“Tengo tanta angustia y problemas dando vueltas en mi cabeza que siento que en cualquier momento me va a estallar. Pero lo que más me preocupa ahora es que mi hijo se vuelva a enfermar por el frío”. Así lo dijo José Luis Zafra, que desde hace dos meses vive en una capilla junto a su pareja y a su hijo de 9 años. Tras una discusión familiar quedaron en la calle, pero “gracias a Dios” encontraron refugio y ayuda en la Capilla de Guadalupe y San José, en el Barrio Valle Grande, Rawson, donde “sobreviven” desde entonces, haciéndole frente al frío y a la falta de baño y de agua. Este joven, de 34 años, dijo que tiene plata para alquilar alguna vivienda, pero que no cumple con los requisitos exigidos.
A la preocupación de no tener dónde vivir, se la suma la precariedad con la que vive la familia Zafra en la capilla del Barrio Valle Grande. Es que este edificio no cuenta con las instalaciones necesarias para albergar gente, ya que no es su fin y ni siquiera está terminado, motivo por el cual carece de algunos servicios básicos esenciales. De todos modos, esta familia agradece tener al menos un techo donde cobijarse. “Estamos muy agradecidos porque nos abrieron las puertas de la capilla y nos permitieron quedarnos en lo que sería la sacristía. Sin esta ayuda estaríamos en la calle. Antes vivíamos en la casa de mis padres, pero tras una discusión familiar nos echaron. Nos quedamos en la calle, pero buscamos ayuda en la capilla y la conseguimos de inmediato. Desde el 28 de abril que estamos viviendo aquí, bajo techo, pero con algunas limitaciones y mucho sacrificio”, dijo Zafra.
El hombre contó que el problema más preocupante que enfrentan es el frío, ya que el invierno recién comienza. Las ventanas del templo tienen celosías con orificios y a las paredes les falta una hilera de ladrillo para llegar hasta el techo de machimbre y por ese espacio ingresa “un frío insoportable”. Ni siquiera las dos estufas eléctricas que uno de los sacerdotes les llevó son suficientes para calentar el ambiente. “No nos quejamos porque demasiado hacen los padres por dejarnos quedar en la capilla. Nos ha tocado vivir aquí los días más fríos del año y faltan muchos más. Lo que hacemos es estar abrigados como si estuviéramos en la calle y dormir los 3 juntos en la misma cama para darnos calor y aprovechar las frazadas, pero eso no fue suficiente para evitar que mi hijo Yasid se enfermara de bronquitis. Ojalá que no tenga una recaída”, dijo Zafra.
A última hora de la noche o en la madrugada, José Luis comienza a acarrear agua en baldes y bidones de la casa de un vecino que vive cerca de la capilla. Y son varios los viajes que hace, ya que la necesitan para consumir, para preparar la comida, para higienizarse y para lavar la ropa, ya que la capilla no cuenta aún con este recurso esencial. Tampoco tiene baño. “Es muy duro y triste vivir de esta manera. Y me da mucha impotencia porque tengo la plata para alquilar una vivienda no muy cara, pero no cumplo con los requisitos que exigen para el alquiler. Piden dos garantes, que es muy difícil de conseguir porque todos están pasando por una mala situación económica y tienen miedo de quedar endeudados por culpa de otro. También piden recibo de sueldo que tampoco tengo porque soy pintor de obra, pero trabajo en negro. Y mi señora que trabaja limpiando un negocio tampoco lo tiene. Así que por más que queramos alquilar no nos dan la oportunidad”, sostuvo el hombre.
Pese a la angustiante situación por la que atraviesa esta familia, ninguno de sus miembros descuida sus obligaciones diarias. José Luis y Paola, su pareja, salen todos días a trabajar, mientras que Yasid va a la escuela, ya que trata de faltar lo menos posible porque respeta el consejo de su papá: estudiar para “ser alguien”. Es por eso que, aún sin terminar de recuperarse de la bronquitis, igual asistió al acto de Promesa de Lealtad a la Bandera para cumplir con su deber.
Pese a las necesidades por la que atraviesan José Luis y su familia, el hombre no pidió colaboración con nada. Sólo expresó sus deseos sobre las cosas que le gustaría conseguir. “No somos gente acostumbrada a pedir que nos den las cosas. Trabajamos duro para que no nos falte la comida. Ahora la estamos pasando mal porque no tenemos un techo, por eso me gustaría tener un trabajo formal con recibo de sueldo para poder alquilar. Es todo lo que pido”, dijo el hombre.
También contó que hace unos días recibieron la visita de autoridades el municipio de Rawson que le prometieron “alguna ayuda” para solucionar el tema de la vivienda. Agregó que espera con mucha esperanza una próxima reunión.
En tanto que desde el Ministerio de Familia dijeron que ayer se enteraron del caso de esta familia que vive en una capilla y que se derivó al área correspondiente para su abordaje.