El último lunes, a eso de las 17,30, la mujer escuchó ruidos en el ingreso a su casa. Al asomar, se topó con una cara conocida: la pareja de su amiga, el exboxeador Amílcar Edgardo Funes (42), con firmes intenciones de ingresar. Según la denuncia, a los gritos y en medio de insultos, amenazó con matarla, con prenderle fuego a la vivienda, con ‘sacarle a su hija’, emplazándola en una hora a devolverle su teléfono, porque estaba convencido de que ella se lo había sustraído, pues era la única que había estado en su domicilio cuando se le perdió. En pleno forcejeo, con la mujer resistiéndose a que abriera la puerta de su casa, su hija de 8 años salió por el fondo y fue por ayuda, a los vecinos primero, a los policías después. Y fueron esos uniformados, ya de regreso con esa nena, los que lo apresaron en el interior del barrio Las Rosas, en Rawson, cuando la menor se los señaló. Funes volvió a enojarse y hasta arrojó un cuchillo serrucho que llevaba encima.
Quedó preso. Y ayer reconoció ante la jueza, Celia Maldonado, toda esa secuencia de descontrol en la casa de la víctima, calificadas como violación de domicilio y amenazas simples por el fiscal Alejandro Mattar y el ayudante fiscal Fabricio Lindner (UFI Genérica). A renglón seguido, recibió su primer castigo desde que empezó a caer en calabozos: 6 meses de prisión en suspenso (sin detención) y la obligación de no molestar ni acercarse a la víctima ni a su familia por el lapso de 2 años. Así lo había acordado en un juicio abreviado con Fiscalía a través de defensor oficial, Juan Carlos González Riutort.
Inicialmente, las partes habían contemplado la posibilidad de una probation (suspensión del juicio a prueba) para el imputado.
Funes había cobrado notoriedad como boxeador con proyección nacional, pero una serie de lesiones y algunas conductas reñidas con el deporte (entonces se mencionó su adicción a las drogas) lo llevaron a transitar la vereda de los problemas. El más renombrado fue su detención, el 14 de octubre de 2016, como principal sospechoso de haber matado al peluquero Sergio Montenegro (35) la madrugada del 3 de junio de 2016, en Caucete.
Pero luego del juicio, un tribunal dudó de su participación en ese homicidio (también estuvo involucrado un joven que por entonces era menor), fue absuelto y recuperó su libertad luego de pasar casi tres años preso en el Penal de Chimbas.