La cita era a las 15,30, pero a esa hora ya estaban colmadas las 80 mesas que hay en el Paseo Las Palmeras. Es que por el entusiasmo de compartir una tarde de alegría, la mayoría llegó antes y desbordó el lugar con su adrenalina. Fueron los 300 adultos mayores que ayer participaron de las actividades recreativas que realizó ayer, en el Parque de Mayo, la Dirección de Políticas para Personas Mayores para festejar el Día de los Abuelos.

Los que llegaron después de la hora señalada ya no encontraron lugar disponible, por lo que se sentaron en las orillas de los canteros, en el césped o en las sillas que, los más previsores, llevaron para disfrutar de la jornada cómodamente. Aunque pocos permanecieron sentados.

Lleno total. Unos 300 abuelos participaron de las actividades recreativas en su honor.

Los abuelos del Taller de Folclore, que dicta la dirección, fueron los primeros en salir a escena y encender el entusiasmo del resto. Los 52 bailarines se desplegaron por los dos pasillos principales del Paseo Las Palmeras y también por el intermedio para que todos los espectadores, incluso los que estaban cerca del ingreso al estadio, pudieran verlos. Y esto fue celebrado con aplausos antes de que comenzara el baile.

Los abuelos también pudieron vacunarse durante la celebración en el stand que instaló el Ministerio de Salud.

El ballet bailó una chacarera, un gato y una zamba ante la ovación de todos los presentes. Pero el entusiasmo llegó a su punto máximo cuando le tocó el turno al grupo de Bailoterapia.

Vestidos de rojo y negro, los integrante de este grupo ocuparon cómodamente un gran espacio para desplegar su arte. Pero, a segundos de comenzar a bailar, el lugar quedó chico. Es que ni bien empezó a sonar la música, los espectadores también se sumaron a los bailarines para derrochar energía.

Hombres y mujeres de más de 60 años bailaron hasta bachata por más de 15 minutos, algunos junto a sus nietos, que los acompañaron para celebrar juntos su día.

Invitados. Los abuelos de la Residencia Eva Duarte fueron los invitados especiales de la jornada.

Nadie se quedó sin bailar. Algunos formaron un trencito empujando a los que estaban en silla de ruedas para no dejarlos afuera de la celebración.

Tras el baile, hubo unos minutos de descanso para que todos recuperaran energía. Y los abuelos aprovecharon ese momento para tomar unos mates, tomarse selfies y saludar a los contemporáneos de los centros de jubilados que llegaron desde más lejos (Angaco, Caucete y Albardón) a participar de la fiesta.