Entre abril y mayo nevó dos veces y alcanzó para cubrir toda la cadena montañosa de San Juan. Los dos eventos ocurrieron con poca diferencia y, gracias a eso, se acumuló nieve de la segunda tormenta sobre lo que quedaba de la primera. Esto, que no sucedía hace unos 10 años, revivió las esperanzas de que la provincia vuelva a tener un buen año hídrico, tras siete años de sequía. Pero dos especialistas aseguraron que todavía quedan factores que definirán el pronóstico hídrico. Por un lado, si bien algunos modelos son optimistas, la llegada del fenómeno de La Niña podría frenar la buena racha. Pero, incluso en el mejor escenario, la bonanza hídrica no duraría mucho más y esperan otro ciclo seco pronto.
La temporada de nevadas en la cordillera de los Andes está empezando, ya que va desde abril a septiembre. Durante este ciclo, San Juan vio por primera vez en años un buen signo, que es la acumulación de nieve gracias a dos eventos seguidos. Esto, dijo Silvio Pastore, coordinador del Gabinete de Estudios de Geocriología, Glaciología, Nivología y Cambio Climático de la UNSJ, cumple con los pronósticos que anunciaban un buen año hídrico. Es el resultado del fenómeno de El Niño, que empezó en 2023 y dieron por terminado a principios de este año. En la actualidad, los especialistas definen el estado como “neutro”, pero a San Juan los efectos de este ciclo llegan con algunos meses de retraso.
Estos datos son los que dan cierto optimismo a los especialistas. Según Germán Poblete, climatólogo, tanto la primera nevada entre el 17 y 18 de abril y la que inició el 22 de mayo, fueron “moderadas”. La última acumuló en promedio 50 centímetros de nieve. Además, hubo otro evento climático, que no es del mismo tipo que se da siempre en San Juan, pero generó también precipitaciones los días 7 y 8 de mayo. Esto, explicó, está acompañado de otros buenos signos como que “en Santiago de Chile, se registró el mayo más frío de los últimos 80 años y esto impacta en cordillera”.
Para el profesional todavía está por verse qué es lo que sucederá en los próximos meses, que son clave para definir la acumulación anual de nieve. Esto se debe a que la nieve puede permanecer o no, según cómo sigan las condiciones climáticas. Si hay viento, puede dispersarse lo que cayó, impidiendo que se compacte. Si la temperatura sube, en lugar de mantenerse frío como hasta ahora, una parte importante puede perderse por la sublimación. Por otro lado, la humedad puede ser absorbida por las vegas y acuíferos que están en la misma cordillera. Esto es lo que sucedió en años anteriores con la mayoría de las nevadas: entre una tormenta y otra pasaban muchos días y las condiciones climáticas no ayudaban a que se mantuviesen.
Para Poblete, además, hay otro riesgo posible. Es que en la actualidad el fenómeno de El Niño terminó y está previsto que este mismo año empiece otro ciclo de La Niña. Esta se caracteriza porque hay menos nevadas, son menos intensas y además se replican las condiciones que no ayudan a que se conserve la nieve. Según los pronósticos internacionales, hay un 40% de probabilidades de que la fase neutra termine en julio, un 70% de que esto suceda en agosto y un 80% de que en septiembre el ciclo de La Niña empiece otra vez. Para el climatólogo “si se da un inicio prematuro, eso puede bajar las probabilidades de que siga nevando y tengamos un año bueno”.
Pastore, por su parte, aseguró que no cree que haya un impacto del ciclo seco durante esta temporada de nevadas. Esto, debido a que en general los efectos llegan retardados a esta zona del continente. En cambio, dijo que hay posibilidades de que sea un año “muy bueno”, aunque dijo que todavía no se puede asegurar. Esto significaría, adelantó, que se acumularía nieve como para que el río crezca al punto de que alcance a “satisfacer toda la demanda de riego, llenar los embalses y también recargar los acuíferos”.
Pero todo esto, aseguró, sólo será posible si hay una preparación de la infraestructura y también una correcta planificación de la próxima temporada. Es que, si se dan las tormentas, la provincia tiene hasta el 1 de octubre, cuando inicia el siguiente ciclo hídrico y en general empiezan los meses de deshielo, para decidir cómo usará el agua de este año. Esto depende, especialmente, de lo que defina el Consejo de Hidráulica, donde no sólo vota el Estado, sino también los regantes. Según Pastore, están recomendando un uso eficiente, recuperar las cotas de los diques “que se pusieron en riesgo durante este tiempo” y en especial dejar circular agua para que se recargue el acuífero.
Es que en el punto donde sí coincidieron ambos especialistas, es que esta temporada, si es buena, también será una excepción. Una vez que el clima gire definitivamente a La Niña, empezará otro ciclo seco como el que termina con este año. “En el mejor de los casos, el próximo puede ser moderado por la inercia que quede, pero sabemos que la oferta hídrica va a ir disminuyendo”, dijo Pastore. El especialista aseguró que San Juan debe acostumbrarse a “ciclos muy secos, con pulsos excepcionales buenos, en los que hay que aprovechar y ser eficientes”.