*Fotos: colaboración Adolfo Riveros y Prensa Ministerio de Educación

Asistencia perfecta. Nadie pero nadie faltó ese día a la escuela. Ni los chicos, ni los grandes. Había una razón justificada: la escuela República de Bolivia, la casa de todos en la localidad de La Planta y por la que en diferentes circunstancias fueron noticia en las tapas de diarios -no sólo en DIARIO DE CUYO sino en publicaciones de todo el país-, estaba de fiesta por su 75º aniversario, un evento que por supuesto no pasó desapercibido para el pueblo ubicado a unos 150 kilómetros de la capital de San Juan. Por segunda vez en todos estos años, y luego de décadas sin visitas oficiales, recibieron no sólo a las máximas autoridades del ministerio de Educación, sino que también toda la cúpula del municipio de Caucete.

La gran maestra. Catalina Escudero fue la primera mujer a cargo de la escuela República de Bolivia en 1957. Llegó con 20 años, acompañada de su mamá y la recibieron los gerentes de la mina. A los 88 años, contó en el acto, sus vivencias.

Tampoco faltaron los padres y los ex docentes que tuvo esta escuela, un emblema del lugar, escenario para buscar respuesta en situaciones de emergencia, la atención médica de los viernes, momentos felices como casamientos y bautismos; y otros teñidos de tristeza y preocupación, como sepelios o reuniones de la comunidad. Los anfitriones -el actual director Adolfo Riveros y el cuerpo docente de casi una veintena de personas (entre los de especialidades y los que son itinerantes), y los estudiantes- le dieron la bienvenida a Jorge Lozano, el ex director que se ha jubilado hace unos meses, luego de 25 años al frente de ese centro educativo rural que en 2018 fue el mejor de todo Cuyo en las Pruebas Aprender; y a Catalina Escudero, la maestra que llegó en el tren Belgrano en 1957, acompañada por su mamá, y que según contó en el acto, en ese rol y como parte de una clase, pudo tener en sus manos un lingote de oro. Sin lugar a dudas, lo dijo en el sentido literal -no hay que olvidarse que en ese sitio estaba la planta procesadora de las piedras que contenían el metal precioso- pero también metafórico, por el papel que le tocó cumplir con los chiquitos en una zona donde no había ninguna otra institución. La mujer que actualmente tiene 88 años no sólo repasó todo lo que le ofrecían con tal que hubiese una docente ahí sino que además deseo que los docentes tuviesen éxito para “formar buenas personas y excelentes argentinos”, y pidió que no se olvidaran de ella para “el centenario de la escuela”.

En resumen, según detalla Riveros, fue un festejo de cumpleaños inolvidable: cantaron el Himno Nacional Argentino pero también el de Caucete, hubo discursos, sketchs y todos apagaron las velitas de una torta. Actuó el coro de la escuela y la academia folclórica “Encanto de mi tierra”, integrada por alumnos que siguen las instrucciones de la seño Valeria Herrera, que hizo su presentación oficial, aparte de la Banda de la Policía de San Juan a pleno, haciendo un show que hizo bailar a todos los presentes. El broche de oro fue con una vaquillona a la olla, pero antes un par de autitos robotizados transportaron pergaminos y cartas con mensajes de los estudiantes avanzados que fueron enterrados en la cápsula del tiempo que recién se abrirá, para el festejo de los 100 años.

Para la posteridad. Autittos robotizados interrumpieron el acto para traer los mensajes de los estudiantes avanzados y del personal que van a formar parte de la cápsula del tiempo de la escuela que recién se abrirá en 25 años para el festejo del centenario.

Todavía impactada por el empeño y el trabajo en equipo que hacen los docentes junto a los padres -algo que confiesa orgullosa quedó demostrado en el acto del 26 de septiembre pasado-, la ministra de Educación, Silvia Fuentes, comparte que “fue muy emotivo participar de un aniversario tan significativo de la escuela República de Bolivia y poder acercarme a esta comunidad de más de 70 familias que no conocía y que era importante para mí porque había recibido muchas veces, por intermediación del exdirector, sus pedidos e inquietudes para poder resolver las situaciones o problemáticas que tienen”. La funcionaria fue en la oportunidad acompañada por la secretaria de Educación, la directora y subdirectora de Nivel Primario, supervisora y como regalo por el cumpleaños llevaron no sólo banderas de ceremonia sino además resmas de papel (fundamentales para sacar fotocopias de material de estudio y tareas para los alumnos), además de diferentes utensilios de cocina, una placa conmemorativa y golosinas para todos los chicos.

Visitas especiales. Buena parte del gabinete del Ministerio de Educación y de la intendencia de Caucete estuvo presente en la jornada.

También estuvo presente la madrina del Nivel Inicial de ese establecimiento, la intendente de Caucete, Romina Rosas y parte de su gabinete, quienes les llevaron los dos primeros aires acondicionados que tendrán las aulas. Antes habían recibido otros, pero los colocaron en otros espacios compartidos.

> CORAZÓN DE PUEBLO

La Planta -un poblado de Marayes (cuyo centro está a 8 kilómetros)- está más cerca de la provincia de La Rioja (Chepes, queda a unos 80 kilómetros) que de otro punto estratégico de San Juan (Caucete está a 120 kilómetros), surgió gracias a la mina de oro que se instaló en las cercanías. Hasta entonces no había nada allí.

