Una evaluación realizada por la Asociación de Viñateros Independientes (AVI) señala que en San Juan un 15% de los parrales, de un total de unas 47.500 hectáreas, que son unas 7.100 hectáreas distribuidas en 1.000 propiedades, están abandonadas o no se encuentran en producción por la falta de labores culturales. Y la razón, según analizan en la entidad que preside Juan José Ramos, es la pérdida de rentabilidad por la que viene atravesando la actividad y el crecimiento de los emprendimientos inmobiliarios. De todos modos, las cifras son inferiores a una estimación que había realizado la organización en octubre del año pasado, cuando anticiparon que había un 27% de viñedos sin cuidados.
El adelanto que había realizado la asociación el año pasado era en base a una muestra que tuvo en cuenta que de 2.432 hectáreas, que correspondían a 705 viñedos, había 662 hectáreas dejadas por sus dueños, de donde surge ese 27%. Pero ahora, en base a un relevamiento propio y al testimonio de los asociados, llegaron a la conclusión de que las cifras se redujeron.
"El panorama es preocupante porque los viñateros venimos perdiendo rentabilidad", dijo Ramos.
Entre las principales zonas productoras en la provincia afectadas por la desaparición de viñedos o por el abandono por parte de sus dueños, el dirigente mencionó a Albardón donde, por ejemplo, cada vez hay menos parrales de Moscatel, una variedad que identificaba al departamento. Y luego mencionó los casos de Rawson y Santa Lucía. Una situación particular es la de Zonda, donde avanzan los emprendimientos inmobiliarios por la belleza de la zona rodeada de montañas, en detrimento de las zonas cultivadas.
En el INV no llevan este tipo de estadísticas y sólo se da de baja a un viñedo cuando este definitivamente desapareció, ya sea porque se lo arrancó, se secó o se quemó, ya que mientras tanto, la planta puede seguir produciendo, entienden en el organismo de fiscalización.
Al hablar de la situación de la actividad, Ramos mencionó que a pesar de la fuerte caída del valor del peso por efecto de la corrida cambiaria, los viñateros no se han visto compensados tras la última cosecha, que culminó con operaciones de 4 pesos por kilo para el caso de las uvas blancas, pagaderas en 5 ó 6 cuotas a partir de julio pasado. Por las variedades tintas se abonaron unos 8 pesos por las uvas comunes y entre 14 a 15 pesos por las Malbec y las Cabernet Sauvignon, con operaciones en plazos similares, pero a partir de mayo pasado.
"En la actividad pegó fuerte la devaluación y también se ha producido otro fenómenos, y es que algunos viñateros que tenían variedades comunes vendieron sus uvas para pasas o para consumo en fresco", dijo Ramos.
Un informe del INV conocido en marzo pasado señaló que el 59% de los viñedos existentes en el país son menores a 5 hectáreas y concentran el 14% solamente de la superficie cultivada de la vid, siendo el 86% de la tierra, viñedos mayores de 5 hectáreas. Otro dato que prueba la concentración es que 629 viñedos, que son el 2,6% de la cantidad de viñedos total, representan o tienen el 26,9% de la superficie total existente en el país.
Otra preocupación expresada por Ramos fue la reciente decisión de aplicar retenciones a la exportación de uva de mesa, cuando hay un intento por recuperar los mercados internacionales. "Si recuperamos el mercado perdido de 80 millones de kilos significaría la creación de miles de puestos de trabajo, además de poner en marcha la mayoría de los frigoríficos", dijo el dirigente.