Muchas son las canciones que cada año reviven para esta época de abrazos y esperanza renovada. La Navidad, especialmente, ha inspirado a muchos autores que le han dedicado sentidos versos, también en el folclore argentino. De este universo, quizás la más difundida sea La Navidad nuestra, de Ariel Ramírez y Félix Luna, pero hay muchas más. Algunas fueron reunidas en una vieja edición de la revista Folklore, en una sección llamada Vamos a cantar, dedicada a esta celebración. También en un Long Play editado a fines de los “60 por Philips. Se trata de Villancicos de nuestra tierra (o también Villancicos de nuestra patria, parte de la colección de Música para Navidad, de Phonogram), donde están Niñito de Belén, de Chango Rodríguez; Camino al pesebre, de Oscar Valles y Carlos Vega; y Canción de cuna, de Gustavo Leguizamón, por citar solo tres. Justamente en esa selección, abriendo el Lado 2, hay una pieza que es muy especial para los sanjuaninos: Se trata de Cuento de Navidad, escrita por Buenaventura Luna (nombre artístico de Eusebio de Jesús Dojorti, 1906-1955), con música de Eduardo Falú, el artista salteño a quien de tanto en tanto se le atribuye, erróneamente, la autoría del tema completo.

En la voz y guitarra de Falú (que entre 1937 y 1942 integró la Tropilla de Huachi Pampa, famoso conjunto creado por Don Buena) y de otros cantantes, esta joyita se puede escuchar todavía en viejos discos y en actuales plataformas como YouTube y Spotify. También ha sido interpretada en vivo, aunque no con frecuencia, lamentablemente, y prácticamente sin registros. Por ejemplo, se hizo en Córdoba, para el Especial de Navidad de 2020 y en 2021 (virtual, por la pandemia), con la Banda Sinfónica y el Coro Polifónico de esa provincia. En San Juan, la ejecución más “vistosa’ fue la que se hizo en 2012, en el marco de los convocantes Conciertos de Navidad que proponía la Legislatura Provincial al aire libre, con entrada libre. En aquella oportunidad contó con la ejecución instrumental de la Camerata San Juan y la letra fue recitada por Horacio Espejo.

“La estrella nos guiaba /con rumbo a Belén/ y todas la cosas / dijeron: “¡Amén!” (…) Y a este cuento que yo digo / siendo chango, lo contó / El Tatita, que es mi amigo / Por eso yo creo en Dios’, dice parte de esta canción, devenida a villancico de la mano de los sellos discográficos, que explícitamente da testimonio de la fe que profesaba Buenaventura. Creencia que alumbró otras composiciones sobre el Nacimiento, igualmente simples, profundas y bellas, como Ofertorio de los pobres (muy sanjuanina, donde recorre distintos departamentos y que tiene pinceladas de humor) y la que también tituló Cuento de Navidad, distinta a la que hizo con Falú (narra la historia que se cuenta en sus pagos jachalleros), pero que no fueron grabadas (ver ).

“Tanto él como su compañera Olga Maestre -y asimismo los hijos de ambos- fueron creyentes, pero siempre entendieron la fe al modo popular, como esa piadosa religiosidad de los pobres, alejada de las jerarquías eclesiales; aunque ello no le impidió tener amigos curas como el padre Tomás Cruz’, comentó a DIARIO DE CUYO Carlos Semorile, nieto del poeta huaqueño, escritor y guardián de su legado. “Y me parece que si volvía sobre el tema (la Navidad) es porque lo conmovía la raigambre del cristianismo popular de la devoción de los pobres’, agregó quien conserva material inédito, escritos inconclusos y bocetos que reflejan “el tipo de diálogo que él supo tener, como los hombres y mujeres del pueblo, con el Creador’.

La del creyente, una de las facetas tal vez menos exploradas dentro de la rica obra del inmenso Buenaventura Luna, valiosa e interesante para profundizar. Y esta época del año puede ser un buen momento, un disparador, un buen motivo para acercarse a ella.

