La llegada de los europeos a América provocó un cambio profundo en el aspecto ambiental y alimenticio, tanto en el paisaje como en la población en el Siglo XVI. Y San Juan no fue la excepción. Según afirma el historiador Genini, los españoles transformaron radicalmente el paisaje que encontraron a su llegada a estas tierras, eliminando la vegetación y la fauna natural e introduciendo nuevas especies en su reemplazo. Además, se cambiaron los hábitos de consumo por completo, porque los europeos tuvieron que acostumbrarse a una nueva dieta.

El historiador cuenta que Jufré y sus hombres tenían una dieta mediterránea que no podían reproducir en América hasta introducir sus propios alimentos. Esto sucedió desde Venezuela hacia el sur del continente, hasta encontrar en el valle central de Chile un clima similar para introducir sus animales y vegetación, que luego trajeron a Cuyo ya adaptados, unos veinte años después de la fundación. Hasta entonces, debieron aprender a comer los charquis de guanaco y ñandú, que los nativos dejaban secar al sol y aprovechando la sequía del clima sanjuanino. Los españoles también se acostumbraron al patay que preparaban los huarpes moliendo las semillas del algarrobo.

“Santiago de Chile fue fundada en 1541 y allí Valdivia llevó animales, plantas y semillas. Entre la vegetación de la Fundación de San Juan durante 1560 se destaca el trigo, la cebada y la vid y entre los animales, hay cabras, ovejas, cerdos, caballos y gallinas. Esto se sabe porque a Pedro Márquez, un vecino español de San Juan que falleció en 1569, le hicieron un inventario de sus bienes y además, el hombre era molinero”, destaca Genini.

A la vez, la existencia de aborígenes que cultivaban fue el factor principal que motivó la fundación de la ciudad en el valle central totalmente irrigado. Las fuentes (según el historiador) hablan de Tucuma, como se conocía el valle donde está ubicada la ciudad de San Juan. Los españoles se asentaban sobre poblaciones ya establecidas.

La historiadora Teresa Micheli sostiene que los huarpes podían vivir con muy poco alimento pero cuando era abundante y ajeno, comían hasta hartarse.

“Francisco de Villagra exploró el territorio en 1551, vio el valle, sus habitantes, evaluó los recursos, la agricultura y analizó que los huarpes estaban acostumbrados a servir porque habían sido conquistados anteriormente por los incas, por eso eran dóciles e iban a aceptar el dominio español”, sostiene el historiador.

Según Genini, los españoles, a su vez, se apropiaban de los espacios agrarios que tenían riego y ya estaban cultivados. Se asentaban donde ya había alimento o se podía producir. Ellos sabían que además de los alimentos, había cultivos y población dócil.

Una vez realizada la fundación de San Juan de la Frontera, los españoles utilizaban las tierras y las zonas cultivadas de los huarpes para introducir sus propios cultivos. Al comienzo, comían lo mismo que los indios: maíz, porotos, zapallo, calabaza y quinoa. Los mismos lugares sirvieron para que los españoles impusieran sus cultivos y junto con el maíz se cultivaba trigo. Cambiaron solamente los cultivos aborígenes que estaban cerca de la ciudad.

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Evidentemente, concluye Genini, hubo una vinculación de los conquistadores sobre los conquistados. Y a la vez, los indios también adoptaron costumbres europeas. “Cuando murió el vecino Pedro Márquez a mediados de 1569, tenía una gran cantidad de ganado: cerdos, chivos y cabras. Sus tierras estaban hacia Zonda y Ullum. Los indios al enterarse de su muerte, comenzaron a comer esos animales”, agrega el académico.

Convivencia

El actual Parque de Mayo, Desamparados y Santa Bárbara eran algunas de las zonas de cultivo. En cambio, por afuera del valle central, a comienzos del siglo XVII, la población aborigen seguía cultivando como siempre lo hacía, sobre todo porotos y zapallos en cercanías de Caucete y 25 de Mayo. Durante bastante tiempo, convivieron zonas donde se impusieron cultivos europeos con otras donde continuaban los cultivos propios de los huarpes.