Haber admitido que sobornó a una mujer para que cambiara su versión y lograr que su cliente zafara del delito de violación. Y reconocer que intentó hacer lo mismo con una jovencita de 16 años para que desistiera de acusar de abusador a su cuñado, pareció perfilarse como la opción con menores costos personales y profesionales para el exintendente y abogado penalista, Julián Gil. El viernes 23 de agosto pasado acordó con el fiscal coordinador, Francisco Micheltorena, y el ayudante fiscal, Francisco Nicolía (UFI de Delitos Especiales) recibir 1 año de prisión sin detención por esos dos hechos, calificados como encubrimiento agravado. Y así frenó una investigación que se potenciaba a un nivel insospechado, porque de haberse opuesto y haber optado por defenderse en una investigación común, hubiera abierto la puerta a que Fiscalía pidiera incautar los datos de su teléfono celular, secuestrado el día que lo detuvieron.

Para muchos pesquisas en Tribunales, la eventual ‘caja de pandora’ que hubiera significado descubrir qué mensajes y otros contenidos tenía en su celular, fue una de las principales razones para que el abogado se allanara a la acusación y aceptara un castigo.

Hubo otra razón de peso para que el letrado se decidiera a finiquitar todo con un juicio abreviado: la extensa grabación en un teléfono celular que realizó la jovencita a la que buscaba convencer. ‘Era una prueba contundente’, evaluó un investigador.

En esa grabación, el propio Gil decía que no era la primera vez que recurría a ese irregular método de conseguir beneficios en la justicia penal para sus clientes. Justamente el ‘caso Rodríguez’ que mencionó en la grabación, fue corroborado de manera categórica por los investigadores de Fiscalía.

La denunciante en esa causa dijo que se contactó varias veces con Gil, quien le dio $6.000 de su bolsillo y consiguió que el sujeto denunciado le firmara unos pagarés para que, con ese dinero, ella (‘alguien con una situación económica vulnerable’, graficaron) desistiera de su denuncia. Así ocurrió y al final su presunto violador fue sobreseído.

Además de ese caso, en Tribunales había varias causas más de abuso sexual, en los que se repetía el mismo patrón: Gil como abogado defensor, mujeres que denunciaban a sus agresores y, curiosamente, luego se retractaban y conseguían imponer su contraversión de que los hechos no habían ocurrido y tenían como origen otros motivos.

Esos hechos, de todos modos, aún podrían ser objeto de investigación si hubieran nuevas denuncias, precisaron en Tribunales. Sin embargo, las resoluciones a favor de esos sospechosos están firmes y ya no podrán ser revisadas, precisaron.

Al abogado aún le queda otro frente de batalla más cercano y con consecuencias, en teoría, de pronóstico desfavorable: la decisión que tome el Foro de Abogados luego de analizar su conducta como profesional.