“Lo que puedo decir con certeza es que Dios aparecía con frecuencia en sus escritos de todo tipo, pero su credo fue lo que enseñó su hijo: la piedad cristiana en todas sus formas, también las que permanecen encarnadas en la cultura popular’, concluyó Semorile, para quien si “Cuento de Navidad’ -que según algunos testimonios, también fue parte del disco Navidad Folklórica, del sello Antar, en 1964- no alcanzó la popularidad de otras por el estilo, “es por las mismas razones que se desconocen tantas cosas suyas’.

La canción Cuento de Navidad, con letra de Buenaventura Luna y música de Eduardo Falú, puede escucharse, interpretada por Falú y por otros cantores, en YouTube. También aparece allí, en Apple Music, Spotify y otras plataformas como parte del álbum Señor del Folklore (Inamu Discos), tributo a Falú; aunque da a entender -de modo erróneo- que la autoría total es del artista salteño.

El disco editado en 1969 con obras navideñas del género folclórico, donde Cuentos de Navidad abre el Lado 2

* Cuento de Navidad B. Luna / E. Falú 

Sus largas orejas el asno paró:
“¿Adónde ha nacido?’, el buey preguntó.
Muy quedo, la oveja balaba: “en Belén’.
Los Reyes dijeron: “Será para bien’.
Calentaron con su aliento al recién nacido Rey,
los corderos y el jumento,
lo mismo que el manso buey. /bis/
Y a este cuento que yo digo, siendo chango lo contó
El Tatita, que es mi amigo.
Por eso yo creo en Dios.

A la medianoche el gallo cantó.
Los hombres le oyeron:
“¡Ya Cristo nació!’
La estrella nos guiaba
con rumbo a Belén
y todas la cosas
dijeron: “¡Amén!’
Calentaron con su aliento
al recién nacido Rey,
los corderos y el jumento,
lo mismo que el manso buey.
Y a este cuento que yo digo,
siendo chango, lo contó
El Tatita, que es mi amigo.
Por eso yo creo en Dios.

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  • Ofertorio de los pobres
    De Patay -güen alimento- / y de algarroba tamién / en Jáchal cargué el jumento / pa’ mi Niño de Belén.
    De Angaco vengo al galope / porque allí mi amor halló / un cantarito de arrope / que le traigo al Niño Dios.
    De Valle Fértil -edén / de humildes cosas benditas- / traigo esta yunta “e cabritas / para el Niño de Belén.
    Yo traigo desde Media Agua / un costal de trigo arroz / Haganlé +guanaco+ y +guagua+/ de güen pan al Niño Dios.
    Yo soy muy pobre, Niñito / Muy pobre, pero de tino / y te traigo este gallito / que le sobraba al vecino…
    Yo soy marucho de tropa / -naides más pobre que yo- / pero le traigo esta ropa / pa’ abrigarlo al Niño Dios.
    Para un niño que no llora / y tiene la boca pura / traigo esta cesta “e totora / llena de fruta madura.
    Yo soy de La Majadita / soy pastorcillo tamién / y le traigo esta ovejita / a mi Niño de Belén.
    Le traigo al Niñito puro / con todo mi sentimiento / este membrillo maduro / de mis pagos de Sarmiento.
    De la tierrita ullunera / de la que soy oriundo / yo le traigo al Rey del Mundo / muchas uvas… y una pera.
    Y yo te traigo, changuito/ de Veinticinco de Maio / este melón chuñusquito / (no vas a crer que es zapaio).
    Tan sólo este manso güey / le traje de Trinidad / en ofrenda al Niño Rey / del amor y la bondad.
    Y yo te ofrezco estas brevas / fresquitas del Albardón / a ti, que contigo llevas / mi vida en tu corazón.
    Desnudo el pecho moreno / con la alegría más honda / yo le oferto al Niño Bueno / estas granadas de Zonda.
    Le traigo al Niño Jesús / (pa’ que lo voy a negar) / el burro que el andaluz / busca y busca sin hallar.
    Yo soy de Desamparados / y le traigo al Niño Dios / estos racimos dorados / que un noble sol maduró.
    Del fondo de Calingasta / -tierra de amor y de luz- / traigo un torito del asta / para al Niñito Jesús.
    Y yo, de La Iglesia vengo / trayendoté, criaturita / esta mansa vicuñita / que es lo único que tengo.
    Vos me vais a perdonar / (que pa’ algo sos divino) / pero hi teniu que robar / pa’ trairte este litro “e vino.
    Rosas de nieve y armiño / y este clavel reventón / para ofertarlos al Niño / los traje de Concepción.
    Niñito Dios, que te nimbas / de luz de amor y piedad / te traigo desde Las Chimbas / los frutos de mi heredad.
    De allá del Rincón Cercau / (yo tampoco sé mentir) / estos quesos hi robau / por no dejar de venir.
    Yo soy del Quinto Cuartel / y soy muy pobre, Niñito / pero te traigo esta miel / y estas nueces del Pocito.
    Una estrella esplendorosa / a mí me sirvió de guía / y al Niño ofrezco esta rosa / nacida en Santa Lucía.
    No te me vais a enojar / Niñito Dios de mi vida / si me perturbo al hablar / porque soy de La Bebida.
    Niñito divino y güeno: / sin gastarme en tanta labia / que da risa y hasta rabia / te traigo panes morenos /
    que hace un año, por lo menos / horniaron en Rivadavia.

