‘Somos mucho más que dos”. Esta metáfora que tan justamente uso el uruguayo Mario Benedetti en su poema ‘Te quiero” para hablar de amor, bien podría servir para explicar la convocatoria que viene haciendo desde hace tres meses en gira teatral, el psicoterapeuta Adrián Hinojosa. No son dos sino cientos los que responden a su propuesta de mirar desde otro lugar esas escenas de la vida cotidiana, repensar diálogos e historias contadas de sus pacientes, animarse a los interrogantes e inclusive tararear esa música conocida que permite hablar en este caso de la manipulación y la dependencia en las relaciones, de pareja y de las otras también, en las que en definitiva, los sentimientos están directamente involucrados. Con la producción de una colega sanjuanina -la psicóloga Verónica Bendersky-, este doctor en psicología llegará a la provincia -luego de presentarse en Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, Chubut, Ushuaia, Bolivia, Paraguay, entre otros lugares- el próximo fin de semana. Lo que sigue es una invitación para ir a escucharlo y repensar el lugar que cada uno ejerce ante quienes más quiere.
¿Se ha hecho habitual que la terapia suba al escenario?
Algo de eso está pasando y si bien jamás me compararía con lo que hacen Gabriel Rolón, Gabriel Cartañá, Cecilia Ce, Pilar Sordo, subirse al escenario como terapeuta es una herramienta para divulgar ideas y promover salud mental. Yo busco hacerlo con entretenimiento, humor, sarcasmo, música en vivo.
¿Para qué sirve este show?
El beneficio puntual para un psicólogo -más allá de lo económico- es más bien el espíritu de promover la salud mental que necesita adaptarse a muchos contextos y no solamente a un consultorio. Yo sigo una corriente que considera que la salud mental está en la vida cotidiana, en el día a día, no solamente en los momentos de terapia, entonces hablar con el público de problemas que todos podemos tener, hace que la gente se identifique, dimensione mejor sus relaciones y desmitifique conceptos como manipulación y dependencia al responsabilizarnos, entendiendo que no es una cosa que hace de manera siniestra un ex , sino que es algo que hacemos todos en muchos aspectos.
¿Con qué se va a encontrar quien vaya a verte?
La gente se va a encontrar con un unipersonal, no es una obra de teatro ni terapia de grupo, que tiene muchas intervenciones para explicar aspectos de la vida cotidiana y comprender qué nos pasa en el día a día con las familias y las parejas respecto de la manipulación y la dependencia. Es un show de entretenimiento y salud mental. Si bien hay un escenario y una pequeña estructura, no hago stand up. Planteo qué pasa cuando no podemos olvidar a los ex, que pasa cuando todas las decisiones en una familia las toma una sola persona, que pasa cuando somos intolerantes a la contradicción, que pasa cuando nos volvemos controladores con nuestros hijos y con nuestras parejas. Cuento historias de pacientes, además de cómo construyo mis ideas de terapia y que cosas creo que intervienen como problemas en las familias, qué mitos hay alrededor del amor y que a veces nos convienen quitarnos de encima. También hay música en vivo para clarificar y ampliar las emociones que pueden despertar las historias de los pacientes que han pasado por mi consultorio. Está pensado no solamente para que la gente venga a distenderse sino a conectar con ideas de la vida cotidiana para mejorar la salud mental.
¿Qué le pasa al público cuando termina: te aplaude y se va o te pide turno para terapia?
Tengo que confesar que las consultas suben proporcionalmente después de cada show. Una de las cosas que hago durante el espectáculo es preguntar si hay psicólogos en la sala, que en general suele haber, y le digo al público que los identifiquen para sus consultas. Al público durante el show le pasa de todo: hay mucha risas, hay momentos de llanto, muchos momentos de identificación, de reflexión, de mea culpa. Es muy vivencial.
¿Por qué elegís dos aspectos como la manipulación y la dependencia?
Yo diría que más bien los eligió el público. No vivo en Argentina, sino en España y vengo cada vez que puedo a visitar a mi provincia (Jujuy), a mis amigos, mi familia y a dar un seminario para alumnos y colegas. Fuera de eso, he encontrado en redes sociales, un discurso muy sensacionalista sobre las relaciones, que me hizo proponer hablar de manipulación y dependencia. Entonces explotó por los aires el interés por el seminario. Teníamos cupo para 150 personas, ya contabilizábamos 340 inscriptos y seguían llegando interesados. Es decir que me metí en un problema porque no había un aula en la universidad para recibir a tal cantidad de gente. Por suerte alguien del Ministerio de Salud de Jujuy se enteró de lo que estaba pasando y me ofrecieron un teatro, el más grande que hay. Esto pasó porque mis alumnos y los colegas empezaron a filtrar en mis clases a sus amigos, a sus familiares porque querían que me escuchen. Entonces hicimos una movida de salud mental pero para todo público, adaptando el contenido.
