Por tercer año consecutivo el Gobierno de San Juan organizó el pasado 17 de abril el festejo del Día Mundial del Malbec, sumándose a las más de 60 ciudades de los cinco continentes, que por medio de talleres temáticos, fiestas, ferias de vinos y degustaciones, difunden el Malbec. La fiesta, gratuita para el público tuvo un éxito rotundo con degustaciones de vinos de 27 bodegas sanjuaninas: Aguma, Merced del Estero, Las Marianas, Finca Del Enlace, Sierras Azules, Hagmann, Graffigna, Entre Tapias, La Guarda, Nesman, Alta Bonanza de los Andes, Doña Luciana, Klobuk, Bórbore, Augusto Pulenta, Champañera Miguel Mas, Contexto, San Nicolás, Cerros Andinos, Casa Montes, Tierra de Huarpes, Antigua Bodega, Xumec, Finca Las Moras, Tingere, Calia, Cuesta del Viento y Graffigna y Yanzón. En el rincón gourmet estuvieron: De la Presilla, Montilla, Angelia Gourmet y Familia Bosque.

La celebración se replicó en Buenos Aires, Nueva York, Lima, San Pablo, México y Bogotá, entre otras. Asimismo se desarrollaron campañas con los principales retailers de Reino Unido, Canadá, Brasil y México para promover las ventas. Todas las acciones tienen como objetivo proporcionar una experiencia de inmersión en la cultura y el espíritu de Argentina, en el cual el vino es una parte esencial. ¿Por qué resaltar al Malbec y la fecha del 17 de abril? En primer lugar porque esta uva tinta es el principal emblema de Argentina en el exterior y porque Sarmiento un 17 de abril de 1853 presentó el Proyecto de Ley para fundar una Quinta Normal y la Escuela de Agricultura. Por ello Wines of Argentina, entidad público-privada para promocionar los vinos argentinos en el exterior, lo eligió para celebrar el Día Mundial del Malbec.

UN POCO DE HISTORIA

Malbec es una variedad de uva que ha dado vueltas por el mundo a lo largo de la historia. Su tierra de origen es la localidad de Cahors, en el Sudeste de Francia, logrando su fama en el medioevo, por su color oscuro y perfume frutado. Su vino se extendió por Europa hasta Crimea. Fue el vino de papas y reyes en la tardía Edad Media y comienzos de la Moderna (como detalla William H. Beezley en su trabajo ‘La senda del Malbec‘). Su desaparición se debió por un lado al bloqueo de los productores de vino de Burdeos a los de Cahors, cerrando el paso por el río e imposibilitando salir a los mercados y por la expansión de la plaga llamada filoxera (un pulgón que ataca la raíz) que hizo estragos en los viñedos de Europa.

Así, muchos expertos en vitivinicultura y bodegueros que emigraron hacia otros lugares como América llevaron nuevas cepas, entre ellas el Malbec. Uno de los centros fue Chile, donde en 1845 desembarcaron las estacas junto a otras como Cabernet o Pinot. Domingo Faustino Sarmiento por razones políticas se había exiliado en Chile y aquí vio este avance y a su vuelta fundó un 17 de abril de 1853 la Quinta Normal de Mendoza, convocando para ello al francés Michel Aimé Pouget (1821-1875), quien se encargaba de la escuela en Chile. Con él y a lomo de mula, cruzaron la Cordillera el Malbec y las llamadas uvas francesas. Otra gran importación la marca el historiador Luís Castro Bustos quien señala que entre 1868 a 1874 Don Justo Castro comenzó a construir el primer imperio vitivinícola de la Argentina en Caucete, con los primeros viñedos tipo espalderos con tres alambres y moderna bodega. Las cepas fueron traídas desde Europa y Chile contribuyendo de manera especial los expertos Subercasseaux, Ochagavía, hermanos Clark y el enólogo francés René Lefevre , quienes enviaron 200 mil cepas. Rodolfo Richard-Jorba agrega en su libro ‘La Región Vitivinícola Argentina‘ que llegaron desde Chile dos vagones cargados con sarmientos destinados a ampliar la plantación de Justo Castro y que el ingreso de los sarmientos, con la oposición del Gobierno de Mendoza por temor a introducir plantas enfermas con filoxera, fue autorizado por la Nación por influencias políticas. Así el Malbec se distribuyó por todo el país.