Un fletero de 40 años admitió ayer que manoseó entre cuatro y seis veces a su propia hija entre los 15 y 16 años. Y terminó con la condena que también aceptó: 3 años de prisión en suspenso (sin encierro) por los delitos de abuso simple, agravado por el vínculo y la situación de convivencia con la menor, que hoy tiene 17 años. Además, el imputado no podrá acercarse a menos de 300 metros a su hija ni a su familia, ni molestarlos de ninguna manera por el mismo tiempo de la condena.

El caso había sido develado por la jovencita a una tía de su novio, una mujer que puso la denuncia el 8 de abril del año pasado.

Cuando la menor declaró ante psicólogos de la UFI ANIVI, les contó que, al concluir con sus manoseos, su progenitor le decía que era un mal padre y se ponía a llorar.

La investigación encarada por pesquisas al mando del fiscal, Roberto Mallea, y la ayudante fiscal, Luciana Ramacci, confirmó la denuncia y el relato de la menor. Al punto de que a su padre no le quedó más alternativa que reconocer su autoría en los delitos que le imputaron. Y así lo ratificó ayer en el juicio abreviado que logró con Fiscalía a través de su defensor, José Tejada.