Julio Castro Agüero no dudó en responsabilizarse por haber efectuado dos disparos con una pistola calibre 1.25 en una cancha de fútbol amateur de Rivadavia, durante el segundo encontronazo que su amigo, Franco Gómez, protagonizaba con jugadores y simpatizantes de otros clubes. Aunque buscó minimizar el hecho de balear a uno de los que buscaba calmar los ánimos, Diego Andreoni, (dijo que quiso disparar al piso), quedó complicado por la presunta tentativa de homicidio de ese joven, que aún permanece internado en gravísimo estado. Según Castro, Gómez no le pasó la pistola que usó y Gómez solo admitió haberse peleado con otros jóvenes el último domingo sobre las 19,30 en la cancha Coralli, en Marquesado. Pero como hay tres testigos que señalan a Gómez por haberle pasado el arma a su amigo, el fiscal coordinador, Iván Grassi, y el ayudante fiscal, Pablo Orellano (UFI de Delitos Especiales) les imputaron distintos grados de participación en el intento criminal. Y al final la jueza, Mónica Lucero, les dictó 8 meses de preventiva y le concedió a Fiscalía 10 meses para investigar.