En su visita a San Juan el viernes para la firma de un acuerdo con la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) para la capacitación de sus afiliados, el secretario general a nivel nacional de la Asociación Obrera minera Argentina (AOMA), Héctor Laplace, advirtió que si no hay cambios en la política del Gobierno Nacional en 5 ó 6 años "nos vamos a quedar sin minería". El dirigente señaló que hace falta más exploración y destacó que la actividad se ha visto impactada por la reducción del ritmo de obras tanto en el sector público como privado. También habló de la necesidad de modificar la Ley de Glaciares para precisar los ambientes periglaciares.
-¿Cómo está la actividad minera en el país?
-Hoy por hoy mal no estamos, estábamos mejor con la actividad no metalífera, la cal, cemento, la piedra partida y todo lo que estaba ligado a la construcción estaba funcionando bien, pero es justo reconocer que desde hace unos dos meses se ha venido abajo todo lo que tiene que ver con la actividad pública. En la actividad metalífera estamos mejor. Pero nos preocupa la falta de exploración por la falta de políticas del Gobierno nacional. Si esto no se revierte, en 5 ó 6 años nos vamos a quedar sin minería, con todo lo que eso implica para los trabajadores mineros argentinos.
-¿Cómo impactó en el sector la suba del dólar?
-Hay que convenir que al sector exportador lo beneficia un dólar alto, no así al sector que depende del mercado interno. A los no metalíferos los beneficiaba sobre manera lo que estaba ligado a la construcción de obra pública y un poco a la actividad privada, pero nadie desconoce que la obra pública ha caído y que también ha mermado la obra privada. La única manera que hay para que esta situación se revierta es cambiando las políticas que hoy tiene el Estado nacional.
-¿Cómo afectó la corrida cambiaria al empleo en esta actividad?
-Debemos decir que el empleo se ha mantenido, más allá de que actividades como la minería metalífera pueden estar un poco mejor. Lo que sí es justo reconocer que tenemos preocupación en el sentido de que no se están produciendo nuevas inversiones.
-¿Qué impresión tiene de la nueva secretaria de Minería de la Nación, Carolina Sánchez?
-No he podido hablar con ella todavía y por eso no voy a deslizar una opinión porque no he tenido oportunidad de conocerla. Por los medios estamos viendo que está teniendo una gran actividad con los distintos sectores vinculados a la minería, y seguramente en algún momento también seremos citados a dialogar.
-En su discurso en la firma del convenio con la UNSJ habló de provincias con mezquindad política, ¿de qué hablaba?
-Mi impresión es que hay mezquindad política en la dirigencia en algunas provincias porque parece que se está haciendo promoción para las futuras elecciones y no para las futuras generaciones.
-¿Lo dice por Mendoza?
-Mendoza es un caso. Otros son los de Chubut y La Rioja. Pareciera ser que la dirigencia política no se quiere meter en este brete de la minería porque le podría restar votos.
-¿A qué se refiere?
-A que hay mucha mezquindad política en algunos dirigentes y así seguramente no van a ser grandes hombres los gobernadores de esas provincias. Cuando no hay grandeza no hay grandes hombres.
-¿Cómo ven desde el sector sindical la actual Ley de Glaciares?
-Nadie puede estar en desacuerdo en que hay que cuidar los glaciares en la República Argentina, y eso es así acá y en el mundo. Los glaciares no se tocan y en eso todos vamos a estar de acuerdo, pero lo que está pasando es que está en discusión la zona periglaciar, con planteos de los especialistas. Por ejemplo podemos decir que en la Provincia de Buenos Aires hay grandes heladas durante estos días, y si vamos a creer que son generadoras de agua potable nos vamos a estar equivocando. Creo que esto es lo que se tiene que determinar, qué es lo que comprende un ambiente periglaciar, qué es un glaciar de roca, y en ese aspecto creo que si somos capaces de escucharnos y escuchar a la gente que sabe, no al que habla por hablar, nos debiéramos poner de acuerdo. Pero lamentablemente también en esto es justo reconocer que hay mezquindad política.