Tenía 15 años cuando tomó contacto por primera vez con un caballo, llegó casi por casualidad, motivado por el novio de su hermana que le vio físico para jockey. Por entonces, Jorge Valdivieso vivía en Merlo, provincia de Buenos Aires, lugar al que tres años antes había llegado con su familia desde Bowen, distrito de San Rafael, Mendoza donde junto a sus padres y hermanos, trabajaba en las cosechas de frutas de temporada.

Nunca imaginó ese chiquilín provinciano que sobre el lomo de un caballo y dentro del vértigo de las carreras entre los pura sangre, iba a convertirse en el jockey más ganador de la historia del turf argentino. “No se me pasaba por la cabeza”, contó a DIARIO DE CUYO desde su domicilio en Buenos Aires.

“Lo dije varias veces, me asusté cuando la yegua (se llamaba Lady) que monté iba a tanta velocidad. Pensé que no doblaría en el codo y me agarré con todas mis fuerzas, como pude, y dobló sola”, explicó sobre sus inicios.

Irineo Leguisamo, el jockey al que le cantó Carlos Gardel el tango ‘Leguisamo sólo’, fue quien lo aprobó en el examen de la escuela de aprendices. Desde ese momento Valdivieso empezó a escribir el voluminoso libro de sus victorias, casi 5.000 en más de tres décadas de actividad profesional.

Hoy aquejado con un problema de visión (“tengo retinitis pigmentaria, una enfermedad que va avanzando y me hizo perder la vista paulatinamente”) tuvo que alejarse de su actividad en el comisariato de carreras. “Mi visión me impide observar algunos detalles, por lo que decidí dar un paso al costado”, confió quien sigue yendo al hipódromo sin los compromisos de horarios y obligaciones. “Voy, cada vez menos, para acompañar y dar charlas a los aprendices”.

Contó que el jinete es quien se lleva todos los elogios de sus victorias, pero quienes ganan realmente son los peones, cuidadores y toda la gente que está alrededor de un caballo. “Con el tiempo uno va adquiriendo experiencia y aprende a comprender a un caballo, pero no los conocemos a todos, por eso nos apoyamos en las indicaciones que nos dan quienes conviven con ellos”, dijo destacando la labor de los cuidadores.

“Conozco casi todo el país, pero a muchos lugares fuí a correr, terminé y me subí a un avión para volver a Buenos Aires porque al otro día, a las 05.00 de la mañana debía hacer aprontes y preparar a los caballos. Me quedaré unos días en San Juan para recorrerla un poco”, contó después de agradecer la invitación de la comisión de carreras del Jockey Club.

“¿Sabe cual fue mi error?'” consultó al cronista. Y se contestó solo, “aceptar la tarea de entrenador luego de retirarme, en ese momento tendría que haber aprovechado para recorrer el país”, afirmó.

En su dilatada trayectoria sufrió muchas caídas, tiene 15 fracturas, una de ellas pudo haberlo dejado parapléjico.”Dios me ayudo, se me quebró una vértebra, me paré y salí caminando, fue un error podría haberse desplazado cortarme la médula y provocarme hasta la muerte”, comentó en respuesta a la pregunta sobre las tristezas de su campaña.

Cuando se lo consultó sobre una alegría, dijo que fueron muchas, una el día que debutó y perdió por un hocico montando a Navideño Indio (NR: el 17 de enero de 1975) pero la mayor fue el 17 de diciembre de 2007 cuando se retiró siendo segundo en un Pellegrini. “Fue la única carrera que vio mi madre. Aún la tenía conmigo. Cuando terminó la abracé y le dije, ‘viste que no pasó nada'”.

El jockey de las 4630 victorias

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Valdvieso ganó la friolera de 4630 carreras, Enre ellas, 5 veces el Gran Premio Nacional (G1). 3 veces el Gran Premio Polla de Potrancas (G1). 2 veces el Gran Premio Polla de Potrillos (G1). 2 veces el Gran Premio Carlos Pellegrini (G1). 2 veces el Gran Premio Latinoamericano (G1). 2 vez el Gran Premio Jockey Club (G1). 2 veces el Gran Premio Dardo Rocha (G1). 5 veces el Gran Premio de Honor (G1). 2 vez el República Argentina (G1). Obtuvo la Triple Corona del Turf Argentino en 1996 con Refinado Tom.