Ninguno de los cotejos de ADN entre la saliva de los dos sospechosos y los restos de sangre detectados en una pesa, una tijera, un cuchillo y otras muestras encontradas en la casa del asesinado Juan Carlos Muñoz (69), dieron positivo. Y esa conclusión fue determinante para que el fiscal Nicolás Schiattino y el ayudante fiscal Sebastián Gómez (UFI de Delitos Especiales), empezaran a alejar sus sospechas de los hermanos Isaías Joel Flores (21) y Ricardo Eduardo Salas Lépez (35) como posibles partícipes en el homicidio de ese vecino del barrio Camilo Rojo, Santa Lucía, perpetrado la madrugada del 30 de abril pasado. Por eso fue que le pidieron al juez subrogante, Guillermo Adárvez, que ambos sean liberados y sometidos a una serie de reglas de conducta, entre las que sobresale el no molestar de ninguna manera ni acercarse a menos de 500 metros a una testigo clave en el caso, la expareja de Salas Lépez. Es más, este changarín fue expulsado de la casa que compartía con esa mujer y tuvo que ir a vivir con un familiar.
Carlos Fernández Torres y Franco Vázquez no se opusieron a las medidas adoptadas con sus clientes, quienes ahora seguirán ligados, pero solo por el presunto encubrimiento de Alberto Díaz Nuñez (39), el sujeto señalado como autor de ese violento y letal ataque, en el que la víctima terminó con unos 11 puntazos, con la tráquea y algunas costillas quebradas, varios golpes con un elemento contundente, asfixiado con un nylon y estrangulado manualmente.
Ese metalúrgico es el más complicado en el homicidio de Muñoz, por varias razones, entre las que se incluye haber mentido sobre lo que hizo en los momentos concomitantes al homicidio. Pero también por otras pruebas.
Díaz Arias admitió que hacía como dos semanas que vivía en la casa de la víctima, pero cuando ocurrió el homicidio dijo que no pudo entrar y esa noche tuvo que ir a dormir a la casa de una hermana.
Sin embargo, su cuñado negó que pasara la noche con su familia y hasta habló de serios distanciamientos con ese familiar. Además, una vecina lo vio trepado a un tronco que hay en el frente de la casa de Muñoz cuando se supone que lo mataron. Y la cámara de seguridad de otro vecino también lo captó aquella madrugada.
Y no es todo: la propia expareja de Salas terminó por complicarlo seriamente, porque ella dijo que, antes del homicidio, el padre de sus hijos le comentó que Díaz Arias le había dicho que se vengaría de Muñoz si acaso lo echaba de la casa, porque al parecer ambos tenían problemas con el tema del alquiler. Esa mujer también declaró que la noche en que ocurrió el crimen, Díaz Arias llegó hasta su casa en plena madrugada y le comentó a Salas Lépez y Flores, que bebían alcohol en un pasillo de la vivienda: ‘Me la mandé, apuñalé a ‘Masa’ (apodo del fallecido) con una punta’. Luego de escuchar eso -según la mujer- Salas Lépez le dijo que se fuera, pero después le permitió entrar a la casa para higienizarse y cambiarse de ropa.
Según la testigo, su expareja la amenazó para que no contara nada. También dijo que le tiene miedo porque más de una vez la golpeó y hasta tiene una condena por violencia doméstica.
Por eso sospecharon de Salas Lépez y Flores, pero el examen de ADN demostró que, por ahora, ambos solo habrían encubierto al principal sospechoso.