Pese a que el año pasado Brasil levantó las restricciones fitosanitarias que durante una década frenaron las exportaciones de uvas sanjuaninas para consumo en fresco, la incertidumbre en relación a la disponibilidad de insumos importados y el atraso cambiario son ahora los nuevos factores que harán caer las ventas, según estiman en el sector.

Aunque las uvas todavía no asoman en los viñedos, hay un dato que permite anticipar que la actividad exportadora tendrá un declive: en septiembre venció el plazo de inscripción en el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) para los productores, empacadores y exportadores de San Juan que quieran exportar su producción a Brasil la próxima temporada, y cayó un 30,6% el número de anotados, y un 24% la cantidad de hectáreas; respecto al año pasado. Desde el Senasa San Juan informaron que este año se anotaron 34 exportadores con 550 hectáreas de vides con uvas para consumo de mesa en el Sistema de Mitigación de Riesgo (SMR), un requisito fundamental para los productores, empacadores y exportadores de uva en fresco de San Juan que quieran exportar su producción a Brasil. El año pasado se habían registrado 49 exportadores, con 724 hectáreas. Brasil exigió durante 10 años que las uvas que se comercialicen desde Cuyo fueran sometidas a la aplicación de bromuro de metilo, para impedir el ingreso de la plaga Lobesia botrana. En abril de 2021, tras largos meses de trabajo entre ambos países, se anunció que se iba a poder volver a exportar uva a Brasil sin bromurar, cumpliendo ciertos requisitos. En febrero de 2022 salió el primer cargamento de uvas sanjuaninas rumbo a ese destino histórico, ya que Brasil durante años fue el principal destino de la fruta producida en esta provincia.

Sin ese limitante, y sumado a que el año pasado también se eliminaron las retenciones al sector, había expectativas de que se iban a reactivar los despachos de uva en fresco en la próxima temporada 2022/23, pero los exportadores ahora tienen otras trabas. ‘El problema no pasa por la actividad en sí, sino por las cuestiones que la rodean’, indicó Antonio Giménez, presidente de la Cámara de Comercio Exterior de San Juan.

Giménez dijo que ‘las expectativas están’, pero que la economía ‘está más complejizada’, al referirse a la compra de insumos y la disponibilidad de insumos de exportación para el mercado interno. ‘Todavía no se sabe muy bien cómo va a estar la disponibilidad de insumos, si va a haber provisión suficiente por ejemplo en cajas de cartón para colocar la uva. A las importadoras les está costando lograrlo’, aseguró. El empresario añadió que tiene gran incidencia el atraso cambiario que ‘afecta muchísimo’ a la competitividad de todas las exportaciones de las economías regionales. Destacó que si bien hoy el sector de exportación de la uva en fresco no tiene retenciones, de todas maneras los despachos al exterior se liquidan al valor del dólar oficial, lo que no resulta conveniente. Eso fue lo que pasó con la soja, y por lo cual el ministro de Economía, Sergio Massa, aplicó un dólar más alto para poder aumentar las exportaciones.

Por último, desde la entidad analizaron que tras eliminarse la bromuración luego de 10 años, poner las fincas a punto para poder exportar requiere de un proceso que lleva su tiempo, y advirtieron que a algunos emprendimientos les va a costar más que a otros. ‘No es que de un día para otro se va a dar un aumento de exportaciones’, dijo Giménez, y destacó un dato: que muchos se inscriben en el SMR, no terminan de prepararse y llegado el momento no exportan. El año pasado, de más de 40 anotados, sólo exportaron 7 empresas locales. Es que el SMR elimina la bromuración, pero a la par exige la ausencia de trips y ácaros, un requisito fundamental para el envío del cargamento.

 

Qué se controla

El SMR permite que la uva no sea sometida a la aplicación de bromuro de metilo, siempre y cuando no presente  alguna enfermedad cuarentenaria que afecte su sanidad y calidad. Además de Lobesia, se controla que no existan trips y ácaros.

 

  • El mercado interno

Para poder vender la uva al mercado interno, los establecimientos productivos también deben registrarse en el Sistema de Medidas Integradas (SMI). En el Senasa informaron que este año hay 270 inscriptos, un 20% más que el año pasado. Sin embargo, el que los productores locales prefieran vender la uva al mercado interno antes que exportar no significa que les sea ventajoso. En la Cámara de Comercio Exterior explicaron que lo que se manda a mercado interno porque se redujo la oferta exportable implica que exista una concentración en un mercado que no alcanza a consumir todo lo que se le envía, y normalmente termina con una caída de precios en plena temporada muy importante. ”Con lo cual, no es un negocio que vaya a sostenerse en el tiempo pero requiere de los similares insumos que tiene la exportación, entonces sufre también el mismo problema. No es un mercado atractivo en volúmenes, ni en precios tampoco”, dijo Giménez. Tampoco se pueden subir muchos los precios de venta al público por la caída del poder adquisitivo. La uva ocupa el tercer lugar en el consumo mundial detrás de la banana y el mango, pero en el país no se consume mucho.