La evolución de los precios de las carnes frente a los salarios potenció el consumo de productos de cerdo y pollo por encima de los vacunos, una tendencia que se acentuó en los últimos 10 años. El asado, por caso, es un ejemplo: con su salario, un trabajador puede comprar hoy 30 kilos menos que hace una década.

 

De acuerdo un informe realizado por las consultoras Ecolatina y Key Market, el asado aumentó 14,5 veces su precio, mientras que el salario lo hizo en 12,8. Por su parte, el resto de las carnes, pollo y cerdo, mejoraron su posición relativa respecto al salario y hoy se puede comprar más cantidad que hace 10 años atrás.

 

El cambio relativo de precios acentuó la compra de la carne avícola y porcina frente a la carne de vaca en la mesa de los argentinos, una tendencia de sustitución que se viene observando hace varios años producto de los cambios en los hábitos de consumo.

 

No obstante, los incrementos de precios de los tres tipos de carne se ubicaron por encima de la suba del índice general de precios, lo que resulta relevante en un contexto donde el consumo de carnes representa casi el 9% del gasto de los hogares argentinos y, particularmente la carne vacuna el 5% del mismo.

 

Nuestro país es el mayor consumidor per cápita de carne de bovina en el mundo, con 55,8 kilos por habitante en 2016, un 56% más que lo que consumen los países de mayores ingresos per cápita. De manera adicional, es el segundo a nivel global, después de Estados Unidos, si se suma al pollo y al cerdo (112,2 kg por habitante).

 

El informe advierte que “la estructura productiva del sector ganadero condiciona la posibilidad de incrementar significativamente las exportaciones de carne vacuna en el corto plazo”, en momentos en que el mercado externo demanda cortes que provienen de animales de alto peso y alimentados a pasto, particularmente de los novillos. A marzo de 2017 esta categoría representa 5% del stock total de bovinos, mientras que hace 10 años atrás concentraba el 10%.