Era el primer viaje desde Buenos Aires a Cuyo. El flamante tren había llegado a Mendoza el martes 7 de abril, inaugurando el servicio ferroviario para las provincias cuyanas de San Luis, Mendoza y San Juan y conocido a partir de ese momento como “Ferrocarril Andino”. Entre los primeros pasajeros venían el presidente de la Nación, Julio Argentino Roca, su ministro del Interior, otros funcionarios y responsables de la línea férrea. Junto a Roca venían también su sucesor en 1886, Miguel Juárez Celman, Luis y Roque Sáenz Peña, padre e hijo respectivamente, quienes ejercerían la presidencia de la Nación años después, y más de 400 personas, la mayor parte empresarios y hombres de negocios. No hay que olvidar que los viñateros, bodegueros y otros agricultores sanjuaninos se sintieron muy favorecidos por la llegada del tren para poder cumplir el sueño de llevar sus productos a las grandes ciudades y sus puertos. Precisamente, un decreto del gobierno nacional del 15 de noviembre de 1867 declaraba que era “de urgente necesidad acercar las provincias de Cuyo a los mercados del Litoral, en el más breve tiempo y en la manera más eficaz posible”, ya que la economía comenzaba a organizarse en torno a los ferrocarriles.

Y como señaló en un trabajo de investigación sobre este impacto de la llegada del tren Myriam Arrabal, actual decana de la FFHA de la UNSJ, “el vino y la uva eran productos que en el transporte a tracción a sangre, en carreta o a lomo de mula, como había sido hasta ese momento, sufría tanto que eran viajes muy largos y el vino se avinagraba y la uva no aguantaba todos esos meses de viaje’. Es por eso también que ‘el ferrocarril jugó un papel importantísimo, y luego con la construcción de los ferrocarriles industriales, mucho más’.

De Mendoza a San Juan el tren se movilizó sobre un circuito que los ingenieros, encabezados por Guillermo Villanueva, director de los trabajos de extensión del Ferrocarril habían tratado que fuera lo más directo posible y para lo cual la topografía de la traza favoreció mucho. Había salido de vecina provincia a las 11.15, llegó a la Estación “Villa Aberastain” de Pocito a las 16 del domingo 12 de abril y con un sonido completamente desconocido en estas latitudes. A la entrada de la estación “se levantaba un gran arco formado con paja tejida, grandes ramos de flores y racimos de uvas y granadas que ostentaba la siguiente inscripción: ‘El municipio de Pocito rinde culto al progreso argentino’, según escribió Arístides Cottini hace 50 años en DIARIO DE CUYO. Al entrar el convoy a aquella Estación, “30 niñas instaladas en un tablado cantaron el Himno Nacional, mientras la población en masa daba vítores al presidente de la República, mientras los peones del ferrocarril presentaban sus armas compuestas de palas y picos”.

Componían el tren 23 vagones los que ocupaban una extensión de 320 metros. A poco de salir de la Estación de Pocito rumbo a la capital sanjuanina los viajeros advirtieron a unos italianos que mostraban un cartel con una leyenda de generosa bienvenida a Roca y Villanueva. Y ya en las proximidades de la Capital el entusiasmo de la multitud era indescriptible y provocaba asombro el paso del largo convoy. Poco antes de llegar, en el campamento de unos ingenieros el tren se detuvo unos momentos y varios miles de personas cantaron el Himno Nacional que ejecutó una banda de música. Cerca del “arco del triunfo” que se levantaba a la entrada de la Estación San Juan se rindió un homenaje a los visitantes con un cartel en forma de telegrama firmado por los vecinos más caracterizados que decía:

“Los que suscriben envían sus felicitaciones entusiastas a los iniciadores de los actuales progresos. En este día de regocijo, el pueblo de Sam Juan no deja en olvido a los ilustres patriotas que encarrilaron la República hacia los prósperos destinos que Rivadavia vislumbrara como un porvenir maravilloso. Uniendo los nombres de Mitre, Sarmiento y Rawson, San Juan desea manifestar que hay justicia para los gobernantes honrados y que no arroja en el olvido como insignias gastadas, a sus grandes servidores”. La casona del Ferrocarril que hoy conocemos estaba en construcción y fue terminada en 1887. Era de dos plantas y la superior, afectada por el terremoto de 1944, fue finalmente eliminada.

En el acto formal de inauguración y bienvenida al tren a San Juan, el gobernador Carlos Doncel y el presidente de la Nación, Roca, ponderaron en sus discursos los beneficios del servicio ferroviario y el jefe del Estado recordó a Domingo Faustino Sarmiento quien como presidente de la Nación (1868-1874) dio el primer paso para qué Cuyo contara con el tren, seguido por su sucesor Nicolás Avellaneda. Para Roca se inauguraba también “el vínculo de acero que pronto uniría a Chile y Argentina”. Reconoció asimismo que hasta ese momento “era más cómodo y seguro un viaje al Viejo Mundo que de Cuyo a Buenos Aires y que, según contaban las tradiciones, en tiempos no muy lejanos, antes de emprender un viaje semejante era costumbre disponerse como a una muerte probable”.

A su vez, Simón Peña Figueroa escribió, también en este diario, que tras el acto oficial de inauguración, pasado el mediodía, “se sirvió un asado criollo, empanadas y vino, con uvas de postre, y se compartieron anécdotas y semblanzas hasta el atardecer frente al caballo de hierro allí expuesto, cual promisorio testimonio del nuevo destino comprometido sobre rieles”.

(Fuentes: “A 90 años de la llegada del ferrocarril”, Arístides Cottini, y “Algo más sobre la llegada del primer ferrocarril”, José Mellano, Diario de Cuyo, abril de 1975).