Uno de los tres policías bajo investigación por la paliza que recibió un hombre en estado de ebriedad que se había estacionado en su auto al costado de una calle de Angaco para dormir y no causarse ni causar problemas, buscó ayer desligarse de esa violenta situación, que puede acarrearle graves consecuencias en la justicia penal y también en su trabajo. Defendido por José Beltrán Bengoa y Marcela Olivera, el cabo Maximiliano Néstor Riveros dijo ayer ante el juez Guillermo Adárvez, que aquella madrugada del 20 de abril pasado en calle Nacional casi Velázquez, fue el denunciante, Armando Vázquez Calderón (44), el que lanzó el primer golpe de puño contra su compañero, el agente Matías Francisco Durán Gómez. Que su colega se lo devolvió, forcejearon, cayeron al piso y que ahí le pasó los ‘ganchos’ a su colega para que lo esposara. También dijo que le ayudó a levantar a Vázquez y llevarlo hasta el patrullero, que él manejó autorizado por la oficial Emilce Pantano.

Esta versión, analizada a secas, sitúa a Riveros como alguien ajeno a esas agresiones que terminaron con puntos de suturación en el rostro de Vázquez. Y a su compañero Durán como alguien que solo se defendió del ataque del denunciante. Es más, hasta dijo que otra cabo puede confirmar que lo vio él llegar manejando el patrullero a la seccional 20ma., porque el chofer era Durán pero iba atrás con el detenido.

Sin embargo la sospecha de Fiscalía contrasta seriamente con esta versión. Según el denunciante, esa noche soportó que le dijeran cosas como que ‘dejara de dar asco’. Y que a pesar de no resistirse e insistir en que no quería seguir manejando, apenas bajó de su auto empezaron a maltratarlo, que en eso forcejeó con Durán y que, ya en el piso, fue Riveros el que le pateó la cabeza.

Esa vez, ambos policías denunciaron a Vázquez en la UFI Genérica por atentado y resistencia a la autoridad, pero una fiscalía desestimó esa denuncia.

Por eso fue que, al final, el fiscal Nicolás Schiattino de la UFI de Delitos Especiales (ayer subrogado por el fiscal Sebastián Gómez), les imputó a ambos policías el delito de apremios ilegales.

Y a la oficial, Emilce Pantano, falso testimonio, encubrimiento e incumplimiento de sus deberes como funcionaria. Es que esa uniformada dijo que esa noche ella también estuvo en la escena del hecho, pero no bajó porque hablaba por teléfono con su mamá. Pero Vázquez declaró que no vio a la oficial en el lugar donde se detuvo y la imputada tampoco pudo acreditar que efectivamente hubiera llamado a su madre a la hora del hecho, a eso de las 4 de la mañana.

Ahora, Fiscalía deberá evaluar los dichos de Riveros a la luz de las restantes evidencias.