La noche del 30 de diciembre de 2004, a pocos minutos de comenzar el recital de Callejeros en República de Cromañón, resultó una de las tragedias más dolorosas en la historia del rock argentino. El show terminó en un incendio que dejó un saldo de 194 fallecidos por asfixia y más de tres mil sobrevivientes con traumas y secuelas que perduran. A 20 años de lo ocurrido, hay heridas que todavía no cierran ni se olvidan, porque aquella fatalidad pudo evitarse. Es en cierta medida es lo que trata de explicar y narrar “Voces, tiempo, verdad’, una publicación realizada por el periodista, escritor y guionista Bruno Larocca, que cuenta con testimonios y opiniones de sociólogos, comunicadores, músicos, psicólogos, pensadores, abogados y también de los sobrevivientes. El libro (que tiene prólogo de Estela de Carlotto y participaciones de Indio Solari, Eugenio Zaffaroni, Víctor Hugo Morales, Gabriel Solano, Alfredo Moffat, Alejandro Kaufman, Leandro Santoro, José Palazzo, Carlos Sica y otros), incluye imágenes de archivo, documentos y nuevos datos que aportan luz para esclarecer lo ocurrido. Larocca llegará San Juan junto a la asociación “No nos cuenten Cromañón’, una ONG conformada por sobrevivientes del incendio que realizan la presentación de este libro, hoy en el Chalet Cantoni. DIARIO DE CUYO habló con el autor de la obra, quién reflexionó sobre aquel momento y sus consecuencias.

“Aunque hayan pasado 20 años, algunos recuerdos quedan diluidos, imágenes confusas o fragmentadas de lo ocurrido. Necesitamos que exista un documento escrito como fuente de consulta para que las nuevas generaciones que asisten a los recitales de rock conozcan la verdad y tengan información suficiente para que se comprenda lo que pasó’, contó el autor.

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A la hora de reconstruir los relatos y las crónicas de la época, con datos y archivos, Larocca tuvo -junto a los sobrevivientes- un gran rompecabezas por armar. La tarea no fue sencilla y les demandó unos cinco años. “Buscamos contar el antes y el post. Cromañón no terminó el 30 de diciembre. Después del incendio y de los juicios, de 17 casos de suicidio de sobrevivientes y familiares, no hubo una contención psicológica por parte del Estado. Entonces no llamamos a esto tragedia, sino masacre, porque todo lo que sucedió pudo haberse evitado’, señaló. No obstante, advirtió que hoy hay situaciones similares en los espectáculos y que la situación puede repetirse. El periodista apuntó el ejemplo de Time Warp: “Aquellos chicos murieron por consumo de pastillas, en un predio que pertenecía al gobierno de CABA. Hace poco se hizo la Fiesta Bresh que es masiva y por no atender el alerta meteorológica de tormentas fuertes, el show no se suspendió. Horas después, fueron terribles las escenas de miles de chicos corriendo del escenario escapándose por miedo a que se derrumbara y un muñeco inflable gigante volaba por todas partes, era una película de terror’, dijo; y agregó: “Por eso, la lucha de este libro es para que el Estado deje de cuidar tanto los intereses económicos de los empresarios y asuma su responsabilidad de cuidar más a la población cuando se realicen espectáculos masivos. Que deje de proteger el bolsillo de los privados y tenga más humanidad, más respeto a la historia y proteja al ciudadano. Cromañón debe ser otro Nunca Más, pero para eso necesitamos de un ejercicio de la memoria constante y de conciencia’, declaró el escritor.

La tragedia, fruto de una cadena de malas decisiones, ausencia de controles y de negligencias, no es nuevo. Pero lo sucedido en Once fue todo un antes y un después para el ambiente del rock. “Es verdad, hubo muchos factores, pero el punto de partida, fue que ese lugar nunca debió estar habilitado. Si tenés a un empresario como Chabán que pagaba coimas a la policía para que permitiese entrar más gente de la capacidad permitida y los funcionarios miraban para otro lado, todo el sistema fallaba, porque la sociedad también lo aceptaba y lo sigue permitiendo’.

¿Y cómo fue el rol de los medios tras los acontecimientos? Larocca, lo ubicó en un tema no menor y fundamental: “Hay toda una discusión que se tiene que dar alguna vez. Cómo también fue con lo de la Estación de Once. Los medios actuaron como si fuese un River-Boca. Estaba de moda en los paneles televisivos armar debates bizarros, como en el programa de Chiche Gelblung, Jorge Rial o Mauro Viale, que fomentaron enfrentamientos porque les daba rating y el morbo siempre manda. Los medios y periodistas se pusieron en el rol de jueces y eso estuvo muy mal, porque marcaban sentencia, elegían al culpable, lo señalan y lo escrachan 24 horas’.

Tras 20 años, sostuvo el periodista que hay varios aspectos necesarios en materia de reparación. “Primero hay una deuda ética y moral de los medios de comunicación por cómo hicieron el tratamiento de este tema y cómo se criminalizó a los músicos. A nivel estatal, debe haber una ley que reconozca y dignifique a los sobrevivientes y por último, no menos importante, que el edificio quede recuperado como un espacio de memoria’.

A pocos metros de la entrada del complejo está el conocido “Santuario o Paseo de los pibes’ (declarado Monumento Histórico Nacional) erigido por familiares y sobrevivientes. La sensación de tiempo detenido abruma y silencia todo sonido. “Fui pocas veces, pero al mirar los nombres de los 194 chicos pintados en la puerta, la sensación es fuerte, se me mezcla la emoción y el dolor. Hay otros familiares o sobrevivientes que no quieren volver más al lugar. En cambio, en vez de elegir el santuario, van al Obelisco para reunirse a escuchar las bandas en vivo, en vez de llorar. Comparten el dolor y lo mitigan de esa manera. Creo que me quedo con esa manera positiva de ir hacia adelante y pensar en el futuro. No en quedarse encerrado en la tristeza. Al dolor hay que convertirlo en poesía, en arte, en cultura y en rock’, concluyó.

DATO
Voces, tiempo, verdad. El libro se presentará con Bruno Larocca y la ONG No nos cuenten Cromañón. Chalet Cantoni (Libertador 3339 oeste). Entrada gratuita.