Desde hace 34 años, Juan Alfredo Arrechea es una figura infaltable en la puerta de la Casa de Sarmiento. Con su bicicleta y su bandeja de higos desecados, ofrece a los turistas que llegan “el viagra sanjuanino”, como él llama a las frutas secas. “Tengo 67 años y desde que llegué a San Juan desde Buenos Aires, vivo de esto. Gracias a este trabajo, crié y eduqué a mis 3 hijas. Y encima, soy feliz con lo que hago, porque conozco gente nueva todos los días”, dice. Para Juan, como todos lo llaman, lo más duro de su labor es “el frío y el calor, porque hay que estar acá todos los días. Y lo mejor es el trato de la gente, que siempre es amable y cordial cuando les ofrezco mis productos”, expresó.