Si hablamos de "estrategias" y "planes" para una industria que viene creciendo con equilibrio hace más de 15 años y aún reconociendo los apoyos oficiales de vendimia, hay medidas recientes y atrasos que se han convertido en una pesadilla para el sector. Por un lado, la polémica ley de protección contra el alcoholismo (24.788) -avalada recientemente por la presidenta Cristina Fernández, vigente desde el pasado 3 de mayo- en momentos en que la industria se dispone a promover el consumo de vino para que no se le desinfle el negocio. La restricción apunta a proteger a los jóvenes menores de 18 años del consumo desmedido de alcohol, pero golpea al mercado interno de la industria, a las bodegas e incluso a la campaña genérica de promoción del vino (estarán limitadas para contratar espacios en TV y radio antes de las 22 horas, aumentando el costo publicitario consiguiente).

En cuanto a los mercados externos, la preocupación del sector pasa por el cobro de la "tasa de contenedores" -14 dólares más IVA por contenedor que carguen o descarguen del puerto de Buenos Aires-, con un destino polémico. Y a esa batería de sinsabores se suma el retraso en los reintegros a los derechos de exportación y el recupero del IVA, que según Angel Vespa, presidente de Bodegas de Argentina, "en algunos casos, excede los 7 y 8 meses como mínimo. Ya se está hablando de casi 50 millones de pesos, que corresponden a unas 50 empresas", aseguró el dirigente.

Falta de financiamiento, costos de producción en aumento, mercados de consumo deprimido y, justo cuando la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR) diseñaba sus campañas de promoción, aparece la prohibición de publicitar el consumo antes de las 22.

Hoy las voces de algunos actores coinciden en el diagnóstico. "Los aumentos en la energía e insumos han pegado fuerte éste año más allá del tamaño de la bodega. Estamos perdiendo competitividad, explican. Además, no podemos trasladar los aumentos al vino ya que los mercados están exigiendo productos más baratos, si los aumentamos vamos a perder consumidores e importadores. Por ahora nosotros estamos absorbiendo la diferencia, aguantando lo más posible", aseguraron.

Ya las fichas están sobre la mesa: buenos precios para la uva; vinos y mostos en alza (0.90 y hasta 1 peso para los escurridos; 1.20 y 130 para un tinto discreto y 95 y 1.10 para el mosto sulfitado) existencias acotadas (se calcula 4 meses y medio de despacho, sin contar cuestiones de grado y calidad), pero venta deprimidas (caen las exportaciones a granel y levemente la demanda interna).