Las paredes del secreto se derribaron en agosto de 2020, en plena pandemia. Fue después de que el cartero y su hija menor discutieran, porque él le había prometido una tarjeta de memoria para su teléfono y después no se la quiso comprar. Llorando, la niña partió hacia su habitación, seguida por su hermana mayor. Entonces el problema del teléfono pasó una lejano segundo plano, porque la más chica tomó un papel y escribió en una hoja: ‘el papá abusó de mi’. Fue la punta del ovillo, porque a renglón seguido le dijo que una prima de ambas había pasado por lo mismo, y la mayor le creyó, porque ella también había atravesado por esas aberrantes situaciones. Según la madre, ambas niñas fueron atacadas desde antes de cumplir 4 años y hasta los 12 o 13.
El problema pronto llegó a oídos de su madre, que confrontó al jefe de hogar. El hombre entonces negó todo, le dijo a su esposa que él mismo la acompañaría a hacer la denuncia pero que lo dejara bañarse primero porque seguro que quedaba preso. Eso sí, convencido de su ‘inocencia’, les dijo que cuando saliera no quería a ver a ninguna de ellas en la casa.
Esa misma noche, la mujer agarró a sus hijos y se fue a la casa de un hermano, que al otro día la llevó a denunciar junto a las niñas. Esa denuncia se produjo el 19 de agosto de 2020 y poco tiempo después, el sospechoso quedó detenido.
Al comenzar la investigación negó cualquier vinculación con esos hechos, calificados como abuso sexual con acceso carnal, abuso sexual gravemente ultrajante y corrupción de menores contra sus dos hijas y también contra su sobrina. Y ayer, ante el juez Juan Bautista Bueno (Sala II de la Cámara Penal, secretaría de Patricia ), el fiscal Daniel y el defensor oficial, Marcelo Salinas, volvió a declararse ‘inocente’.
Pero en la misma audiencia, su hija mayor, que ahora tiene 23 años, ratificó también, entre lágrimas la misma versión de siempre. Que comenzó a ser manoseada y a ser sometida a prácticas de sexo oral cuando aún no cumplía 4 años. Que luego sufrió otros ataques que le dejaron severas secuelas, como las pesadillas en las que se enfrentaba a su padre, como siempre lo hizo, y veía llorar a su hermana, porque le decía que había abusado de ella, que había llegado tarde. O esa otra, no menos tormentosa, en la que su mamá perdonaba a su papá y otra vez quedaban expuestas a sus abusos.
Ayer también declaró la madre de las chicas. Y para hoy se esperaban otros testimonios que pueden complicar al imputado, como el de otra hija, su sobrina, o el de las psicólogas que entrevistaron y realizaron pericias psicológicas en las chicas.
El cartero enfrenta cargos con penas de entre 8 y 60 años de cárcel.