La artesanía bien entendida debe ser reconocida por dos factores fundamentales; por ser una expresión cultural que transmite la identidad y tradiciones de un pueblo y por su indudable aporte a la economía de los lugares donde se desarrolla, al haber familias que logran subsistir con las ventas de sus productos, que se caracterizan por su calidad y por lo que representan en su estrecha vinculación con el acervo cultural del lugar donde se las realiza.

Cuidar la autenticidad de las artesanías es, tal vez, uno de los aspectos más importantes a la hora de valorizar cada una de los productos que se venden como únicos y exclusivos, y que son adquiridos por los turistas como algo representativo de los lugares que se visitan.

El miércoles último fue recordado el Día del Artesano en coincidencia con la conmemoración del Día de San José, patrono de la Iglesia Universal, quien según la tradición fue un artesano carpintero que enseñó a Jesús este oficio, dándole un sentido muy especial a la actividad artesanal que desde tiempos remotos es ejercida en cada uno de los pueblos de la Tierra.

Cada sitio tiene sus artesanías propias que van desde elementos de uso común, alimentos, utensilios y una diversidad de objetos para todo uso o para exhibición, como ocurre con una gran parte de los elementos que se adquieren en ferias de artesanías o venta de regionales o lugares donde se promueve el turismo cultural.

La originalidad de las piezas como el sabor y la calidad de los productos cuando se trata de alimentos, entre ellos los tradicionales dulces artesanales, es lo que la comunidad de artesanos debe cuidar con gran esmero. De ello depende el reconocimiento de su labor y del éxito de las ventas, ya que los turistas o los propios lugareños no escatiman recursos cuando saben que un producto es auténticamente artesanal.

La invasión, en ferias o exposiciones de pseudos artesanos que comercializan mercadería producida en serie y con métodos industriales, perjudica muy seriamente a los artesanos que emplean muchas horas de su tiempo para producir una pieza auténtica, que luego se desvaloriza al intentar competir con los demás productos no artesanales.

Controlar con mayor eficiencia la introducción de productos manufacturados a nivel industrial en las ferias o muestras artesanales, contribuirá a que ese sector de la sociedad no se vea perjudicado y se revalorice el nivel artesanal de la provincia en general. En cada localidad, en cada departamento o en cada feria que se organice debe garantizarse a los artesanos que se les otorgará el lugar que merecen para que sus productos adquieran el valor que realmente les corresponde.