Fue un largo proceso, que ella revive apasionadamente, el que llevó a Karina Belletti a descubrir a Domingo Faustino Sarmiento; pero poco tardó en admirarlo. Maestra rural, traductora, investigadora, dramaturga y confesa sarmientina, el prócer llegó a su vida a través de mujeres del siglo XIX, con espíritu tan progresista como el del sanjuanino -a quien obviamente conocieron-, en cuyas historias ella indagaba. La punta de su ovillo fue Mary Mann y, lógicamente, no tardaron en aparecer los nombres de Sarmiento y luego de Juana Manso. Avanzada esa reconstrucción, que demandó horas y horas de entrevistas, viajes, bibliotecas, encuentros con personalidades, apuntes y lecturas, nació su necesidad de contar lo que no se cuenta; pero no en conferencias ni en documentos, sino a través de un lenguaje que pudiera llegar a la gente de forma más efectiva: dos piezas teatrales. Se trata de la obra Chivilcoy y de la performance Mariposas blancas, que revelan a Sarmiento, indirectamente y no tanto, a través del testimonio que dejaron las maestras norteamericanas que trajo al país y la célebre educadora argentina, cuyas ideas y luchas coincidieron con las del prócer… Y más de un siglo después atraparon a Belletti. Luego de transitar varios escenarios, mañana y el sábado, ambos títulos se presentarán por primera vez en San Juan, nada menos que en la Casa Natal de Sarmiento, Museo Nacional (ver aparte). De esto, la autora y protagonista habló con DIARIO DE CUYO.
– ¿Cuál es el germen de estas propuestas?
– Yo era maestra rural de una escuelita en pueblito de Pehuajó y había armado un intercambio virtual con una escuela de Nueva York para que mis alumnos enseñaran español y ellos les enseñaran inglés. En un momento me pregunté si habría algo en común entre esa escuela pública de Estados Unidos y la de aquí y empecé a investigar. Así llegue a Mary Mann (NdeR: esposa de Horace Mann, a quien Sarmiento fue a visitar a Estados Unidos, interesado en las reformas que implementó en la enseñanza pública, con quien forjó una amistad y promovió que más de 60 maestras norteamericanas llegaran al país) y empecé a estudiar sus cartas con Sarmiento. Mi primera fascinación fue con Mary, después con Sarmiento y luego aparece Juana Manso. A partir de ahí fue una fascinación por Juana, ver la cercanía que tenía con Sarmiento, que era tan fuerte como él, que tenía una historia y que estaba mal contada; y ahí viene Chivilcoy.
– ¿Cómo se baja toda esa investigación a una obra de teatro?
– Durante la pandemia, la cubana María Irene Fornés, ya fallecida, madre del teatro latino en New York y que creó un método de dramaturgia -el método Fornés-, presentó la posibilidad de hacer el curso virtual por primera vez y lo hice. Empecé a animarme a sacar todo esto y escribí Yo soy Juana Manso, que en febrero de este año ganó un premio de la UBA. Por entonces mi hija hacía teatro con Jimena Civelli, egresada de la UNA, con mucha experiencia en teatro independiente, le mostré el texto, le gustó y armamos una performance que llevamos a las escuelas con mucho éxito. Seguimos y me dije: “Si quiero hacer teatro, tengo que poner el cuerpo” y empecé a actuar, más que nada para entender los tiempos. Ahí escribí Chivilcoy, que tiene muchísima investigación, muchos guiños. Es una oda a soñar como soñó Sarmiento, con el gaucho dueño de su tierra, con una casa digna, con escuelas de calidad, con bibliotecas públicas, con trenes, este sueño que fue el germen de la clase media. Hay una parte que dice “Chivilcoy, la fórmula química que no se vence’, porque es un sueño al que hay que seguirse aferrando.
– ¿Creés que el teatro es una buena herramienta para contar lo que no se cuenta oficialmente?
– Yo estuve en la Cátedra Sarmientina en la pandemia y siento que no hay que descartar la Academia, pero eso no llega al corazón de la gente, se queda en una elite y ni Sarmiento ni Juana quisieron quedarse en la elite. El legado de ellos es salir al ruedo a contar una historia bien documentada, bien contada; pero que también sea entretenida, conmovedora y que toque las fibras íntimas, que no quede en la palabra acartonada. Y en eso me ayudó mucho Jimena.
– O sea que lo es…
– Y, a mí me pasó. A mí Sarmiento no me entró por lo académico, me entró por querer saber qué pasaba con este hombre, desde el sentirlo; no desde los discursos.
– ¿Ves una apertura hacia su vida y obra que no hubo antes?
– Por supuesto, y de hecho algunos historiadores que lo destruían, como Pigna, ahora tienen un discurso más amable.
– ¿Por qué creés que pasó eso? ¿Ignorancia, apatía, intereses?
– No sé, a mí me parece que hay una veta feminista de Sarmiento que hay que aprovechar, porque va a zanjar la grieta; y es una veta que no está investigada. Yo entiendo que a Sarmiento hay que traerlo a la luz desde las voces de esas mujeres, por eso Chivilcoy y Mariposas blancas, porque ellas nos van a mostrar quién fue este hombre, un adelantado en derechos de la mujer.
– ¿Has tenido críticas por parte de quienes lo denostan?
– Hasta ahora no, porque creo que les cae muy bien Juana Manso; y tienen que darse cuenta que reivindicarla a ella es reivindicarlo a él.
– ¿Para vos qué significa traer estas obras a la Casa Natal?
– Por un lado creo que para ir contra los panfletos hay que ir sembrando desde abajo, por eso también llevé a mis alumnos al museo Sarmiento, por ejemplo. Y en lo personal, para mí es un sueño. Lo deseaba, pero no me permitía soñarlo. Estoy muy agradecida. Yo soy docente de escuela rural y mi relación con Sarmiento es de amor y admiración. Lo descubrí, lo veo, siento que está vivo en las pequeñas escuelas. Yo estoy hecha, feliz. Llegar a San Juan, a su casa, es una meta en sí misma.
> Dos propuestas para no dejar de ver
La intervención teatral Mariposas blancas (foto) será mañana a las 19 hs en la Casa de Sarmiento, con entrada libre. Dirigida por Jimena Civelli, se centra en las maestras norteamericanas que llegaron al país, a instancias de Mary Mann y Sarmiento. “Es una obra breve que estrené en el Museo Sarmiento, en Capital. Y algo va a pasar, un cambio metafísico, pero esas mujeres van a aparecer. Es amena, se van a reír mucho’, dijo Belletti.
La obra teatral Chivilcoy (para mayores de 10 años), será en el mismo lugar, el sábado 30, a las 21:30 hs (entrada $6000 en Imaxia y en el Museo).
Es una nueva versión de la estrenada en 2022 en Pehuajó. “Aborda la relación de Juana con Santiago Estrada, inspector que desarmó su escuela mixta y con quien tuvo otros enfrentamientos, a quien finalmente perdona. Y trae aquel viaje a Chivilcoy en tren, en el que iba Sarmiento, donde era la única mujer. Podrán oír el discurso que ella hizo, que tiene plena vigencia, con él sentado en primera fila. Es una reivindicación al sueño de Sarmiento, que quería hacer “100 Chivilcoys”. Una ficción divertida y dinámica, con muchos sentidos, fácil de entender. Juega todo el tiempo con el presente y el pasado, también desde la puesta’, comentó la autora, que apuntó que tiene música original de Francisco de Sá Noronha (esposo de Manso).