Es mucho lo que ha mejorado el panorama vitivinícola en las últimas décadas. Pero, de una manera más atenuada, resurge cada primavera -cuando el INV mide los volúmenes que hay en vasija para afrontar la demanda de la temporada- el viejo fantasma de la abundancia de vinos blancos, escurridos sobre todo (son alrededor del 22 o 23 % del total de 1.700 millones de litros elaborados tras esta cosecha). Dispersos -están en manos de unos 4.000 "terceros" productores- con calidades disímiles y no siempre acordes con la demanda de los mercados. Ceño fruncido, sobre todo cuando el gran cliente succionador de esos caldos a granel y sin calificación varietal -Rusia- se nos ha esfumado, por ahora y la exportación a granel sigue anémica. Con los vinos de color -los grandes protagonistas actualmente- las cosas han mejorado, porque con la última elaboración hay una mejora en el stock, no faltarán y se prevé un mercado abastecido y en ajustado equilibrio. Tiende a sostenerse la perspectiva de la exportación de mosto concentrado. ¿Y entonces? Integrar cadenas de viñateros y bodegueros para producir en otra escala y con la calidad que exige el consumo local y mundial. Y esto implica capacitación, tecnología y coordinación entre el viñatero y el elaborador. Explican los que viven en el vino que lo prioritario es vender, entonces, habrá que incentivar la inversión para promover el consumo y rastrear más mercados mundiales (insistir, por ejemplo, en el vecino Brasil, casi la próxima quimera). Estas se mencionan como las misiones posibles de la vitivinicultura regional.
Según el INV, al 1 de agosto de 2010, en el país hay en vasija 1.772 millones de litros, de los cuales 1.022 millones -el 57,66%-, son vinos propios de las bodegas de distinta naturaleza (grandes fraccionadoras, fraccionadoras medianas y trasladistas). Los restantes 751 millones -42,34%- lo atesoran los productores viñateros, los comúnmente llamados "terceros". Poniendo sobre la mesa las expectativas actuales y próximas, todo eso significaría un "stock técnico disponible" al 1 de agosto del año que viene de más o menos unos 6 meses de despachos, según calculan desde el INV. Claro, es un promedio: Los vinos de color andarán justito (es más, si se sostienen las expectativas actuales o mejoran un poco, hasta pueden escasear en San Juan). Los más abundantes serán los blancos (aproximadamente el 22 o 23 % de lo elaborado) y en consecuencia los que tendrán un remanente que -deducen- superaría el equivalente a un año de despachos. Del total al de agosto, de 2010 -1.780 millones de litros, 1000 millones corresponden a vinos de color y casi 800 millones a blancos. De estos, el 50% es escurrido -unos 4 millones de hectolitros-, el resto corresponden a blancos de blancas
