El dique nivelador Ignacio de la Roza transita un arreglo histórico de sus ocho compuertas. Las autoridades encontraron que algunos de los componentes no se habían cambiado nunca y otras partes tenían más de 40 años sin arreglos. Debido a esto, la situación era peor de lo que esperaban antes de iniciar la reparación, por lo que sumaron otros trabajos y cambios. Aun así, creen que por el avance que tienen, alrededor de un 60%, terminarán las tareas a fines de agosto, es decir antes de lo previsto, que era a principios de septiembre. La fecha es fundamental, porque es imposible regar sin antes haber terminado el reacondicionamiento.

El arreglo de la obra hídrica empezó el pasado 8 de julio, el plazo inicial de trabajo eran 50 días. Pero esta agenda se encontraba abierta desde el principio, porque sabían que una vez que comenzarán la fase 1, que implicaba desarmar sistemas, iban a conocer el estado real del dique. David Devia, secretario de Agua y Energía, contó que el diagnóstico al que llegaron era peor al que esperaban. En total trabajan en tres elementos que componen el sistema: las compuertas, el sistema electromecánico que las maneja y el asiento de las mismas. El funcionamiento de todo esto es lo que permite nivelar y regular la cantidad de agua que va a consumo humano y riego. En caso de fallar y no poder levantar una, se interrumpe el servicio normal. Si no sellan bien, se pierde agua por el sistema. Al momento de iniciar la reparación, encontraron problemas en todos los elementos.

Esperado. En los 77 años que tiene el dique, es la primera vez que se avanza en un arreglo en profundidad de las compuertas. Del Ignacio de la Roza depende el agua para riego y consumo.

Las compuertas están compuestas de una estructura tipo jaula y una plancha metálica y pesan entre 12 y 14 toneladas. Por el acción del agua todo se va oxidando con el tiempo y se pierde la integridad y seguridad del material. El secretario explicó que deberán cambiar parte de los perfiles metálicos y casi todas las planchas. Es que estas últimas, en algunos casos, habían pasado de un centímetro y medio a un milímetro de grosor. Las restantes también están desgastadas, pero todavía están dentro de los límites que recomiendan los técnicos, por lo que analizan continuar con el trabajo el próximo año.

El sistema electromecánico que con un motor y poleas sube y baja las compuertas es el que permite controlar el caudal de agua con seguridad. El plan de obra en un principio contemplaba reparar partes de este sistema, pero finalmente se vieron obligados a comprar cuatro motores nuevos, ya que no estaban en condiciones. Este tipo de eventualidades, donde encontraron fallas más graves de las que esperaban, es lo que obligó a Hidráulica a tener un presupuesto abierto para encarar el trabajo. Si bien rondaba los 560 millones de pesos al principio, conocerán el costo total una vez que hayan terminado. No descartan que cuando avancen en las otras cuatro compuertas encuentren escenarios similares.

En cuanto a la superficie de apoyo, esta es clave para el sellado, ya que si la compuerta no baja a una zona adecuada no cumple por completo su función. Además, en toda la superficie posterior, las losetas dañadas generaban infiltraciones en el terreno, por donde se perdía más agua. Devia contó que en un tramo de las grietas del cemento salía vegetación. Debido a eso deberán cambiar una buena parte de estas, que necesitan un anclado especial para resistir el paso constante de agua.

Todas las tareas son a contrarreloj y creen que el avance les permitirá estar listos antes de la fecha inicialmente planeada. Esto es fundamental para el inicio del riego que empezará nuevamente una vez terminen, por eso parte del trabajo quedará para el próximo año. En la actualidad ya terminaron la fase 1, que implicaba ver las condiciones para afinar el plan de acción. El segundo es retirar las partes y arreglarlas, lo que están haciendo y finalmente deben montar y probar todo el sistema. El arreglo es primero de esta profundidad que hacen desde que se inauguró la obra, en 1947.