La vuelta al ruedo de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, intentando influir en el panorama político nacional con algunas actitudes y dichos provocativos contra las máximas autoridades del Gobierno nacional, no puede ser motivo para que, precisamente, estas autoridades nacionales contesten sus afirmaciones, más allá de que sean falsas o verdaderas, colocándose a la altura de una dirigente opositora que ha salido del gobierno con una imagen muy negativa.

Después de un período de llamado a silencio que abarcó aproximadamente 9 meses, la polémica Fernández de Kirchner salió nuevamente al escenario político para criticar duramente la gestión del Presidente Milei. Lo hizo en la primera semana del mes en curso, a través de una carta publicada en las redes sociales en la que cuestionaba aspectos de las políticas de gobierno y, particularmente, la gestión económica libertaria.

Que la dirigente kirchnerista sea provocativa y que busque sacar provecho de una situación comunicacional, debería ser tenido en cuenta por el Presidente y evitar, como se dice en la jerga popular “engancharse en la polémica”. Mientras Cristina Fernández acusó a Milei de gastar su tiempo dedicado a “boludear en las redes”, el mandatario le replicó que él sabía que ella “de economía no entendía mucho”, demostrado por el hecho de que ‘se rodeó de analfabetos numéricos que destruyeron el país con su chamanismo económico”.

Pero como si esto fuera poco, el mismo documento de Cristina Fernández generó la reacción del ministro de Economía Luís ‘Toto” Caputo quien le pidió “tener un poco más de dignidad y permanecer callada mientras los argentinos de bien hacen el enorme esfuerzo de soportar y superar el desastre económico de sus últimos 4 años de gobierno”.

En otros ámbitos del Ejecutivo y Legislativo también hubo en los últimos meses distintos cruces entre oficialistas y opositores, en algunos casos por cuestiones triviales, que están dando muestras de una falta de seriedad para gobernar y que lo único que pretenden es instalar polémicas y discusiones, que no reflejan las reales necesidades que tiene la Nación.

La visita de los legisladores libertarios a represores de la dictadura detenidos, que desencadenó rupturas internas, es una de las tantas acciones provocadoras que podrían haberse evitado y que le hacen mal al oficialismo. Lo mismo que las permanentes discusiones, algunas de ellas hirientes y malentonadas, que se han establecido en el Congreso Nacional al tratarse temas de interés general, a lo que se suman reuniones como la de los 87 “héroes”” de Milei que tuvo lugar con un asado, considerado provocativo para el sector pasivo, después de aprobarse el veto presidencial a la modificación de la movilidad jubilatoria.

Todas estas actitudes que no contribuyen en nada al desarrollo y crecimiento del país, ni a mejorar las condiciones de vida de la gente, son innecesarias y contraproducentes demostrando que la clase política sigue un comportamiento errático que no le hace ningún favor.