“Un musicazo’, definen por aquí y por allá a Javier Guardia, multinstrumentista, compositor, intérprete, sesionista y arreglador que cuenta varios discos propios y otro en camino; y trabajos junto a Javier Calamaro, Oscar Giunta, Javier Malosetti, Ale Sergi, Pablo Tevez y Willi Piancioli (Los Tipitos), Facundo Soto (Guasones), entre otros. Incluso con el norteamericano Jesse Malin, vocalista de D Generation, a quien conoció a través de otro talento local, su amigo el bandoneonista Juan Pablo Jofré. Hace un tiempo, por razones personales, el sanjuanino decidió poner distancia con la ciudad de la furia y volvió a la provincia. Un paréntesis necesario para él, pero donde no entró la música, que lo acompaña más que su sombra. Desde ese impasse dialogó con DIARIO DE CUYO. Contó sobre su pasado, su presente -que lo encuentra componiendo, grabando y dando clases online de piano, guitarra, bajo, batería, ukelele y canto- y un futuro que por ahora tiene más puntos suspensivos que certezas, pero que mira con ganas.


“No puedo ser autorreferencial respecto de mis virtudes, yo soy una persona más, como cualquier otra’, pone las cosas en claro desde el arranque, cuando se habla del talento que lo llevó a ser parte de lo mejor de la escena musical argentina tras dejar este San Juan que lo vio nacer, también en su profesión. Cordial, frontal, sencillo, sereno, casi como si hubiera recuperado la cadencia provinciana que dejó atrás, contó que su “viaje con la música’ empezó cuando era un niño y cantaba las canciones de los dibujos animados; “pero entonces nadie podía suponer que había algo entre ese niño y los sonidos’, dijo. Eso vino un poco después y entonces armó e integró algunas bandas, como Género Lírico, de folk y Scola, fusión de rock y jazz. También pasó en el Polivalente de Arte: Hacía poco que había ingresado y los llevaron a un concurso en Capital Federal, donde ganaron como Mejor Banda vocal e instrumental, y por eso participaron del Encuentro Juvenil en Cosquín. Sabiendo que era lo suyo, a los 16 años partió rumbo a Buenos Aires, solo.
“Yo era un niño con mucha cultura porque mi viejo es muy lector. Eso es muy bueno, pero acá me aisló un poco, porque era raro encontrar pibes que te hablaran de Nietzche o de Walt Whitman, por ejemplo. Era difícil para mí comunicarme y allá pude encontrar eso, un código que me era más familiar. Tuve secuencias complicadas también, porque nunca había ni laburado, no tenía ni idea, ni sabía lo que era una combinación de subtes ¡Imaginate, si acá había cuatro colectivos que pasaban cada una hora! Es más, la primera vez que fui a un quiosco hasta sentí que el tipo me trataba mal, pero era un tema de acento y de tiempos (risas). Ahora me parece una boludez hablar de esto, pero en su momento fue duro, hasta estuve un tiempo viviendo en la calle’, comenzó a narrar Guardia.
“De a poco me empecé a meter más en música, en el ambiente, me fue bien. Hice toda mi carrera solista, bajo mi nombre. Fusionaba varias cosas, digamos que era música progresiva experimental, siempre composiciones mías. La excepción fue cuando Javier Calamaro me invitó a tocar en un disco que era un homenaje a otros músicos. Él también tocó en un disco mío, igual que Malosetti, Dizzy Espeche, guitarrista de Fito y de Coti; Daniel Oroño, guitarrista de Calamaro… Todos así. Tuve muy buena suerte en general y lo más loco es que ellos accedieron a grabar en mis discos y no me cobraron un peso, no sé por qué, yo estoy reagradecido, siempre… ‘, añadió. “Con Javier en particular hay una gran relación, es un gran amigo. Él grabó un tema mío, Dejame, en mi disco Todos los inventos; después me contrató para tocar con él y también me hizo tocar y cantar en El último trago, Mariposas de madera y Promesas sobre el bidet, de su disco SubVersiones. Y tenemos un disco que es inédito, no puedo decir más de eso. Él es mi familia allá, ha tenido gestos extraordinarios conmigo’, relató antes de resumir todos esos años en un par de oraciones: “Conocí la calle, el sol, la locura, el amor… conocí todo. También estuve en los mejores ambientes tocando con los mejores del mundo’.
¿Entonces? “Pasaron cosas. Yo estaba mal y en medio del mambo me pude dar cuenta, agarré los bolsos y me vine. También para estar con mi viejo, que hace tiempo no veía y tenía muchas ganas de estar con él. Pero no estoy alejado de la escena, para nada, estoy a un colectivo de distancia. Lo que pasa es que necesitaba este tiempo para recomponer mi cabeza y mi corazoncito. Acá soy un “chico runner”, salgo a correr, sigo componiendo, estoy tocando mejor que nunca, me pongo a tocar durante horas, estoy estudiando mucho jazz y dando clases, que me encanta… La música siempre es salvadora, es un amor muy grande’, afirmó. Y acotó: “Además estoy empezando a grabar otro disco, en el estudio El Hornito, de Sergio Manganelli. Eso también es muy importante. La mayoría de las canciones están, estoy componiendo otras’. Se trata, adelantó, de un tributo a la talentosa escultora Camille Claudel, cuyo tormentoso romance con Auguste Rodín acabó con ella.
“La hicieron pasar por loca y la tuvieron décadas en un neuropsiquiátrico. Él la destruyó, le robó trabajos… Y yo pensé “Qué lindo hubiese sido que la hubieran amado”. Así que este disco va a ser un homenaje a ella. Es hacerle un poco de justicia a una mujer que era brillante y a la que trataron tan mal. Es un mundo injusto éste…’, reflexionó el artista, que difundirá su material con DN Recordings, en todas las plataformas y en su página de YouTube, donde se puede escuchar su música.
Conforme con su estadía en estos pagos, disfrutando de compartir lo que sabe con sus alumnos y cargando pilas con sus seres queridos, sin embargo planea regresar en enero a Buenos Aires, donde también hará rodar su nuevo material.
“Siempre hay ganas de volver allá, pero fijate qué loco lo que pasa: Yo nunca sentí que San Juan fuera mi lugar, pero cada vez que he tenido un percance, siempre el lugar para sanar ha sido San Juan. Eso es algo que veo ahora, porque de pendejo no me daba cuenta, era más impulsivo. Después me dan ganas de irme a la mierda de nuevo (risas), no es para mí el ritmo de provincia, es demasiado lento para mí; pero estoy súper agradecido con la gente, que tiene una parte de mi corazón. Solo puedo decir cosas buenas de la gente de San Juan, porque es la que me ha curado cuando estuve mal, esa es la verdad. Por eso, aunque me vaya, mi agradecimiento va a ser eterno’.
Discografía:
– Dame un árbol (2007)
– Todos los inventos (2021)
– El idioma de los perros (2023)
– Tus alas (2024)
ESCENAS. El artista sanjuanino compartiendo pasión con sus colegas: Pablo Tevez and Anfibios, Willi Piancioli, Oscar Giunta y su gran amigo Javier Calamaro.