En Angualasto, a unos 20 kilómetros al Norte de Rodeo y recostados en los cerros, aún sobrevive un puñado de hectáreas con parrales, no más de 15 y que rinden cada una alrededor de 20.000 kilos pero que acogen dos variedades que se creían extintas en la provincia: Raboso del Piave y Grignolino, una tinta y la otra rosada, respectivamente, que se encuentran de pie en viejas cepas situadas a casi 2.000 metros sobre el nivel del mar. Los expertos dicen que no tenían noticias de estas uvas desde inicios de los ‘90, o sea previo a la reconversión que tuvo el sector y que relegó al ostracismo a varios cepajes históricos.
En los años ‘60 la vitivinicultura llegó a ser la principal actividad de Angualasto, al punto que había unas 34 hectáreas. De todas formas, hoy en día los productores de la zona siguen despuntando el vicio con la elaboración de vinos caseros, que venden principalmente a turistas.
‘’Realmente nos sorprendimos cuando fuimos conociendo detalles de estas variedades. Los productores nos fueron empapando de estas dos vides. La idea es hacer un estudio ampelográfico para saber las cualidades enológicas de ambas y si su carga de virus no es muy alta’’, contó Osvaldo Zamorano, consultor del Programa de Apoyo a la Producción Vitivinícola que encaró una minera en ese distrito del noroeste sanjuanino.
Estas dos cepas están mezcladas con otras variedades que son más conocidas y que todavía ocupan un espacio importante en la vitivinicultura local, como lo son la Pedro Giménez, Torrontés y, un verdadero emblema, la Moscatel.
El vínculo de este rincón iglesiano con la producción madre de San Juan data del 1800 (ver recuadro) y no hay precisiones sobre el ingreso en ese sitio de la variedad Raboso del Piave, un cepaje de origen italiano y que su reducto productivo casi exclusivo es la elaboración de vinos de corte o caseros, como en este caso. ‘’Primero hay que decir que no fue una cepa muy popular, pero sí es verdad que había en varias fincas de la provincia. Cuando hacía falta un tinto de fuerte color, ésta ayudaba para estirarlos pero no me refiero a un estiramiento nocivo sino favorable, porque ayudaba a bajar un fuerte color. Esta variedad fue quedando en el olvido’’, explicó el enólogo Hugo Farías. Además de su escasa presencia en San Juan, creen que hay pocos ejemplares en el país de Raboso del Piave.
En tanto, la Grignolino es una variedad de uva de la región de Piamonte, en Italia y con ella se producen vinos de colores claros y, principalmente, rosados, presentando aromas frutales de muy fuerte acidez y taninos. Según Farías ‘’con esta uva se puede hacer un blanco y, si se la corta bien madura, un buen rosado. Llevo muchos años en esto y creía que de Grignolino no quedaba nada’’.

