Desde la misma madrugada en que un patrullero la sorprendió a un costado de su Ford Fiesta y al profesor de Educación Física José Marcelo Amarfil (46) tendido boca abajo, desnudo y sobre un charco de sangre, la licenciada en Historia e investigadora del Conicet, Luciana Teresita Bustos (33) se cerró en su argumento de que ese hombre con el que, hacia afuera, decía mantener una amistad, se había quitado la vida autoagrediéndose con un cuchillo alrededor de la 1,30 del 17 de enero pasado. Sin embargo a los pesquisas, esa explicación nunca les cerró. Porque no tenían antecedentes de alguien que se desnudara y usara juguetes sexuales (como esposas de cuero y un antifaz) para suicidarse de 7 cuchillazos. Porque era muy extraño que la buscara de testigo para acometer contra su vida en una zona oscura zona de Las Chacritas, en 9 de Julio (Pellegrini entre Díaz de Solis y Santiago del Estero). Porque también era poco claro que ella tuviera un brazo mordido y otras lesiones en su cuerpo.
La recolección de pruebas terminó por confirmar la corazonada de los investigadores dirigidos por el fiscal Francisco Pizarro (UFI de Delitos Especiales): víctima y victimario mantenían una relación sentimental y el hombre no había decidido terminar con sus días.
De ese vínculo dio muestras una pericia en los teléfonos de ambos. Del examen de esos contactos surgió, además, que ambos pretendían encarar un negocio juntos: un gimnasio.
El análisis de los peritos también fue clave para determinar que la noche del crimen mantuvieron relaciones sexuales. Eso lo reveló un estudio de ADN en los fluidos que extrajeron de la sospechosa y del cuerpo de la víctima, indicaron fuentes judiciales.
Su presunta idea de ponerle fin a la vida de Amarfil también surgió de una búsqueda en internet sobre el cloroformo y sus efectos, aunque no llegó a utilizar esa sustancia, indicaron.
Todas esas pruebas terminaron por reforzar las sospechas contra la licenciada Bustos. Y por poner al descubierto que llevaba una doble vida sentimental, pues hacía cuatro años que convivía con una mujer en Chimbas, a la que le decía que Amarfil era un amigo que conoció años atrás en un gimnasio y que ella era una suerte de confidente de sus problemas. Incluso, la hizo escuchar audios de él llorando cuando sufrió una gran pérdida familiar.
Con la coartada derribada, Luciana Teresita Bustos habría decidido, a través de sus defensores, Roly Olivera y Marcelo Sández, admitir su culpa en un juicio abreviado, indicaron desde el entorno de la acusada. El homicidio que le atribuyen es agravado y la única pena posible para esa figura, es perpetua.