El juez del Tribunal de Impugnación, Daniel Guillén, confirmó la primera condena del sistema acusatorio contra un médico por la muerte de una beba, considerada un homicidio culposo: el castigo de 3 años en suspenso y los 5 años de inhabilitación contra el pediatra Carlos Dante Cabrera, que el juez Guillermo Adárvez le impuso el 30 de agosto del año pasado, por su obrar negligente en la atención de la pequeña Oriana Salinas Santa, que tenía 1 año y 5 meses y murió a causa de un infección respiratoria, pues Cabrera le recetó un antibiótico, otro remedio para la fiebre y la mandó a su casa, en lugar de dejarla internada por el bajísimo nivel de sus glóbulos blancos, según la acusación del fiscal coordinador de la UFI de Delitos Especiales, Iván Grassi.
El mismo Guillén también rechazó un recurso de la Defensa para conseguir que otro tribunal revisara el fallo que intenta revertir. Y entonces apeló a la única herramienta que le quedaba para evitar que la sentencia contra su cliente no quedara firme: una queja por recurso denegado ante el máximo tribunal de justicia provincial, dijeron fuentes judiciales.
‘Creemos que en parte se hizo justicia… nosotros queríamos una pena de prisión efectiva, él tuvo en sus manos evitar que mi hija sufriera y que estuviera como ahora, en un cementerio. Pero es un alivio que haya condena y que mi hija tuviera algo de justicia’, había dicho Heidy Santana, madre de la nena fallecida, acompañada de su esposo, Héctor Salinas, y un puñado de familiares.
El desenlace trágico para la beba empezó a gestarse la madrugada del 30 de agosto de 2022. Entonces, era la segunda vez que la nena ingresaba el hospital Rawson derivada del hospital Marcial Quiroga, pero ya en un estado prácticamente irreversible.
Es que los padres de la nena la llevaron al Rawson la noche del 28 de julio. Esa vez un médico indicó practicarle una radiografía y hacerle análisis, pero ya en la madrugada del día siguiente, cuando fueron con los resultados de esos estudios al consultorio del pediatra a cargo, Cabrera, dijeron que no miró la radiografía y les dijo que los análisis ‘no estaban mal’, recetó un antibiótico y un antipirético y les dijo que se podían ir.
Según los acusadores y los numerosos médicos peritos del caso, esa decisión fue clave para que la infección avanzara en la criatura, dejándola sin chances. Porque cuando los padres la llevaron al hospital Marcial Quiroga, comprobaron que por los bajos niveles de glóbulos blancos no debió haber recibido el alta y volvieron a mandarla al hospital Rawson, pero con la suerte echada.
El defensor de Cabrera, Federico Aguiar, negó que esa madrugada hubiera atendido a la nena. Y aunque el médico admitió que era su letra la de la indicación sobre la aplicación de un antibiótico y un antipirético, su Defensa dijo que por la época del año y la cantidad de afecciones respiratorias, era común hacer ‘preformas’, es decir anotar la indicación de las drogas y luego rellenarlas con datos del paciente y del médico, algo que no tenía el papel con la letra de su cliente.
También incorporó la declaración de una pediatra sobre el hecho de que la nena tenía buena oxigenación cuando ingresó al Marcial Quiroga. Y que allí fallaron a la hora de estabilizarla para recién poder trasladarla al Rawson, lo que alejaba también a su cliente de las sospecha de haber sido quién, con su presunta negligencia, condenó a la criatura.
Para el juez Guillén, sin embargo, los argumentos de la Defensa contrastaron con la prueba analizada por el juez del juicio. Y que lo llevó a la conclusión de que Cabrera debía ser condenado.