Sus habitantes, especialmente los chicos, se hicieron conocidos en la década del 2000, cuando en vez de ir a la escuela salían a mendigar agua a todo vehículo que circulara por la ruta nacional 141 y la ruta provincial 510. De hecho, estar a la vera del camino con los bidones, tachos y botellas plásticas se hizo rutina a partir de que la vertiente del río Papagayos -que lo atraviesa- se secó, por lo que el abastecimiento quedó en manos de un camión cisterna, que dos veces a la semana, rellenaba un pozo comunitario. Obviamente esa dotación de agua potable, no alcanzaba, más en un lugar que en verano, los más de 40 grados son la temperatura reinante.

“La escuela República de Bolivia nació por un pedido de los trabajadores de la planta minera, en su mayoría bolivianos, a su tercer dueño, un señor Jorge Sueiro -esa mina se inició a finales del 1800, con un tal Parker, un norteamericano que luego la vendió- quien estuvo de acuerdo y no sólo la gestionó en la entonces Dirección General de Escuelas sino que facilitó muchas cosas para que algún maestro quisiera ir ahí, desde la comida hasta el ranchito donde dar clases. Un 25 de septiembre de 1949 abrió las puertas y al tiempo, se trasladó a un lugar un poco mejor en la construcción de la mina. Es más llegó a tener dos anexos: uno en la mina y otro en la Pileta del 20 (un poblado camino a La Rioja), mas la escuela propiamente dicha de La Planta. En esa época llegó a tener alrededor de 100 alumnos. Hasta que en el año ’64 se cerró el emprendimiento minero, la gente se fue, pero la escuela quedó en pie para los hijos de las familias que vivían en los puestos y aprovecharon a mudarse a las construcciones que quedaron desocupadas”, cuenta Lozano que reconoce que ha sido testigo de buena parte de los cambios del lugar.

En ese entonces, la escuela era tan solo dos aulas y un pasillo de adobe (ahí recibían las clases los chicos del secundario que es hasta 3º año) y más tarde una casilla de aluminio que antes había pertenecido a la escuela Andina. Sin embargo siempre fue el espacio que aglutinó a los vecinos. De hecho, actualmente sigue siendo punto de encuentro, ya sea por la edificación que es tan grande que permite reunirse ahí por diferentes temas, por el wi-fi (aunque en el lugar algunas familias pueden pagar el cánon de fibra óptica en sus viviendas, otros no), por la radio que los conecta con la Red de Telecomunicaciones de San Juan (especialmente cuando se corta la luz o se cae Internet) o, quizás lo más importante porque las aulas sirven de consultorio para el médico clínico, el dentista y la psicóloga, que atienden una vez por semana.

“Cuando yo llegué en 1999 solo el 40% de los niños iba a la escuela. El resto, a la ruta a pedir agua. Hoy por hoy todos están escolarizados por suerte”, agrega Lozano, que es un “libro abierto” sobre La Planta. Todos son 50 niños entre primaria (cursan en grados agrupados) y secundaria (tienen ciclo básico hasta 3° Año) y 7 chicos en el Nivel Inicial, según detalla el director Riveros. Aparte, aclara, por convenio con la Agrotécnica de Valle Fértil, siguen estudiando ahí, mientras pernoctan en la Casa del Niño. Este ciclo tendrá a sus primeros egresados del secundario. Hay otra alumna “plantera” -como llama Lozano a los oriundos- que es la abanderada de la bandera ciudadana de la Epet N° 1 de Caucete y una joven más, Leticia Espinoza, a la que le quedan pocas materias para recibirse de Ingeniera Agrónoma de la Universidad de La Rioja, cursa en Chepes. Es el orgullo del pueblo, la primera en tener un título universitario.

Nobleza obliga decir que entre fines del 90 y la actualidad, hubo muchas transformaciones añoradas en el pueblo. Desde que en el 2000 se creó el Jardín de Infantes hasta que en el 2014 se entregó un edificio con todas las comodidades para tal fin (4 aulas, una sala para Nivel Inicial, un taller multifunción, un salón de usos múltiples, una sala de informática dotada de todo el equipamiento por la Fundación Banco San Juan, aparte de un dormitorio con calefacción, refrigeración, placares y sanitarios independientes para maestros varones, lo mismo para las docentes femeninas y uno más, para el director; ya que todos permanecen en el establecimiento durante la semana. La escuela tiene una cocina con economato, con heladera, freezer, horno y cocina que les permitió dejar de preparar la comida con leña. Recién, en el 2016 se dotó a la escuela y a todo el pueblo- con agua potable gracia al acueducto y electricidad. También señal de Internet.

Feliz, Lozano, recuerda que fue “la primer escuela de Jornada Completa que tuvo la provincia. Eso hizo que se modificaran las rutinas en el pueblo, a partir del 2007: porque las clases empezaban a las 8 (antes a las 13) y se extendieran todo el día, aparecieron los profesores y las clases de especialidades, toda una novedad que hizo que aparecieran verdaderos talentos. Eso sin contar que se les da el desayuno, el almuerzo y la merienda”.

Pese a los avances, coinciden los docentes, siempre falta lo básico, como los útiles (especialmente cuadernos, lápices, elementos de geometría, papel para fotocopias), zapatillas y guardapolvos (los que están usando actualmente los estudiantes son unas casacas verdes que les donaron de la escuela Iannelli de Caucete). Es que la pobreza no se pudo erradicar de La Planta. La mayoría de las familias sobrevive con la venta de animales que crían, especialmente cabras. Otros de la leña que hachan en el campo, del guano que recogen en los corrales o de ir a cosechar cuando es temporada. Por eso la escuela es sinónimo de esperanza, al menos, de un futuro mejor.