El salto inflacionario desde diciembre y el ajuste que lleva adelante el gobierno de Javier Milei deprimió a los ingresos de la población a niveles que no se observaban en más de dos décadas en la Argentina. Y pese a que los precios muestran un descenso, no se lograría compensar la pérdida del poder adquisitivo del 2024.

El consumo se estima que se derrumbará un 10% este año mientras que el salario real -en el sector privado formal- caería en promedio 7%. Consultoras aseguran que recién en 2025 podría recuperarse tanto el ingreso disponible como la adquisición de bienes y servicios, según pronósticos optimistas.

La caída de ventas en los supermercados se estima podría promediar 11%, en 2024 mientras que en restaurantes será del 7,5% en este año. Sólo en marzo, la caída en los súper llegó al 19%, mientras que los restaurantes registraron una pérdida del 6,7%.

Ante este contexto, los consumidores optan por los comercios de cercanía (no hacen compras tan grandes) y elijen segundas o terceras marcas, además de estar atentos y aprovechar las promociones y descuentos.

En el caso de los electrodomésticos, quedaron muy relegados en la lista de compras. Se prevé una caída del 25% para 2024 debido a que la predisposición de compra sigue en caída en los primeros tres meses del año, y en marzo, registra una caída del 66.2% el nivel más bajo desde la pandemia.

El ingreso disponible de la población podría reducirse más del doble, producto del fuerte reacomodamiento de los precios relativos de las tarifas de gas, luz, agua, transporte público y combustibles, que se vienen ajustando muy por encima de la inflación impactando con fuerza en los bolsillos.

La inflación interanual a marzo fue del 290% pero los precios de muchos bienes o servicios claves para la vida cotidiana superaron con creces esta magnitud: electricidad y gas, aumentaron el 300%, bebidas alcohólicas, 302%; alimentos, 306%; azúcar, chocolate y golosinas, 349%; pan y cereales, 352%; combustible y lubricantes, 364%; medicamentos, 379%; transporte público, 385%; aguas minerales, gaseosas y jugos, 386%.

Otros que también tuvieron subas importantes, pero no al nivel del IPC fueron las prepagas, con un 289% (aunque la Justicia dispuso devolver lo cobrado por encima de la inflación), restaurantes y hoteles, 266%, educación, 227%; prendas de vestir y calzado, y alquiler de viviendas, 149%. Y todavía muchos deben seguir ajustándose para recomponer los atrasos pasados.

Según estimó la consultora Abeceb, el año próximo las ventas en supermercados podrían crecer un 2,5%, la actividad en restaurantes mostraría un resultado positivo que alcanzaría al 4,5% y la venta de electrodomésticos crecería el 12,3%.

Pese a la caída registrada desde diciembre, marzo mostró leves signos de una insipiente recuperación. De acuerdo al índice Ripte, elaborado por la secretaría de Trabajo y que mide la variación de los ingresos “estables” de la economía, el tercer mes del año mostró una variación de 14%, contra una inflación que fue de 11% en ese mismo mes.

En diciembre ese índice salarial había dado como resultado una pérdida muy pronunciada: 8,3% de mejora nominal en los ingresos contra un 25,5% de inflación. En enero los salarios avanzaron 14,7% contra 20,6% de IPC; y en febrero los números fueron de 11,5% y 13,2%, respectivamente.

Si bien el índice Ripte es una de las maneras que tiene el Estado de medir la variación salarial, algunos economistas consideran que, en contextos de volatilidad marcada de precios como los últimos meses, puede ser un indicador poco representativo. E incluso la propia Secretaría de Trabajo se encarga de aclarar al afirmar que este indicador “no refleja necesariamente la evolución de los salarios del empleo registrado privado”.

Asimismo, las propias consultoras aclaran que la actualización de tarifas que se comenzó a aplicar en las últimas semanas tendrá un nuevo impacto en los ingresos, por lo que recién la recuperación podría llegar el año próximo.