 

  • Cuento de Navidad (otro)

    Tengan todos la bondad / de escucharme, porque quiero / contar, a lo jachallero, /mi Cuento de Navidad.
    Miren ustedes que a ras / de aquél libérrimo suelo / lo mismo que en santo cielo / conviven amor y paz.
    El retamo y la jarilla / fraternizan en la arena / junto a la pura y sencilla / flor del aire o azucena.
    Junto al cháguar crece el cacto / de erectos brazos abiertos / al cielo, como en el acto / de orar por caciques muertos.
    Sonriente y musicador / aunque no sea profundo / el río es río cantor / porque es labriego y fecundo.
    Qué alegre canta la tagua / bajo estos cielos de añil / y qué clara corre el agua / de San Roque a Niquivil.
    Y esto se cuenta en la tierra / donde conejos y gallos / entre mulas y caballos / andan, sin moverse a guerra:
    “Sin pecado concebido / -porque nació para el bien- / el Niño Dios ha nacido / en un corral de Belén.
    Tal vez por ser adivino, / lejos, al gallo anunció / el nacimiento divino / cantando “Cristo nació…’.
    Calentaron con su aliento / al recién nacido Rey / el cordero y el jumento / lo mismo que el manso buey.
    Y es fama que ha de durar / que el mismo buey dijo “No, / hoy no quiero trabajar / por cuidar al Niño Dios…’
    Y la vaca -que conoce / de tal caso la verdad- / desde entonces, a las doce, / se arrodilla en Navidad.
    Una estrella singular / de muy vivos resplandores / fue guiando hacia el lugar / a los Reyes y pastores.
    Y siguiendo aquella guía / cuando al pesebre llegaron / de rodillas lo adoraron / en los brazos de María’.
    Así se cuenta en mi tierra, / donde conejos y gallos / entre mulas y caballos / andan, sin moverse a guerra…
    Donde retamo y jarilla / fraternizan en la arena / junto a la pura y sencilla / flor del aire o azucena.
    Y al caso que aquí yo digo / me lo enseñaron de niño / mi madre con su cariño / mi padre, que fue mi amigo.
    Con lo que afirmo y no miento / que no hay nada de dudoso / en el relato dichoso / del Divino Alumbramiento.
    Y ha de tenerse por bien / de la mortal existencia / que da vida la creencia / en el Niño de Belén.
    “El Milagro del Portal / de la vida’, ha de llamarse / que así Dios quiso mostrarse / en su fuerza contra el mal.
    Y en el cual se echa de ver / que en su lucha con el diablo / quiso Dios que en un establo / viniera el Niño a nacer.
    Clara lección de humildad / que también, de paso, advierte / que al hombre lo hacen más fuerte / el amor y la piedad.
    Todo creo y doy por cierto / y a quien no crea, diré / que vive menos que un muerto / hombre que vive sin fe.
    Que eso piensan, de muy cuanta, / pastor, labriego o arriero / cuantos gozan de la santa / paz del lugar jachallero.