Una mujer, su hijo, su nuera y un amigo de la familia son los acusados. Les atribuyen haber estafado a una docena de trabajadores y haberles causado un perjuicio de por lo menos 10 millones de pesos. Lo admitirán hoy en un juicio abreviado y todos serán condenados, aunque solo uno de ellos seguirá preso: Fernando ‘Limón’ Caballero, que tiene 20 años y enfrenta 14 cargos por estafas (hubo además dos a los que engañaron con la ‘venta’ de machimbre y una Play Station) y dos hechos de amenazas, una de ellas contra una de las víctimas a la que le mandó la foto de un arma de fuego.
Este sujeto ratificaría hoy ante el juez de Garantías, Eugenio Barbera, que estaría dispuesto a recibir una condena de 5 años de prisión efectiva. Inicialmente (el acuerdo podría variar), esa pena sería parte del convenio que el imputado alcanzó a través de su defensor, Mario Morán, con el fiscal coordinador de la UFI de Delitos Informáticos y Estafas, Eduardo Gallastegui, indicaron fuentes judiciales.
Por ahora, trascendió que su madre, Yésica Esther Caballero (37), la pareja del ‘Limón’, Ayelén Tobal (tiene prisión domiciliaria) y un amigo de la familia, Julio Ricardo Merenda, admitirían su participación en varios de esos fraudes, pero recibirían una condena de ejecución condicional (se habla de 3 años, sin detención).
La modalidad aplicada por los imputados era a la vez sencilla y arriesgada. Según Fiscalía, se contactaban con las personas que alquilaban distintos servicios (de comida, entretenimiento, máquinas para trabajar), se hacían llevar las cosas a una casa abandonada que figura con dos direcciones (Oro al 1620 o 1650 Este, Chimbas) y cuando volvían a buscarlas ya no encontraban a nadie. Varias de esas víctimas regresaban más de una vez al lugar. Y en esas ocasiones, una mujer que vive en el barrio CGT, justo en frente de la casa abandonada, salía a decirles que no insistieran, que ahí no había nadie, que habían sido estafados.
Pero el domingo 25 de agosto pasado, uno de ellos no hizo caso y volvió. Y se topó con esa misma mujer que buscó alejarlo, cargando sillas junto a otro sujeto en un auto. Y sospechó. Y justo pasó un patrullero. Y esa mujer, Yésica Caballero, quedó presa, a pesar de devolver los 35.000 pesos que le había pagado por esas 40 sillas plásticas que vendió y eran parte de un fraude. Días después, cayó el resto de los imputados.