‘A nosotros nos duele la decisión, pero falleció mi papá y mi madre se encuentra todos los días con el dolor de la ausencia’. Así explicó ayer Alfredo Cáceres la decisión familiar de poner en venta el local ‘Cáceres’, el único salón de lustrar de la ciudad que queda de tiempos pasados, y uno de los íconos históricos de la provincia, por donde pasaron y tejieron proyectos las principales figuras políticas y de negocios que iban normalmente a lustrar sus zapatos.
El café y salón abrió sus puertas el 12 de marzo de 1961 -cumplió este mes 51 años- y está ubicado en un punto privilegiado de la capital, en General Acha 329 Sur, a pasos de la Plaza 25. Y pese a que el 12 de diciembre pasado falleció su dueño y fundador, don Domingo Cáceres, el local siguió funcionando estos meses, gracias a la fortaleza de su compañera en la vida, su esposa Yolanda Tadini (80), que lo sigue atendiendo hasta ahora.
‘No fue fácil ponerlo en venta, pero es la salida menos dolorosa, porque la que más sufre es ella, que está todos los días en eso. Ella está con mi papá desde que abrió sus puertas y lo extraña’, contó Alfredo, quien con su hermana Silvia y su mamá decidieron vender el local por motivos estrictamente emocionales.
De hecho, la decisión familiar es abrir otro café, en Laprida y General Acha, que seguirá siendo atendido por la madre y los empleados de confianza que la seguirán en su decisión, bajo la dirección de los hermanos. ‘Ella se viene con nosotros, va a trabajar con nosotros, porque siempre dice que el legado que le dejó mi padre es el trabajo.
Son raros los pocos días feriados que el salón estuvo cerrado, un 25 de mayo, un primero de diciembre quizás, él siempre decía que había que trabajar’, recordó su hijo. El salón Cáceres es un clásico del centro y reducto de gobernadores, embajadores, empresarios y funcionarios de todo rango que los fines de semana se sentaron y sientan en sus butacas de madera, con la pequeña mesita para el café, y el diario.
Mientras sus calzados se vuelven relucientes a fuerza de pomada y mucho paño, las comidillas y negociaciones son infaltables. ‘Escuché varias confidencias que no puedo contar’, dijo don Domingo a DIARIO de CUYO en el 2008, en el suplemento de la fundación, recordando la atención personalizada que le requería el ex gobernador Javier Rodríguez Castro.
Hoy la familia le está dando una lavada de cara para venderlo. ‘Hay muchos interesados, ojalá lo tome alguien que lo pueda cuidar’, dijo Alfredo.

