Aquel 11 de junio de 2023 se repitieron los gritos y los insultos entre la pareja, porque él volvía otra vez ebrio, porque ella no toleraba eso. Pero esa fría mañana, sin embargo, incluiría un plus de violencia con resultados irreversibles. En un momento él, Jonathan Manuel Torres (25), expupilo del boxeador caucetero Amilcar Funes, la pateó en una pierna y, cuando estaba en el piso, descargó otro golpe con un elemento contundente en el costado izquierdo de su cabeza. Y ella (32 años, madre de mellizos) por poco no murió. Fue trasladada a un hospital casi cuatro horas después de ese ataque, ocurrido a eso de las 8 de la mañana en la cocina comedor de una humilde casa compartida por dos familias en la Villa Dolores, en Caucete. Y recién sobre las 14 ingresó a cirugía del hospital Rawson, donde debieron abrir su cráneo para descomprimir la hemorragia cerebral que amenazaba sus días. Unas seis horas después la operación terminó y ella se salvó, pero quedó con secuelas diagnosticadas como insuperables: un 66% de incapacidad para trabajar a causa de su enfermedad mental, con múltiples manifestaciones. Como una ‘alteración de la productividad y en el razonamiento abstracto, falta de iniciativa, incapacidad para planificar o mantener conductas dirigidas hacia una meta e incapacidad de inhibir la conducta socialmente incorrecta; presenta un deterioro cognitivo permanente por ser un daño cerebral’. Ese deterioro mental provocado por la violenta agresión, es lo que obliga a que sea tratada de por vida por psicólogos y psiquiatras.

Y es lo que le impidió a Fiscalía conocer su versión de los hechos que, en principio, intentaron ser desdibujados por la familia de él, pues aquella vez hablaron de que había sufrido un pico de presión y demoraron en llevarla al médico. Fueron los pequeños sobrinos de Torres (un varón y una nena) los que permitieron descubrir la verdad. El nene habló de la discusión y dijo haber visto cuando su tío golpeaba a su tía. Su hermanita dijo que ese día su mamá la levantó de la cama de apuro, para que se fueran, porque su tío había atacado a su pareja.

Acorralado por la evidencia, Torres terminó por admitir su autoría en ese ataque, calificado como tentativa de homicidio agravado por el vínculo y por violencia de género. Fue tentativa, porque al ver la agresión, su sobrino corrió a avisarle a su mamá, que intervino y evitó un desenlace trágico.

Ayer, Torres ratificó ese acuerdo alcanzado con la fiscal coordinadora, Claudia Ruiz Carignano, y el ayudante fiscal, Omar Galeano (UFI CAVIG) a través de su defensor oficial Alejandro Martín García y la ayudante de Defensa, Mariela Ordoñez. Y al final la jueza de Garantías, Verónica Chicón, confirmó ese acuerdo de juicio abreviado y le impuso al acusado la pena que aceptó recibir, 10 años en la cárcel de Chimbas.