Todo pasó a los ojos de unos cuantos en el barrio Ruta 20, en Caucete, en la fría claridad de las 8 del último sábado. A esa hora, separados por unos 30 metros en una placita, dos grupos se resistían a finiquitar una larga noche alegrada con alcohol. Hasta que en un momento, uno de ellos se desprendió de los suyos y enfiló hacia los de la otra reunión (al menos 4). Según la investigación, con un tono prepotente exigió que le dieran ‘un faso y cocaína’. Y tan pronto como le respondieron que los buscara en otra parte, ganó en furia y amenazó: ‘Los voy a matar a todos’, anticipó, prometiendo ir a buscar su arma. Lo vieron partir en una moto y volver, ofuscado, encarándolos a los tiros. Hubo un desbande a toda carrera y más de un vecino agradeció que esos 9 disparos no dieran finalmente en ninguna persona, porque en un momento el descontrolado agresor apuntó y disparó a media altura.
Luego se refugió en la casa de un tío, donde se había gestado el impresionante desarreglo de su conducta. Allí amenazó con suicidarse, pero un grupo de policías que llegaron tras un llamado al 911, lo convenció y se lo llevó preso.
Entonces empezaron a tomar otra dimensión los problemas para ese joven, porque se supo que es agente de la Policía, que tiene 26 años, que se llama Enzo Joel Arancibia y que su último destino era la comisaría 31ra. de Las Chacritas, en 9 de Julio. Lo más impactante fue conocer que estaba muy borracho, pues tenía 2,11 gramos de alcohol por cada litro de sangre, dijeron fuentes judiciales.
Enseguida, el propio agente intentó instalar la idea de que le habían sustraído su teléfono su celular y que su desencajado enojo respondía a ese motivo. Pero más de un testigo negó tal situación y, de hecho, los investigadores policiales y judiciales que empezaron a investigar el caso bajo directivas del fiscal coordinador, Francisco Micheltorena, y los ayudantes fiscales, César Recio y Francisco Nicolía, no supieron de ninguna denuncia de Arancibia. Eso sí, se toparon con la versión de una posible vieja rivalidad entre Arancibia y al menos uno de los jóvenes del grupo atacado.
Ayer, acorralado por la abundante prueba en su contra, el agente arribó a Tribunales dispuesto a cerrar ese vergonzoso episodio de su vida. A través de su defensor, Javier Jofré, acordó con Fiscalía un juicio abreviado, en el que admitió su autoría en los delitos de abuso se armas y amenazas agravadas. Y se mostró dispuesto a cumplir 1 año de prisión en suspenso y reglas de conducta, pena que finalmente le impuso el juez Diego Manuel Sanz.
Pero los problemas penales no son su único frente de batalla. Es que el último sábado fue suspendido de la Policía y todo indica que su carrera en la Fuerza, tiene los días contados.