Tras su última visita en 2022 al Teatro del Bicentenario, David Lebón retornará a la provincia este sábado con temas de su álbum Lebón and Co y un repaso de Herencia 1 y 2, sumando títulos de la flamante tercera parte de la saga, además de los infaltables clásicos. Acompañado de su banda, el cantante y compositor hará magia con su guitarra al hombro en confluencia con su voz.

Previo al show y corriendo con los tiempos por una seguidilla de entrevistas pendientes, esta figura de la época dorada del rock nacional, que obtuvo el Gardel de Oro 2020, dialogó con DIARIO DE CUYO sobre el regreso a Buenos Aires en plena adolescencia para nunca más partir, sus primeros pasos y su amistad con emblemas de la música argentina desde los fallecidos Luis A. Spinetta y los icónicos Charly García y Pedro Aznar, con quienes hizo yunta en los escenarios con Serú Girán, hasta Pappo, con el que tocó el bajo y la guitarra en Pappo’s Blues.

– ¿Cuál fue su puntapié con la música?
– Yo vivía en Estados Unidos con mi mamá y a los 14 años empecé con la guitarra. A los 17, en nuestra segunda vuelta a Buenos Aires, escuché a Manal y Almendra en el Teatro Coliseo y le dije a mi madre que quería quedarme. Esto fue en el ’69 y me quedé con mis dos hermanas y mi abuela, de las cuales hace tiempo fallecieron mi abuela y la mayor de mis hermanas.

– ¿Cómo conoció a Spinetta?
– Empecé a frecuentar lugares en los que no me conocían y comenzamos a acercarnos con Luis hasta que en un festival en el que yo tocaba junto a Ricardo Rafanelli y un baterista, él se acercó y me dijo: “Dejate las lanas”. Éramos todos jóvenes pero ya conocidos en el ambiente y el Sui Generis de Charly y Nito Mestre ya empezaba a sonar en festivales como dúo, hasta que se convirtió en banda. A veces, yo tocaba la guitarra como invitado, en temas como Rasguña las piedras, por ejemplo.

– ¿De qué manera trabajaron con Spinetta?
– Nos hicimos muy amigos. En ese momento, yo estaba en Color Humano con Edelmiro Molinari, tras la disolución de Almendra; Rinaldo Rafanelli y yo en batería. Pero cuando le pregunté si podía tocar con él, Luis me dijo que sí y arrancamos. Encima, él tenía que mudarse y se fue a mi casa donde yo vivía con la menor de mis hermanas y fuimos una gran familia.

– ¿Ahí se formó Pescado Rabioso, grupo fundacional del rock argentino?
– Sí. Ensayábamos en la casona que compartíamos y en el ’72 formamos Pescado… con “El Negro” Black en batería, Carlos Cutaia en órgano, Luis en guitarra y yo en el bajo.

– ¿Y de Pescado cómo salta a Serú Girán?
– Al final de los ’70, Charly y yo formamos Serú y nos fuimos a componer a Brasil e hicimos un disco hermoso que se llamó como nuestro grupo. A la mitad de nuestra estadía, cayeron Pedro Aznar y Oscar Moro y se armó groso.

– ¿Por qué surge la idea de hacer los históricos River?
– Nosotros duramos menos de 10 años porque Pedro estaba con Pat Metheny tocando en Estados Unidos y yo con otra banda acá. Pero nos empezamos a comunicar para hacer un concierto de despedida porque nadie se había enterado que habíamos dejado de tocar. Y planeamos un River, al que después se sumó otro, eso fue en el ’92 cuando metimos 160 mil personas. Una locura. Hacer dos River fue el sueño de cualquier músico.

– ¿Qué sintió en su interior luego de este hito?
– No lo podía creer, hasta el día de hoy no puedo creer que con Serú fuimos los primeros en llenar dos River. Se siente hermoso. Adentro mío fue pisar el cielo y eso lo siento cada vez que piso un escenario como si fuera la primera vez. Todos los días cuando me levanto agradezco estar vivo y haber tenido la posibilidad de ser músico. Me podría haber dado cualquier otro trabajo, sin embargo me dio esto y a mis 9 nietos…

– ¿Desde chico quiso ser músico?
– Cuando aparecieron Los Beatles, recuerdo que le dije a mi vieja: “Mirá, mamá, yo no sé qué es esto, pero quiero ser como ellos”.

– ¿Qué le respondió ella?
– Me dijo que por supuesto que sí, se llamaba Alexandra y siempre amó la música. Lo único que me hizo prometerle fue que iba a ser famoso. Yo tenía 12 años y me acuerdo que le dije sí pero ni sabía de eso. Cuando salió mi primer disco, mi vieja casi se muere (risas).

– O sea que pudo verlo triunfar…
– Lo pudo ver, lloramos mucho ambos. Ella vio todo lo que hice, falleció hace unos 20 años.

– ¿Considera que vivió el esplendor del rock nacional?
– Absolutamente. La mejor época fue la de Los Beatles, Los Rolling Stones, Led Zeppelin, todos influyeron también en nosotros.

– En el pasado, el rock estuvo marcado por los excesos. ¿Usted cómo lo vivió? 
– Yo pasé por allí pero no fue muy interesante, me gustaba estar enfocado en la vida.

– ¿Ahora cómo está el ambiente?
– Ya no es lo mismo. Queda algún colgado por ahí, pero no. Ahora está todo muy sucio. Antes nos juntábamos y hablábamos de Dios mientras se tomaba algo o se fumaba algo. Hoy todo es violencia.

– ¿El rock existe todavía?
– El rock es el rock. Lo que hay son búsquedas nuevas que no me parecen para nada mal, como el rap, el trap… Wos me cae bien también. No me molestan mientras tengan melodía y sean buenos artistas.

– ¿Hay rock ahí o se refiere a nuevos estilos?
– A los nuevos estilos, pero hay que ver también, porque a veces no duran mucho o sí. El rock va a seguir sonando.

– ¿Herencia es su legado para las nuevas generaciones del rock?
– Sí, exactamente, como me pasó a mí con Los Beatles.

– Mirando para atrás ¿qué reflexión le merece su carrera?
– Es el regalo que me dieron desde que nací. La música viene conmigo desde que salí de la panza de mi vieja. Esto es gracias a la gente y me emociona cada vez que toco. Esta carrera se ve larga pero se me hizo corta. Quiero seguir en la música muchos años más. ¡Ojalá!

DATO
Para el show de Lebón, las anticipadas van desde $15.000 en TuEntrada.com y en la sala, lunes a viernes de 9.30 a 14 hs y 16 a 20 y sábados de 10 a 14 o el día de la función, desde las 19 hs.