En el departamento de Maldonado, muy cerca de la frontera con Rocha, se encuentra un lugar tan tranquilo como especial: Pueblo Garzón. Fundado hace más de 130 años, este pueblo cuenta con 200 habitantes dedicados principalmente a las actividades rurales y a la explotación de las canteras de granito de la zona. Es un poblado serrano de pocas manzanas, sus construcciones remiten al pasado, a los tiempos en los que albergó una población de dos mil habitantes hasta 1950, cuando el ferrocarril, el molino y la actividad industrial dejaron de ser modernidad. Hay casas centenarias de estilo colonial, una distribución tradicional de los edificios públicos y una atmósfera que connota paz.

A solo media hora de la costa oceánica, está Garzón, un lugar detenido en el tiempo y perfecto para una escapada de fin de semana. Paseos, gastronomía y vinos para disfrutar. Es el refugio donde Bulgheroni montó una bodega, Atchugarry, e instaló un parque de esculturas. Por lo tanto se convirtió en un refugio con una vasta oferta gastronómica, enoturística y artística.

Las reseñas turísticas ponderan el silencio. Dicen que es un lujo contemporáneo. Lo llaman La Toscana de Uruguay porque tiene un encanto particular. Con identidad pueblerina, la atmósfera rural capturó el nuevo paradigma de la alta sociedad: transportaron, fuera de la obscenidad y la ostentación urbana, restaurantes, galerías de arte, tiendas de diseño, mega emprendimientos a un paraje campestre.

Posee una estación de ferrocarril, una escuela, una tienda de provisiones, una iglesia, el Club Recreativo Social Garzón, una casa municipal, campanas en los ingresos a las casas y una plaza, la Plaza Artigas, como epicentro. Un radio de una -o a lo sumo dos- cuadras completa la superficie habitada. En una esquina, una construcción vacía que es idéntica a la fachada del Hotel & Restaurant Garzón, fundado y administrado por el célebre cocinero argentino Francis Mallmann (2004), que se posa en diagonal a la plaza. Enfrente del establecimiento, una parcela de tierra donde un cordero atado se alimenta.

Para una escapada de fin de semana, estos son los 5 lugares que hay que recorrer en Pueblo Garzón, el lugar que por sus calles anchas, fachadas antiguas y propuestas de lujo es conocido como “La Toscana uruguaya’.

> Plaza y centro del pueblo Garzón
Custodiada por la iglesia y el club social, la plaza es el epicentro de Pueblo Garzón. Está rodeada de casas bajas de estilo colonial y tiendas de artesanías. Con su cuidado diseño simétrico y sus viejas palmeras, es el punto de partida para recorrer el radio de dos cuadras que forman el corazón del pueblo. Sus antiguas construcciones remiten a aquellos tiempos en los que su población era 10 veces mayor, entre 1930 y 1950, cuando el ferrocarril y el molino hicieron que el pueblo tuviera 2.000 habitantes. Con sus callecitas y su espíritu rural, Garzón propone, lisa y llanamente, un viaje en el tiempo.

> Compañía Uruguaya de Vinos de Mar
Es una de las bodegas uruguayas del momento. El proyecto de tres familias que soñaron con elaborar vinos capaces de destacar las características más sobresalientes del terruño Maldonado: la influencia marina, el suelo de granito de sus sierras, las lluvias y las nubes.

Comandado enológicamente por Michelini i Mufatto (Gerardo Michelini, Andrea Mufatto y su hijo Manuel), su producción se concentra en vinos de microunidades de terroir muy especialmente seleccionadas; parcelas únicas destacadas por sus características, con las que elaboran solo dos cepajes: albariño y pinot noir.Todos los días desde la mañana hasta la caída del sol, la Compañía ofrece visitas guiadas, degustaciones y tapas en el Bar de Vinos que se encuentra junto a la bodega. Un plan imperdible para conocer de qué hablamos cuando hablamos de vino uruguayo. En los últimos años, Garzón se convirtió en tierra de artistas. Por eso, no es extraño que un pueblo tan pequeño tenga al menos tres galerías que son una parada obligatoria para los aficionados al arte: Galería Pueblo Garzón, Black Gallery y Piero Atchugarry Gallery.

En todas ellas es posible disfrutar de sus colecciones de pinturas, dibujos y esculturas con la firma de artistas contemporáneos que vale la pena conocer.

> Laguna Garzón Lodge

Para los aficionados a la naturaleza, Laguna Garzón Lodge es el alojamiento ideal para entrar en contacto con el ecosistema de la laguna y el Parque Nacional Lacustre. Este hotel fue concebido con 12 habitaciones flotantes en un entorno de calma que se integra al paisaje. Su restaurante Garza Mora está emplazado sobre palafitos en el agua y se especializa en cocina ecológica gourmet a base de frutos del mar y productos naturales locales. Además, el Laguna Garzón Lodge ofrece a sus huéspedes actividades de ecoturismo sustentable como avistamiento de aves, senderismo y deportes náuticos.

> Sierras de Garzón
A escasa distancia del pueblo se encuentran las Sierras de Garzón, una cadena de sierras que da nacimiento al arroyo de José Ignacio y sus afluentes. Más allá de su geografía compuesta por pequeños arroyos, cascadas y montes, su principal encanto es que se diferencia de las zonas costeras por conservar la fauna y la flora autóctonas de la zona.

En un paseo por las sierras, el gran atractivo natural de la zona, es posible avistar aves como la viudita y los búhos; animales como el carpincho y el tatú; y árboles propios de la región como el espinillo y la blanquilla.

* Un poco de historia
El New York Times lo nombró en 2016 como uno de los 52 lugares del mundo que es obligación conocer. Lo describió como un “retiro rústico’. Las notas periodísticas que aparecen en Google lo catalogan como un sitio virgen, casi al natural. Fernando Suárez es el alcalde del municipio de Garzón y José Ignacio desde 2010. Allí se crió y allí cursó la escuela primaria. Le da crédito a esas dos definiciones: Lo que tiene de especial Garzón es que da la sensación de ser un pueblo congelado en el tiempo. Salvo algún retoque puntual, tiene las mismas características que hace cuarenta años atrás. Hemos logrado preservar su integridad, sus fachadas, su historia.

Su historia se remonta a 1892, cuando el comerciante Fermín de León fundó un pueblo que era atravesado por el camino real: viajeros cruzaban sus calles en dirección al saladero propiedad del gobernador, también de apellido Garzón. Pero su nombre remite al general Eugenio Garzón (1796-1851), un militar uruguayo que se alistó al ejército de Artigas en 1811, marchó con el general José Rondeau al Alto Perú, acompañó a San Martín en sus campañas libertadoras de Chile, Perú y Ecuador, y combatió junto al general Urquiza en su lucha contra Rosas. Garzón se declaró oficialmente pueblo el 17 de junio de 1935, cuando se firmó el proyecto de ley en la sala de sesiones de la Cámara de Representantes de Montevideo. De aquellos años hasta ahora, los cambios son tan grandes como imperceptibles. Por aquél entonces su población era de 470 habitantes, en la actualidad apenas superan los 200, la infraestructura de antaño obedece a una política de conservación y los nuevos emprendimientos se adaptaron a la solemnidad casi patrimonial del pueblo.

Fuente: Diario El Cronista – Infobae