Al igual que un barco que atraviesa una intensa tormenta, la Argentina sigue navegando por aguas turbulentas, sin conocer a ciencia cierta si tendrá la posibilidad de llegar a buen puerto. Esto es así porque el país no ha podido, desde diciembre último, en que se inició esta nueva etapa democrática, apaciguar el panorama político ni alcanzar consensos que permitan al gobierno implementar todas las medidas necesarias para lograr la transformación de la nación conforme a lo previsto.
En la opinión de la mayoría de los analistas, en la Argentina está haciendo falta una política de diálogo y de manos abiertas para todos los sectores de la comunidad, que lleve a un entendimiento y que aleje ese escenario poseleccionario tan determinante del “te gano y te mato” que rige en todas las fuerzas políticas. También hay que dejar de lado esa confrontación entre medio país, contra el otro medio país, ya que está comprobado que esa no es la manera correcta ni la más conveniente para sacar la nación hacia adelante.
Al analizar las causas que llevan a que la Argentina se encuentre en esta situación, adquieren vigencia los pensamientos del expresidente de Uruguay José “Pepe” Mujica, quien en algún momento sostuvo que hay un fenómeno que por momentos es incomprensible. Dijo que los argentinos se quieren demasiado poco, se reprochan constantemente y se insultan demasiado, tres acciones que ayudan a entender porque no se logra un ambiente armonioso y en el que la confrontación parece ser la única forma de actuar y de desentendernos cada vez más.
Este estado de enfrentamiento conduce a una amenaza constante de que las acciones oficiales desemboquen en un régimen autoritario, que genere resistencia en la población y termine con medidas drásticas vinculadas a la represión y a enfrentamientos civiles.
En relación a la forma de actuar del gobierno nacional, se pueden cuestionar varias cosas, pero lo que no se puede decir es que no está haciendo un gran esfuerzo por ordenar la cuentas en base a un ajuste que, aunque doloroso, debía realizarse indefectiblemente, previendo claramente quien lo pagaría.
Se dice que en la Argentina hay un problema de afecto y amor entre todos los sectores de la comunidad y de los individuos que la habitan. Considera Mujica que nuestro país hace tiempo está divorciado en materia de afectos. Se comprueba esto al momento de discutir ideas o hacer propuestas que contribuyan con el país, las cuales no suelen ser bien recibidas dando lugar a descalificaciones y ofensas mutuas, de una u otra parte.
A manera de recomendación nos dicen que si en la Argentina pudiéramos respetarnos un poco más, el país sería otras cosa por su enorme potencialidad y la impronta que tiene como nación libre y soberana.
Hay coincidencia en que el pueblo argentino es maravilloso, pero que se gastan muchas energías inútilmente que no son aprovechadas. Mujica ha llegado a decir que el pueblo argentino, en ocasiones, se parece a un niño rico que no valoriza lo que tiene y que basa su conducta en el desprecio y el mal comportamiento.
En relación a este panorama es que debemos trabajar para encontrar el equilibrio, la cordialidad y la armonía que debe regir la vida en sociedad.
