Se dice que el hidrógeno es el primer átomo de la historia. Está presente en el agua (H2O), en los hidrocarburos, en las plantas, es decir en todas partes, por lo que se puede decir que es inagotable. Entre sus cualidades está la de ser un vector energético liviano que puede ser almacenado en grandes volúmenes y poco espacio, y no emite gases de efecto invernadero lo que lo hace ideal para esta época. Su utilización se extiende a múltiples aplicaciones industriales, en la industria farmacéutica y alimenticia y otras. Pero la mayor complicación que presenta está en la forma de obtenerlo.
La Argentina tiene un gran potencial para desarrollar proyectos de hidrógeno, pero hasta el momento no se han logrado avances concretos. Hay varios tipos de hidrógeno que se los distingue por sus colores: gris, azul, turquesa, rosa, marrón y verde. Este último es en el que hay más interés ya que se le puede dar mayor utilidad en diversos aspectos con cero emisiones hacia la atmósfera.
El hidrógeno verde es el que se obtiene a través de la electrólisis del agua, es decir separando las moléculas del H2O a partir de la electricidad. Si esa electricidad proviene de fuentes renovables, como la fotovoltaica, la eólica o la hidroeléctrica, el resultado es hidrógeno puro sin emisiones. Es decir, verde.
En Argentina ya existe un proyecto que produce hidrógeno verde a cargo de la empresa Hychico, establecida en 2006 en la zona de Comodoro Rivadavia, junto al parque eólico Diadema. Esta planta está buscando probar la factibilidad técnica y económica de la producción de hidrógeno verde a escala.
Hay otras 40 empresas interesadas en participar en la industrialización del hidrógeno verde como Fortescue que ha anunciado la ‘inversión del siglo” por más de 7.000 millones de dólares en Río Negro, pero que no ha logrado avances concretos.
El potencial de Argentina para producir este tipo de energía es innegable, pero lo que falta, según coinciden los analistas, es estabilidad económica y jurídica que fomente este tipo de inversiones a largo plazo. Desde el 2006 nuestro país cuenta con la Ley Nacional 26.123 de promoción del hidrógeno, pero hasta ahora no ha entrado en vigencia plenamente. En tanto hay países como Chile y Uruguay que ya están desarrollando proyectos para posicionarse como productores tanto de uso local como de exportación a Europa y Asia, de donde vendrá la mayor demanda.
Hay que tener en cuenta que uno de los caminos hacia la descarbonización total es electrificar todo el sistema energético y utilizar energía renovable limpia. A partir de ahí producir hidrógeno verde que es uno de los posibles combustibles bajos en carbono que podrían reemplazar a los hidrocarburos fósiles de hoy.
No hay que descartar la posibilidad que tiene San Juan de convertirse en productor de hidrógeno verde al contar con parques solares y diques que pueden producir energía hidroeléctrica, dos de los elementos fundamentales para producir hidrógeno.