¿Qué es una guerra? Es un término que se refiere a un conflicto armado entre dos o más grupos, ya sea naciones, estados o facciones. Implica el uso de la fuerza para lograr objetivos políticos, económicos y territoriales. La palabra alemana “werra” significa pelea, discordia. A lo largo de la historia se ha ido ampliando para incluir no solo enfrentamientos armados sino toda clase de discordias sin aparente solución.
¿Por qué los hombres se pelean? Algunos de los factores que han contribuido históricamente a los conflictos armados incluyen: a) la competencia de recursos como la tierra, el agua, los minerales, los puntos estratégicos; b) el poder: el deseo de ser el más poderoso para controlar y dominar todo lo que más se pueda. El poder es como un monstruo que puede volverse incontrolable; c) ideología: estas diferencias, aunque sea increíble, son motivos de enfrentamientos y división, bajo el nombre de Dios; d) seguridad nacional: la percepción de una amenaza externa lleva a los países a verse en riego y desarmar todo lo que indique peligro; e) nacionalismo y etnicidad: la búsqueda de un imperio propio o la recuperación de la identidad cultural; además: la personalidad de los líderes, las alianzas internacionales con fines expansivos etc. Por estos motivos es que el mundo vive conflictos como la invasión de Rusia hacia Ucrania y el conflicto entre Israel y grupos terroristas.
Entonces, el desafío de las naciones del mundo es trabajar por la paz. La paz es ese proceso dinámico de forjarla con esfuerzo y con la ayuda de Dios.
Hay una serie de puntos fundamentales para alcanzar la paz: tener un corazón lleno de paz para generar la paz. La paz atrae la paz e irradia decisiones y acciones de paz. La armonía y la concordia empieza por el propio corazón. Quien vive en paz buscará siempre construir la paz.
Mahatma Gandhi decía: “la violencia engendra violencia”. La pérdida de la paz como valor implica efectos devastadores; una mirada del hombre como verdadero prójimo: Jesús dice en las Santas Escrituras: “ámense unos a otros como yo lo he amado”, y San Francisco de Asís: “todo hombre es mi hermano”.
Aquí, los organismos internacionales desempeñan un rol esencial. Buscar acuerdos que sean sinceros dejando a un costado todo tipo de intereses que puedan poner en riego la paz del mundo; cultivar la humildad: aprender a dar un paso para atrás siempre es bueno. No se trata de dejarse atropellar. Negociar con humildad. La soberbia, contraria a la humildad, lleva a cegar a las personas y tomar posiciones impenetrables. La humildad ayuda a ver, evaluar y reorganizarse en favor de lo bueno.
La paz se enseña practicándola. Si se cree en Dios la guerra no tiene cabida.
