La Fiesta de la Uva y el Deporte, celebrada el fin de semana pasado en La Chimbera, 25 de Mayo, tuvo este año una candidata muy especial. Deolinda Agüero Soria, una joven de 22 años con enanismo o acondroplasia, desafió prejuicios y con su metro veintidós de estatura se postuló para ser elegida como Reina, demostrando que “la verdadera belleza está en la actitud y la determinación”, tal como dijo a este diario.

Nacida y criada en Villa Cariño, cerca del cementerio municipal, “Deo” -como la llaman sus conocidos- es la menor de once hermanos, siete mujeres y cuatro varones. Su vida ha estado marcada siempre por la superación: el año pasado se recibió de enfermera, aunque actualmente no está ejerciendo la profesión. En su tiempo libre, va al gimnasio y trabaja como niñera. “Le hago un poco a todo”, dice con simpatía. Está soltera y sueña con seguir estudiando. Le encantaría ser neuróloga, afirma.

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Desde hace años, su gran anhelo ha sido presentarse como candidata a Reina en la Fiesta Nacional del Sol, pero por distintas circunstancias nunca se le dio. Al ver la convocatoria para el evento más importante de La Chimbera, en su departamento, decidió que era el momento de dar el primer paso: “Le dije a mi mamá que tenía ganas y ella me dio todo su apoyo, al igual que mi papá y toda mi familia. Siempre ellos me animan en todas estas locuras que se me ocurren”, cuenta emocionada.

Su principal motivación al participar fue transmitir un mensaje de inclusión: “No hay que esconderse, pese a la discapacidad que uno tenga. Muchas personas con discapacidades deciden no salir, pero se tienen que dar cuenta de que todos en el fondo somos iguales. Uno más alto, otro más bajo, uno más gordo, otro más flaco, uno más blanco, otro más negro, pero nada de eso tiene que importar”.

Sin embargo, su camino no fue fácil. Es que cuenta que en las redes sociales recibió comentarios ofensivos por su condición física. “Al principio me dio bronca, me molestó mucho. Pero con el apoyo de mi familia decidí dar vuelta esa página y no mirar más Facebook. Me enfoqué en mí y en estar bien esa noche. Gracias a Dios, salió todo bien”. No era la primera vez que enfrentaba este tipo de situaciones: el año pasado también sufrió ataques en redes cuando se inscribió en el casting de Gran Hermano y publicó su video en Facebook. A pesar de esto, siempre ha encontrado contención en su entorno: “Gracias a Dios, he tenido el privilegio de que tanto en la escuela a la que fui como en el barrio donde vivo, nunca me hicieron bullying. Siempre me incluyeron y se adaptaron conmigo”.

El domingo 9 de marzo, día de la elección de la Reina, Deolinda vivió la experiencia con mucha naturalidad, aunque admite que al principio estaba un poco nerviosa. “Pero le pedí a Dios y me pude tranquilizar”, rememora.

Esa noche lució un vestido negro ajustado al cuerpo que le regaló su madre, al igual que las sandalias y la banda. Una hermana fue quien la maquilló y peinó.

A pesar de no haber ganado, su participación en el certamen fue un triunfo personal. “Cada paso que doy para mí es un gran logro. El hecho de no haber ganado no me afectó en lo más mínimo.

“Cuando fue la sesión de fotos me entró como algo raro y dije que no iba a ir. Pero después decidí darle con todo para adelante”.

Siempre salgo con la frente en alto, como me enseñaron mi mamá y mi papá. Te caés y te volvés a levantar. Estoy orgullosa de cómo me criaron y de cómo soy”. A esa fortaleza se la atribuye a sus padres: “Mi mamá es ama de casa y mi papá es jubilado, pero sigue trabajando en los parrales para que en mi casa no falte nada, como lo hizo siempre”.

Deolinda quiere que su historia inspire a otras personas con discapacidad a no dejarse limitar por los prejuicios. “Les digo que tienen que dejar a un lado la opinión de los demás, que se fijen en uno mismo, porque si están pendientes de lo que dicen los demás nunca van a poder salir adelante. No importa cómo seamos, siempre hay que estar con la frente en alto”.

“Muchas personas con discapacidades deciden no salir pero se tienen que dar cuenta de que todos en el fondo somos iguales”.

Hoy, su objetivo inmediato es conseguir un trabajo y seguir adelante con sus estudios. Mientras tanto, disfruta de sus pasiones, como el fútbol. Hincha fanática de River, en 25 de Mayo alienta a Nobleza, aunque en la fiesta representó al Club Atlético Funebrero. “Cuando tenía 15 años me tiré a jugar a la pelota, pero no era lo mío. Así que ahora soy espectadora nada más”, bromea.

Su historia es un recordatorio de que la valentía y la determinación son las verdaderas claves del éxito. Su participación en la Fiesta de la Uva y el Deporte no solo la acercó a su sueño, sino que también inspiró a muchos a seguir sus pasos.