Hace 3 años tiene uno de los roles centrales en PerdidaMente – Tirate de cabeza, espectáculo con el que arribará mañana a las 20 hs. al Teatro Sarmiento. Quien hizo de “eslabón’ para que “esto fuera posible’ fue Carlos Rottemberg quien le presentó el libro que tenía en vista José María Muscari. “Fue él quien me llamó y me dijo que estaba en ese proyecto y tardé muy poquito en decidirme porque me pareció de verdad interesante. Inmediatamente me imaginé lo que podíamos hacer’, relató, a sus 82 años, Leonor Benedetto a DIARIO DE CUYO, previo a subir a escena junto a Ana María Picchio, Iliana Calabró, Emilia Mazer y Mirta Wons con la producción que se encuentra en las rutas después de 2 temporadas en la porteña calle Corrientes y un verano en Mar del Plata.

“Esto superó nuestras expectativas. Estamos en el tercer año y esta gira es algo totalmente inesperado’, subrayó quien escribe y publica pensamientos en Instagram los domingos, es madre de María Antonieta Tuozzo (60), Nicolás Tuozzo (54) y Marco Benedetto (44), su hijo del corazón; y, en el pasado, tras la popularidad de su protagónico en Rosa de Lejos (1980) decidió mudarse a España hasta que retornó en 1983, para continuar su trabajo como intérprete y directora teatral.

– ¿A qué se debe el éxito de PerdidaMente?
– Es increíble. Pensé que nos iba a ir bien pero adquirió una dimensión desconocida lo que está ocurriendo y la forma en que responde la gente. Estaremos girando hasta noviembre, después pararemos un mes por las fiestas navideñas y luego volveremos.

– Todo gira en torno al Alzheimer pero en tono de comedia
– Fue algo muy pensado. Yo estuve totalmente de acuerdo con hacerlo, sobre todo por lo que me tocaba a mí.

– ¿De qué manera construyó su personaje?
– No tengo ni un método fijo, ni una receta, ni algo que diga: “‘Esto no va a fallar”. Es una mezcla de intuición, dedicación y muchas ganas de ponerme en un papel que, además, no es lineal. Se trata de una jueza de la Nación que está con síntomas de la enfermedad y tiene monólogos intercalados muy interesantes. Prácticamente lo que cuenta es la historia de la humanidad, algo demasiado tentador para rechazarlo.

– ¿Desde cuándo no subía a los escenarios?
– No me acuerdo bien cuanto hace, pero hacía bastante. En mí caso, si no encuentro un texto seductor para mí, prefiero quedarme en casa.

– ¿Necesita sentirse atravesada por el tema?
– Totalmente. No tiene sentido en este momento del mundo y del país, en este momento de mi vida y de mi carrera, simplemente subirme a un escenario para nada, para repetir monólogos que no sienta que a la gente le importa y le viene bien.

– ¿Podría considerarse al género teatral como un refugio para artistas que no tienen lugar por ser adultos mayores?
– Yo no lo padecí. Además, siempre van a ver personajes de viejos. Por otra parte, cuando no me ofrecen un trabajo, lo provoco, lo gestiono y lo produzco. No me quedo en casa esperando que suene el teléfono. Toda mi vida produje y e hice dirección en teatro, televisión y cine. Por ejemplo, el año pasado dirigí dos obras, haciendo Perdidamente.

– ¿Cuándo no hay ficción en la televisión y en el cine, las tablas son la salvación para el espectáculo?
– Yo creo que un actor puede llegar a ser un elemento interesante para la sociedad que está viviendo un momento no fácil. Como yo tengo muchos años viví muchas situaciones y no soy de las que se quedan lagrimeando en casa. Nunca me cancelaron por tener muchos años, nunca me quedé sin trabajo porque a alguien no le gustaba como lo hacía. Y, aunque suene algo individualista, lo asumo. El actor que dice que después de los 50 no es lo mismo, es una cuestión vieja, no me produce respeto, ni lástima. Nadie tiene que estar arrodillado adelante nuestro preguntándonos qué es lo que queremos hacer o inventándonos un proyecto.

– ¿El teatro sigue siendo un reflejo de la sociedad?
– No todo teatro tiene un mensaje. A veces es un reflejo y a veces no. A mí me interesa que la gente piense cuando va al teatro. El teatro es como un bicho vivo. Hay actores, productores y directores que van a lo más liviano y fácil; y otros que estamos pensando en qué le estamos ofreciendo a la gente, en este momento, en que está pasando un momento difícil.

– Como es el caso de PerdidaMente…
– Exacto. El humor es una manifestación de la inteligencia, no hay otra explicación ni interpretación. Incluso creo que para la vida y no sólo para el trabajo, el humor es de ayuda.

– ¿Jugaba a ser actriz en su niñez?
– Yo cuando niña no quería ser actriz, diría que las vueltas de mi vida me llevaron. No fue por voluntad propia. Para mí, no fue difícil ni la carrera ni el transitar de mi vida como actriz. Además, como no voy en contra de lo que me dicen y me ofrecen, me fijo y si no me veo haciendo eso, digo que no. No es algo que haya planeado encontrar un lugar en el espectáculo, fue ocurriendo y sigue ocurriendo.

– ¿Qué representó Rosa de Lejos en su profesión?
– Si porque la carrera me estaba dando eso que en ese momento no entendí muy bien. Estaba entre mis treinta y cuarenta años. Y, a partir de ahí, todo siguió, fue fluyendo.

– ¿Y se fue a España huyendo de la fama de la telenovela?
– Sí. Allí, por un tiempo paré. Después pude retomar con Adolfo Aristarain, un director de prestigio como él.

– ¿Hizo trabajos que no le gustaron?
– No fue todo un lecho de rosas. Hice cosas que no me gustaron pero necesitaba el dinero. Hubo cosas que hice que ojalá se borraran. Yo soy muy respetuosa de lo que la belleza y la sensualidad significa, no la niego ni me escapo pero no puede ser mi definición vital todo eso.

– ¿Qué significa para usted?
– Es la sensibilidad más profunda que hace que el alma de un ser humano despierte y se dedique a intentar que esa belleza salga de adentro.

PERDIDAMENTE. Mañana a las 20 hs. en Teatro Sarmiento (Alem casi Av. Libertador). Entradas: $23.000, $22.000 y $21.000 en boletería de la sala y online en entradaweb.com.ar