La marca de zapatitos Agus nació con su musa inspiradora, Elena Agustina, hace 7 años. Ella era la primogénita de Pedro Gutiérrez y Graciela Vieira, y cuando su mamá fue a buscarle unas sandalias, no encontró nada que le anduviera, todos eran calzados cerrados. ‘Entonces mi señora le fabricó un par en la máquina de coser de la casa. Cuando fue al almacén, otra señora se los vio puestos a la nena y le encargó un par para su nieta’, recordó Pedro. Así, casi por azar, la vida de este matrimonio chimbero dio un vuelco y la producción de calzado infantil empezó a crecer, al mismo ritmo que lo hacía su hija. No hubo titubeos a la hora de buscar un nombre para la marca, surgió ‘Agus’, en honor a la nena. Hoy fabrican decenas de pares mensuales, que se agotan en el puesto de ventas que tienen en la vereda de la Peatonal. Sí, en la vereda; porque a estos microemprendedores les basta con colocar un paño en el piso y exhibir la colección para que se los saquen de las manos. ‘Hace 7 años que vivimos de este negocio’, confió Pedro, desde su puesto de ventas, en el cruce de Tucumán y Rivadavia. ¿Y le va bien?, se le consultó. ‘No me puedo quejar, tengo tres hijos en pleno crecimiento, que van al colegio. Toda la familia vivimos de esto’, contestó el hombre. Bien terminados, los zapatitos Agus vienen del talle 0 al 19 y se caracterizan por la impronta original y los diseños de los autores. Usan telas como corderitos, polar o panas, y también símil cuero, en un surtido muy colorido. Los modelos son similares a los de los grandes y siguen ‘el grito’ de la moda. En el invierno se consiguen botas de caña corta y alta, para nenas y nenes, mocasines o zapatillas. En el verano son furor las franciscanas en miniatura.
Los calzados los hacen entre la pareja. ‘Ella corta, marca y cose.
Pero cuando yo llego, me encargo de seguir la tarea’, explicó Gutiérrez. El Ministerio de Desarrollo Humano le adjudicó a la pareja un préstamo para microemprendedores que aún no ha podido recibir porque está en trámite la obtención del Monotributo Social. ‘Ahora tengo una reunión para informarnos bien cómo tenemos que hacer’, y agregó: ‘Mi sueño es tener una fábrica, pero nos faltan un par de máquinas y también un empleados que nos ayude’. Pedro y Graciela viven en el Lote Hogar II, en Chimbas; y desde hace dos años vienen diariamente a vender los zapatitos en la Peatonal.

