental. Tanto si tenemos plantado un rosal en maceta como si está directamente en el suelo, tenemos que prestar mucha atención al drenaje. Aunque el rosal demanda una pauta de riego regular y un suelo húmedo, no tolera el exceso de agua en las raíces.
> Control de plagas
Uno de los aspectos más delicados de esta planta. A pesar de ser sumamente resistente, es un auténtico imán para algunas plagas. Unas que pueden comprometer seriamente no solo su floración sino, también, su salud. Algunas de las plagas más habituales del jardín en verano son las que podemos encontrar en nuestra planta. Pulgones y sus amigas las hormigas, araña roja o el hongo oídio son algunos de los enemigos que tendremos que combatir desde el principio.
Un consejo: para eliminar las plagas nada como conocerlas. Y nada de dormirnos en los laureles: además de pasarle revisión a nuestra planta, es importante tomar medidas con insecticidas o fungicidas específicos.
> Poda en pleno invierno
Uno de los cuidados del rosal en invierno más importantes. Cuando la planta todavía está aletargada, es momento de realizar la poda más importante del año. Con ella conseguiremos que, con la llegada del buen tiempo, el rosal rebrote en plena forma. Lo ideal es hacerlo en febrero, cuando el invierno comienza a retirarse. Sin embargo, si este mes todavía se presenta con muchas heladas es recomendable que lo dejemos para marzo. Pero no más tarde, ya que puede retardar considerablemente la floración de la planta.
Cómo cuidar las rosales en flor
Para empezar, es importante que cuando la planta comience a rebrotar en primavera eliminemos los chupones. Esos tallos que crecen directamente del tallo principal de la planta, y que son únicamente ladrones de nutrientes. Este tipo de ramas no florece, pero sí puede provocar que el rosal no tenga recursos para hacerlo en condiciones. Es recomendable podar lo más cerca posible del tronco, y siempre en bisel opuesto. De esta manera, no podrán acumular agua y rebrotar para continuar agotando la planta.
Un aspecto fundamental es el riego de los rosales. Cómo administrar de distinta manera según el tipo de rosal. En el caso de rosales plantados en suelo y con ciertos años, podremos espaciar los riegos. Este tipo de plantas cuentan con un buen entramado de raíces y pueden buscar agua a buena profundidad. Si se trata de un rosal joven, lo ideal es que mantengamos siempre húmedo el sustrato durante los meses en los que comienzan a subir las temperaturas. Un cuidado que también tendremos que aplicarle a los rosales miniatura.
El tipo de maceta en el que estén plantados es importante. Para este tipo de plantas, las macetas de barro son lo ideal: mantienen la ventilación de la planta y permiten mantener un cierto grado de humedad. Para los rosales, siempre tendremos que evitar las macetas de plástico ya que pueden comprometer la salud de las raíces.
Es importante entender que un rosal seco tendrá rosas secas. El riego del rosal es en su base, evitando siempre mojar hojas o flor. En caso de hacerlo, podemos provocar la aparición de hongos. Unos malos compañeros de viaje para cuidar las rosas.
Y, para acabar, un último consejo para saber cómo cuidar las rosas y que nos duren más: eliminar las rosas marchitas. De esta manera, la planta no tendrá que gastar recursos para las rosas que ya están estropeadas y tendrá la oportunidad de concentrarse en las que están a punto de abrirse.
Y después de llevar a cabo todos estos cuidados para cuidar las rosas y el rosal, tan solo nos queda una cosa, ¡disfrutar de su increíble belleza!.
Texto y fotos: María Inés Montes