¿Cada vez somos más manipuladores y más dependientes?
Si cada día somos más, tal vez somos los mismos que hace un tiempo pero ahora con un poco más de conciencia del valor de las relaciones y de lo frágiles y volátiles que son. A partir de ese primer teatro me di cuenta que el público necesitaba hablar de estos temas.
¿Somos tan conscientes de lo que hacemos?
En parte sí. Muchos me preguntan si existe el manipulador inconsciente. La respuesta es no: la manipulación siempre es un acto de conciencia, todos nos damos cuenta cuando estamos torciendo la realidad, cuando estamos segmentando la información, cuando estamos evitando decir cosas para que la otra persona llegue del punto A al punto B o caiga en nuestras redes.
¿Se da solo en la pareja o en cualquier tipo de relación?
Manipular al otro es un acto comunicacional constante. Todos somos manipuladores y es inevitable porque todas las relaciones con el otro son de negociación y no siempre las negociaciones se resuelven de una manera tan abierta, de común acuerdo y amable. La mayoría de las veces es una puja de poder. Entonces la manipulación es una lógica constante en las relaciones. El problema es cuando lo hacemos todo el tiempo, con todos los temas y sobre todo minimizando el espacio del otro o instrumentando al otro para salirte con la tuya a toda costa y empezar a utilizar normas de control y de castigo. Ahí es cuando se vuelve un problema importante. En el teatro, en un momento pregunto ¿quien cree que es manipulador narcisista? El 90 por ciento levanta la mano y siempre les digo que si hay otro teatro donde convocaron a sus ex y les preguntan lo mismo, que se queden tranquilos porque también van a levantar las manos.
¿La manipulación tiene que ver con la autoestima?
Todo acto psicológico tiene una relación con la autoestima, tal vez no de una manera directa en este caso pero alguna hay. La autoestima está mas relacionada con la dependencia porque en realidad en la manipulación uno le entrega a otro cierto beneplácito, cierto poder, cierto criterio y el otro puede utilizarlo para ‘pegarnos” y reducir nuestro criterio de comprensión y crítica, tal vez ahí se pueda ver un poco lesionada la autoestima, pero en realidad uno puede tener una autoestima óptima -por decirlo de alguna manera- y entrar en una relación donde el otro te convierte en un estropajo. No es que a más autoestima menos manipulación. Depende de las habilidades del otro y de que uno necesita tener criterio para la mejor manera de evitar la manipulación con ciertas cuotas de rebeldía.
¿O saber poner un límite?
Esa es la rebeldía. Es aceptar los cambios básicamente porque a veces las personas somos fóbicas a los cambios, no nos gustan, les tenemos miedo, pero lastimosamente la vida psicológica es un acto de cambio constante y permanente, porque la vida no es estática, es movimiento. Es tener una incómoda adaptación a lo que pasa, porque a todos nos gustaría llegar a un estado y quedarnos ahí. Pero eso no es real, no es lo que va a pasar.
¿La manipulación tiene que ver con la evolución o el desgaste de la pareja?
Es un modo de comunicación pero esto no necesariamente hace que se ponga en valor o que se normalice como que no pasa nada. Sigue siendo dañina igual porque a veces la manipulación en las parejas empieza a aparecer cuando los integrantes no llegan a un acuerdo y, como decimos en el teatro, existe la maldad, existen los hdp que buscan la ambición del poder, por el poder en sí mismo, pero también existen a veces las personas que están heridas y no quieren dar el brazo a torcer, no saben regularse emocionalmente, toman la pareja como una competencia u otro tipo de variante que también pueden llevar a la manipulación. A veces las parejas ‘se tuercen” y evolucionan a relaciones maltratantes.
La cita
Durante una hora, 45 minutos aproximadamente, el doctor en Psicología, magister en Terapia Familiar y profesor en universidades argentinas y del exterior, Adrián Hinojosa -junto a Javier Quipildor, músico, compositor y cantautor y Joaquín Medrano, técnico de sonido y músico-, abre una especie de caja de Pandora, ‘provocando a la gente y promoviendo emociones, ideas, reflexiones”. No pregunta historias personales al público porque no le gusta exponer a nadie, ni dejarlo herido. Si hace preguntas y cada uno libremente puede participar o no, levantando la mano por ejemplo.
Se presentará el próximo viernes 22 de noviembre, a las 21:30, en la sala auditorio del Museo de Bellas Artes Franklin Rawson. Es una propuesta para ir solo o acompañado por la pareja, la familia y amigos con los que luego, inevitablemente, se arma el debate.
Las entradas cuestan 15.000 pesos y se pueden adquirir en Comandante Espora 604 sur, esquina Ignacio de la Roza, en Rivadavia o 2645103100. El remanente se venderá antes de la función en el museo.
Por Paulina Rotman
Fotos: colaboración Adrián Hinojosa